El baile de Walz y los “raros”

El anuncio del candidato vicepresidencial que acompañará a Kamala Harris y su sencillo ataque a los republicanos ha dominado la agenda noticiosa y exacerbado a un Trump en busca de una nueva estrategia

Kamala Harris y Tim Walz durante un mitin en Las Vegas, Nevada, EE.UU., el 10 de agosto de 2024.BIZUAYEHU TESFAYE (EFE)

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Por fin, el ritmo vertiginoso de la actualidad electoral estadounidense ha amainado. Un poco nada más, es verdad, pero lo suficiente para respirar. Después de un mes y medio en el que hubo: un debate históricamente catastrófico; un atentado fallido a un candidato; la coronación del mismo en la convención republicana; la, casi, inédita renuncia del otro candidato; el paso al frente de Kamala Harris como la primera aspirante negra y sud asiática a la presidencia de Estados Unidos; y la consecuente fiebre de entusiasmo por ella, el círculo se cerró con el anuncio de que el Gobernador de Minnesota, Tim Walz, sería la fórmula vicepresidencial de la actual vicepresidenta. Con las alineaciones completas, el martes 6 de agosto comenzó de lleno la carrera de 91 días planos para llegar a la Casa Blanca.

Fue algo cercano a una sorpresa absoluta. Las quinielas daban por compañero —porque nadie dudaba que sería un hombre quien acompañaría a Kamala Harris— de papeleta a Josh Shapiro, popular Gobernador del Estado clave de Pensilvania, o Mark Kelly, senador por Arizona, otro crucial territorio de batalla. Pero al final Harris y su campaña optaron por un nombre poco conocido a nivel nacional, tal vez impresionados por la oratoria, natural, cercana y certera de este hombre de 60 años, la viva imagen de uno de los estereotípicos vecinos rurales de la América profunda, la sonrisa que saluda sentado sobre un tractor del otro lado de una carretera infinita. El mejor ejemplo lo había dado unos días antes, proporcionando como un aparente accidente el nuevo mejor ataque a la pareja republicana de Donald Trump y J.D. Vance: llamarlos “raros”.

Desde que Walz pronunció la palabra weird (raro) para describir a los republicanos en una entrevista televisiva unos cuantos días antes de ser presentado como el número dos de Harris, el partido demócrata se montó al carro. Es difícil saber hasta qué punto fue coordinado, pero lo cierto es que la palabra llegó para quedarse. De Harris para abajo todos la empezaron a usar, y no han parado. Tras años de oír calificativos catastrofistas hasta el hartazgo, tanto que llamar a Trump racista o sexista no generaba prácticamente ningún efecto, Walz dio en la tecla.

Si en ocasiones unas elecciones parecen un concurso de popularidad propio de un high-school promedio, nadie como el exprofesor y entrenador del equipo de fútbol americano de secundaria para leer el público. Si Trump y Vance se comportan como bullies o matones —algo que Biden ha repetido muchas veces sin ganarse demasiada simpatía—, hay que lidiar con ellos dándoles de otra forma. Se apagan las llamas, ya no hay indignación por las barbaridades que puedan salir de los candidatos republicanos —que al final lo que buscan en gran parte es precisamente ofuscar a sus contrarios—. Son ridiculeces: esa gente es “rara”.

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Donald Trump habla con el empresario multimillonario Elon Musk en la red social X, el 12 de agosto de 2024.Margo Martin (REUTERS)

Según diversos reportes, el sencillo ataque se le ha metido debajo de la piel a Trump, que no ha logrado producir un apodo a la altura para su nueva adversaria. Ha intentado diferentes opciones como Laffin’ Kamala (en referencia a la risa de Harris), o Crazy Kamala, pero intentar atacar su histrionismo o llamarla loca no ha sido demasiado exitoso. Tal vez es demasiado obvio que evoca un clásico tópico machista.

En cualquier caso, mientras la semana pasada la dupla Harris-Walz saltaba de Estado a Estado dando mítines en arenas abarrotadas y dominaba el prime-time televisivo repitiendo weird una y otra vez, Trump estaba prácticamente recluido en su mansión de Florida. El jueves pasado dio una rueda de prensa, en busca de volver a ser el protagonista de los titulares. No lo logró realmente, su diatriba ya se conoce bien, y sin miles de seguidores arengándole, pierde todavía más fuerza.

Ayer mismo se anunció por sorpresa una “conversación” con Elon Musk en vivo en X, la plataforma antes conocida como Twitter que el hombre más rico del mundo compró y ha reconstruido en un terreno todavía más fértil para la desinformación y el extremismo. Musk hizo hincapié en decir que era una conversación y no una entrevista, porque en una entrevista nadie actúa normal; o dicho de otra manera, en las entrevistas se actúa raro. Aquí saldrían los verdaderos Donald y Elon, tan incomprendidos.

Se me ocurren muchas palabras para describir las dos horas de charla entre estos dos multimillonarios, rara podría perfectamente ser una de ellas. Se habló de inmigración, de geopolítica, de economía y hasta de cambio climático. Pocas cosas que se dijeron pasarían una mínima verificación de datos. Se conectaron casi millón y medio de personas, y aunque millones más podrán escuchar la conversación en la cuenta de X de Musk si quieren, es realmente poco para influir de alguna manera estás elecciones. Además, oírlos no dará muchas novedades. Hablaron a sus seguidores y no hubo ninguna polémica porque estuvieron de acuerdo en casi todo. Al final Musk dijo que lo apoyaba, Trump lo agradeció, y todo siguió igual.

La próxima semana se celebrará la Convención Demócrata en Chicago, donde Kamala Harris y Tim Walz se darán un baño de masas y reconfirmarán que el partido entero está con ellos —eso es si logran silenciar suficientemente a la facción que busca un compromiso a un embargo de armas a Israel, que ha interrumpido ya varios discursos recientes de Harris y que posiblemente tiene la capacidad de poner en jaque una eventual victoria contra Trump—. Después, el 10 de septiembre, será el primer cara a cara entre los ya confirmados candidatos presidenciales, y es posible que haya otros dos debates más.

En los últimos días hemos asistido al baile de Walz y los “raros”, y aunque puede parecer que este sea el ritmo de aquí en adelante, los 85 días que faltan son suficientes para que pase cualquier cosa. Más vale que después del mes y medio que acaba de pasar haya quedado clara la lección de que la música puede cambiar de un momento para otro.

Más noticias sobre las elecciones de EE UU

Después de este resumen del nuevo tablero electoral, aquí dejo varias piezas para que completen su conocimiento de las últimas novedades en las elecciones presidenciales de Estados Unidos:

La campaña de Trump se lanza a recuperar la iniciativa en EE UU frente al impulso de Harris. Los republicanos describen a la vicepresidenta como una progresista “radical”. El expresidente opta por el insulto y regresa a la red social X.

Análisis | Las encuestas en EE UU: Kamala Harris supera por primera vez a Donald Trump, por Kiko Llaneras. La nueva candidata ha dado la vuelta a los sondeos. Con los demócratas revitalizados, la carrera presidencial vuelve a ser un suceso de cara o cruz.

Opinión | ¿Puede una palabra derrotar a Donald Trump?, por Antoni Gutiérrez Rubí. Al llamarlo “sencillamente raro”, Tim Walz, el candidato demócrata a la vicepresidencia, puso nombre a un concepto que no existía: cómo actúa el expresidente y su ejército de seguidores.

Análisis | La campaña de Elon Musk, por Marta Peirano. Cabe preguntarse qué influencia está teniendo en las elecciones de Estados Unidos el único usuario de X capaz de modificar el servicio para garantizar su visibilidad y la de sus amigos.

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