Tonatiuh, actor, LGTBQ e hijo de inmigrantes latinos: “Necesitamos resiliencia para mantener la dignidad, porque nos quieren humillar”
El protagonista de la película ‘El beso de la mujer araña’, brilla en su primer papel protagonista junto a Jennifer Lopez y Diego Luna, pero no olvida sus orígenes


La sonrisa de Tonatiuh le delata. Por grande y sincera que sea, muestra el cansancio de su rostro. El actor angelino, de 30 años, está en la cumbre de su carrera, pero llegar arriba cuesta trabajo y deja sin oxígeno. En una charla desde el salón de su casa de Los Ángeles, reconoce Tona (como le llaman sus amigos, más corto que el artístico Tonatiuh y mucho más que el auténtico Tonatiuh Elizarraraz) que se siente a veces “fuera de onda”, impactado por todo el trabajo que ha hecho y sigue haciendo para luego regresar cada noche a su vida normal. Como resume él, como buen representante de su generación, “un poco como Hannah Montana”, con una doble vida.
Es normal que Tonatiuh esté agotado. Se ha convertido en pocos meses en uno de los nombres más poderosos del panorama cinematográfico. Con una carrera que se extiende una década en cortometrajes y series, ahora coprotagonizada junto a nada menos que Diego Luna y Jennifer Lopez (que es además productora) la película El beso de la mujer araña, dirigida por Bill Condon. El deseado proyecto ha hecho a Tonatiuh meterse en la piel del preso Luis Molina, que, encarcelado, vive en un sueño de fantasía y películas de los años cuarenta. Eso ha hecho al actor cantar, bailar y perder 20 kilos.
El angelino es primera generación estadounidense, nacido de padres mexicanos: “Yo, como hijo de inmigrantes, siempre he sido el abogadito o el doctorcito, o el traductor", afirma, ayudando a sus padres con el idioma, como tantos descendientes de migrantes. “Y siempre he sentido un gran disgusto por la injusticia”. Siendo más joven llegó a tener una beca para estudiar leyes, pero reconoce que ahora mismo no se ve en ese papel. “Sería insoportable”, ríe. Pero no deja de ser abogado de las causas que le tocan de cerca, y ahora que su voz es más pública, lo es más si cabe. En la charla no duda en hablar —en más que correcto español— de la dureza con la que su país trata a los migrantes que tanto han trabajado por él, expulsándolos, de la importancia de que mantener el orgullo, de alzar la voz por la comunidad.

Y eso que cuenta que fue el último en entrar en el casting de la película. Mandó su audición a finales de diciembre, para la que aprendió a bailar tango, y solo le comentaron que seguían buscando. Pasó aquella noche con su madre, prendieron una vela, le pidió a Dios que le ayudara a soltar el control, a fluir (“tengo una mente muy obsesiva”, reconoce)... y al día siguiente le anunciaron que el papel era suyo. El papel de Luis Molina, homosexual encerrado por escándalo público en la dictadura argentina, retratado en la novela de Manuel Puig, ahora estaba en sus manos.
Sin embargo, hay en él mucho de Molina, un hombre que no busca romper moldes a propósito, pero para el que salirse del molde forma parte de su vida. ”Desde niño nunca entendí la obsesión de la gente diciéndole a otra gente qué es lo que le debe de gustar, o qué es lo que deben hacer. Siempre fui muy terco con eso. O sea, si quería jugar con muñecas o si quería bailar, cantar... odiaba que la gente me dijera que estaba mal que un niño hiciera eso. Ese punto de decirle a la gente ‘¿Quién eres para decir eso?’, siempre lo he tenido. Y en mi juventud siempre me ha encantado transformarme y modificar, jugar con diferentes culturas, diferentes grupos de amigos, aprender diferente música. Es que tengo un hambre insoportable para la vida”, reconoce riendo.

Ese gusto por crear, jugar y transformarse lo tuvo desde que vio su primer musical, Wicked, en el céntrico teatro Pantages de Los Ángeles, junto a unas amigas de la escuela, cuando tenía unos 12 años. “Me recuerdo muy claramente viendo al mago y decir: ‘¡Qué linda vida linda tiene! ¡Yo quiero vivir esas vidas!’. Desde entonces, tengo esa obsesión con los musicales, y la habilidad de que te transporten a un mundo con una sola canción siempre me ha encantado", reconoce. De ahí que el hecho de que este sea su primer gran proyecto, de la mano de Condon, Lopez y Luna, sea aún más especial para él. Por eso ha puesto toda la carne en el asador, tomando clases, aprendiendo y adelgazando 20 kilos en 50 días.
Sería tan feo olvidar de dónde vengo, se me hace tan ridículo...Tonatiuh, actor
Pese a haber participado en dos docenas de proyectos en la última década, como las series Vida, Hidden Canyons o Una casa de locos, ha sido esta película la que le ha dado a Tonatiuh más visibilidad y, también, un altavoz. Para él, la comunidad latina que conoce es de “gente de lo más trabajadora”, que “vive con alegría”. “Lo que amo, más que nada, es que nuestra película pueda recordarle a la gente esta dignidad, y también es una forma recordarle a Hollywood que los latinos siempre han sido [parte de ella]. No hay un latin Hollywood”, expone.
Como hijo de inmigrantes mexicanos, está al tanto y le preocupa lo que sucede en Estados Unidos, con redadas frecuentes e indiscriminadas contra latinos. Él, estadounidense de nacimiento, explica que este mismo año ha conseguido su pasaporte mexicano. “Lo llevo conmigo todo el tiempo. No porque sienta que lo necesito, sino para tenerlo cuando entro a lugares con gente con privilegios que no está pensando en ello, para recordárselo cuando tienen interés por conocerme. No quiero que borren lo que le está pasando a mi gente con lo extraordinario que resulta lo que me está pasando a mí, porque ahorita todos quieren agarrarme la mano y besarme y darme piropos, pero a la vez saco mis pasaportes y les digo: ‘Yo también soy uno de estos”.

La de Molina y El beso de la mujer araña es también una historia de la comunidad queer, de la que Tonatiuh se siente parte. Pero ¿para él sigue siendo importante contar historias sobre ella, incluso avanzado el siglo XXI? “Sí, completamente. Lo que me encanta de ambas comunidades es que vienen de una historia profundamente llena de resiliencia”, reflexiona, sobre latinos y la comunidad LGTBQ. “Ambas necesitan esa resiliencia, esa tenacidad. Necesitan ese colmillo para mantener la dignidad, para mantener la libertad, para pelear, para recordarle a la gente quiénes somos. Porque nos quieren humillar, nos quieren hacer pequeños”. Tonatiuh es consciente desde muy joven de esa sensación, como rememora. “Yo recuerdo, muy de niño, tener cierta confusión, tener vergüenza de algo, como si tuviera un secreto. Pero dije: ‘¿Por qué? ¡Si ese es mi superpower [superpoder]!’ Mi identidad es parte de lo que soy. Yo no soy político, soy artista, y como artista me da tanta alegría poder compartir y crear espacios de alegría para esas comunidades".
Esos espacios no son solo figurados, ni palabras bonitas. Cuenta ilusionado cómo cada año, todos los veranos, regresa a la escuela preparatoria donde él mismo estudió, y enseña actuación a esos adolescentes. Hace apenas unos días, acaba de comprar una pantalla para ese instituto y les ha invitado a ver la película, “para decirles gracias”. “Y lloraron en mis brazos porque nunca pudieron imaginar que algo así sería posible”, relata. “Me conocen, y yo los conozco a ellos. Y sería tan feo olvidar de dónde vengo, se me hace tan ridículo... Porque tengo mucho orgullo de eso”.
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