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Antonia Dell’Atte, la tele pública y el labial rojo

Hay días en los que dan ganas de apagar la tele y apuntarse a la demagogia y otros en los que a la que, cuando se hace bien, RTVE merece hueco en estas 400 palabras

El lunes 24 de noviembre el programa La tarde, aquí y ahora, presentado por Juan y Medio y Eva Ruiz, emitido por Canal Sur, llevó a una señora que manifestó que no recordaba un solo día de alegría durante sus años de matrimonio. Juan, que es un hombre que escucha y deja que los invitados tiren del hilo sin interrupciones, pidió a su invitada que contara algo que había sucedido en maquillaje. Y ella contó que había pedido que le pintaran los labios de rojo, que era al...

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El lunes 24 de noviembre el programa La tarde, aquí y ahora, presentado por Juan y Medio y Eva Ruiz, emitido por Canal Sur, llevó a una señora que manifestó que no recordaba un solo día de alegría durante sus años de matrimonio. Juan, que es un hombre que escucha y deja que los invitados tiren del hilo sin interrupciones, pidió a su invitada que contara algo que había sucedido en maquillaje. Y ella contó que había pedido que le pintaran los labios de rojo, que era algo que su marido no le dejó hacer, “porque el rojo es de fulanas”. Así que pidió el rojo más rojo de todos los rojos. “Estoy muy contenta”, dijo, que es el mejor de los resúmenes posibles que puede hacer una de sí misma.

Al día siguiente, 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, en Directo al grano, presentado por Marta Flich y Gonzalo Miró en TVE, emitieron una entrevista con la modelo Antonia Dell’Atte, otra mujer con los labios rojos. Minutos de televisión pública en los que una mujer conocida por todos narró otro matrimonio, el suyo, en el que hubo poca alegría y mucha violencia. Y esa misma noche, la Rai, cadena pública italiana, emitió Siempre habrá un mañana, la maravillosa película de Paola Cortellesi estrenada en 2023, que es la historia de una mujer que decide dejar de estar tutelada y asustada en un matrimonio en el que hay golpes y desprecio. Lo hace por ella y por su hija mayor, para que su futuro sea otro muy distinto al suyo. También se maquilla cuando cierra la puerta para no volver.

No son pocos los que reducen la televisión pública a un nido de bribones, cuentistas y vagos, asalariados a sueldo de uno u otro partido. Los que desprecian sin saber lo que hay ahí dentro, en esas redacciones que se parecen tanto a cualquier otro lugar de trabajo.

Y aunque hay días en los que dan ganas de apagar la tele y apuntarse a la demagogia, facilona y gratis, hay otros días en los que a la que escribe se le pone cara de alegría y piensa que cuando se hace bien, merece hueco en estas 400 palabras. En los que por encima de las siglas y el meh están las personas que empujan, que deciden y que aprueban qué emitir y qué significa la televisión pública. Hay días en los que un labial rojo va más allá del efecto buena cara.

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