“Ana Obregón desmiente a ‘The New York Times”
No tiene culpa alguna de los viajes que hayan hecho sus amistades y sus amores, pero el empeño por recalcar que lo que vivió entonces respondió al típico sueño de las que quieren ser princesas, resulta irritante a finales del 2025
La noticia publicada por The New York Times que menciona la relación entre Ana García Obregón y Jeffrey Epstein demuestra dos cosas: que España no te la acabas y que si Obregón no existiera, habría que inventarla. Ella siempr...
La noticia publicada por The New York Times que menciona la relación entre Ana García Obregón y Jeffrey Epstein demuestra dos cosas: que España no te la acabas y que si Obregón no existiera, habría que inventarla. Ella siempre está ahí, para que nosotros bailemos. Como cuando nació su nieta y nos preguntamos si la paternidad es un derecho o los vientres de alquiler son otra forma de explotar a las más vulnerables.
Ya había hablado de Epstein en sus memorias, pero como dice y le pasan tantas cosas, le hicimos poco caso. Pero salir en The New York Times no es poca cosa, así que Y ahora Sonsoles, donde trabaja como colaboradora, la tuvo en plató. Antes, hubo un debate y se escucharon perlas: “Él era un hombre muy atractivo y ella una muñeca”. Acabáramos.
Ana, como el resto de nosotros, no tiene culpa alguna de los viajes que hayan hecho sus amistades y sus amores, pero el empeño por recalcar que lo que vivió entonces respondió al típico sueño de las que quieren ser princesas resulta irritante a finales del 2025, al menos para la que escribe. Menos mal que en esa mesa estaba Isabel Rábago, que con la asertividad que normalmente la viste pronunció lo más sensato de la tarde: “Me niego a dulcificar la historia de un depredador sexual”, “no pongamos color a esto como si fuera un cuento de Navidad”.
Y llegó ella, Ana, con 262 mensajes por leer en su teléfono móvil. Y se adornó como siempre y se mostró sorprendida y asqueada como la que más por haber confiado en ese hombre tan guapísimo, educadísimo y riquísimo del que ahora reniega. Ese que la llevó en su Rolls-Royce a sus clases en el Lee Strasberg de Nueva York y al que llamó cuando salió en las noticias para decirle que le odiaba. Negó los problemas financieros de su familia y en la pantalla apareció un rótulo: “Ana Obregón desmiente a The New York Times”. Terminó su intervención diciendo: “Desde aquí condenar a todos los asquerosos pedófilos, que desgraciadamente por la ley del sí es sí siguen saliendo. Tengo que meter la pulla que si no, no me quedo tranquilita”. En el plató se escuchó: “Haces muy bien”. Como si una cosa tuviera que ver con la otra. La tontería de España es otra de las cosas que no se acaban.