Gobernadores y alcaldes de EE UU toman la delantera en el debate climático ante la ausencia de Trump en la COP30
Una delegación de líderes locales que representa a dos tercios de la población de EE UU desembarca en Brasil para mostrar su compromiso con la reducción de emisiones

Brasil acoge en los próximos días la cumbre anual de la ONU sobre el clima, la COP30. La ciudad amazónica de Belém do Pará será el epicentro de los debates sobre la reducción de emisiones. Acudirán decenas de líderes y delegaciones de todo el mundo y, para sorpresa de nadie, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, será la ausencia más destacada. Pero eso no significa que el país que históricamente más ha contribuido al calentamiento global no esté representado. Gobernadores y alcaldes se esfuerzan en aparecer en los debates previos a la COP30 para ocupar ese hueco.
“Estamos aquí, no piensen que no estamos, seguimos comprometidos con el Acuerdo de París”, decía esta semana en Río de Janeiro Gina McCarthy, la que fuera consejera de clima en la gestión de Joe Biden, que ahora lidera la coalición America All In, con todos los gobernadores y alcaldes que siguen con sus compromisos climáticos al margen de lo que diga la Casa Blanca. McCarthy acudió al Fórum de Líderes Locales de Río, una reunión previa a la COP30 de Belém, acompañada de una nutrida delegación de más de 100 autoridades, entre gobernadores, alcaldes y secretarios. Mientras más de 400 alcaldes de todo el mundo debatían sobre financiación, estrategias de adaptación, transporte o energía, para los estadounidenses la principal preocupación era dejar claro que todavía se puede contar con ellos. “Sabemos lo que tenemos que hacer y lo vamos a hacer. Vamos a actuar, no hay dudas”, decía la veterana política en una enérgica comparecencia de prensa.
No es un grupo minoritario que rema a contracorriente. La coalición America All In incluye a 24 Estados (con mayoría de gobernadores demócratas, pero también republicanos) y 350 ciudades. Son dos tercios de la población, tres cuartos del PIB y la mitad de todo lo que contamina Estados Unidos. El grupo, que se creó en la primera Administración Trump, cuando el republicano sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París por primera vez, presume ahora de haber reducido las emisiones de gases de efecto invernadero un 24% respecto a los niveles de 2005 y de que eso no fue un lastre para su economía, ya que mientras tanto, el PIB del grupo creció un 34%. La principal clave es una inversión robusta en energías renovables, lo que permitió rebajar un 45% las emisiones del sector eléctrico. Las emisiones del sector de transporte, que sigue siendo la mayor fuente de emisiones, ha caído un 17% respecto a 2005.
Tucson, una ciudad de medio millón de habitantes en Arizona, muy cerca de la frontera de México, es uno de esos sitios donde las ideas “tocan el suelo”, como dice su alcaldesa, Regina Romero. En medio del desierto de Sonora, el calor extremo y la falta de agua la colocan como uno de los puntos más sensibles del mapa del país. Hace seis años, Romero conquistó la alcaldía con la promesa de plantar un millón de árboles para refrescar la ciudad. Con la pandemia del covid-19, todos los autobuses pasaron a ser gratuitos, lo que hizo que el uso del transporte público aumentara un 63%, todo un hito en una ciudad (como casi todas en Estados Unidos) extremadamente dependiente del coche.
Todo iba en marcha hasta que el regreso de Trump a la Casa Blanca provocó un susto considerable. “Hubo un impacto importante, porque la Administración Biden puso muchos millones en ciudades de todo el país. Trump cortó la mayoría de esos fondos en cuanto fue elegido. Duele mucho que el Gobierno federal no nos ayude, especialmente en el clima, pero hemos conseguido nuestra propia financiación, hemos encontrado fórmulas sostenibles para seguir”, explica en una conversación con El PAÍS entre una reunión y otra. A falta de los fondos llegados desde Washington, se tejieron alianzas con empresas y fundaciones filantrópicas. También se han creado algunos nuevos impuestos, como una tasa sobre el agua que penaliza a los grandes consumidores. Así, se ha conseguido que Tucson consuma ahora la misma cantidad de agua que en 1980, a pesar de que la población se ha duplicado.
El objetivo común de la alianza sigue siendo mantener el Acuerdo de París como hoja de ruta para intentar llegar a las emisiones netas cero en 2050, aunque algunos doblan la apuesta. Desde el conservador y petrolero Estado de Texas, el alcalde de Austin, el demócrata Kitk Preston Watson, presentó hace cuatro años el plan Equidad Climática que quiere “reducir el uso de combustibles fósiles a casi cero” antes de 2040. Frente a los agoreros, él dice que defiende un “idealismo pragmático” y sobre todo proyectos concretos que puedan replicarse: “Cuando una ciudad implementa una solución, hay otras 100 que pueden darle escala”.
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