‘El imperio de Ámsterdam’ y ‘Sin gluten’, sexo, drogas y alta cocina
Los sainetes y el esperpento han encontrado dignos sucesores en los guionistas de las series de ficción autóctonos apoyados, eso sí, por distinguidos políticos
La serie holandesa El imperio de Ámsterdam nos habla, básicamente, de la venganza de una esposa despechada y humillada porque su compañero la abandonó por una joven. Nada nuevo bajo el sol salvo que el villano es también el propietario de Jackal, una importante red de locales en los que se vende legalmente cannabis. Y un dato relevante: ya en 2015 los productores de marihuana de la región holandesa de Brabante generaban un volumen de negocio anual cifrado en 1.000 millones de euros.
Naturalmente, cuando algo mueve tal cantidad de dinero es inevitable la presencia de las ma...
La serie holandesa El imperio de Ámsterdam nos habla, básicamente, de la venganza de una esposa despechada y humillada porque su compañero la abandonó por una joven. Nada nuevo bajo el sol salvo que el villano es también el propietario de Jackal, una importante red de locales en los que se vende legalmente cannabis. Y un dato relevante: ya en 2015 los productores de marihuana de la región holandesa de Brabante generaban un volumen de negocio anual cifrado en 1.000 millones de euros.
Naturalmente, cuando algo mueve tal cantidad de dinero es inevitable la presencia de las mafias, locales e internacionales, y es en ese ambiente de codicia es en el que se mueven nuestros protagonistas Jack van Doorn y su vengativa esposa Betty a lo largo de los siete capítulos de la primera temporada que exhibe Netflix.
Y de la afamada frase “sexo, drogas y rock and roll” parece ser que hemos pasado a la de “sexo, drogas y alta cocina” suponemos que debido en parte a programas como MasterChef en la que los fogones son las reinas de la casa, o a gastrónomos como Julio Camba, Nestor Luján y Manuel Vázquez Montalbán.
Sin gluten es la serie que recoge el sentir de los nuevos tiempos en la que un chef en caída libre por su alcoholismo (Diego Martín) no tiene más remedio que seguir esa ya al parecer tradición española de volver a vivir en la casa de sus padres, con una estupenda Marta Fernández Muro libre y maternal. La vuelta al redil conlleva, también, volver como profesor a la escuela culinaria en la que comenzó como alumno y en la que comparte profesorado con un Adam Jezierski, probablemente el personaje más divertido de la serie, un pretendido y autoproclamado influencer que alardea de coche, reloj y capacidad seductora y que resulta ser un fantasmón patético que en alguna medida recuerda al Palomero de Mira lo que has hecho, de Berto Romero.
Sin gluten, creada por Araceli Álvarez de Sotomayor, Javier Aguayo y Germán Aparicio para la 1 y Prime Video, con un reparto coral en el que figuran Antonio Resines, tan sólido como siempre, Alicia Rubio, Iñaki Ardanaz, Richard Collins-Moore, entre otros, demuestra, o eso creemos, que los sainetes y el esperpento han encontrado dignos sucesores en los guionistas de las series de ficción autóctonos apoyados, eso sí, por distinguidos políticos como Mazón, Gamarra y Núñez Feijóo.