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La otra isla de las tentaciones

Tiene que haber largos momentos en los que los concursantes hablen de sus vidas respectivas, de sus trabajos reales, de sus familias

Como seguidora de La isla de las tentaciones creo que tengo derecho a pedir otro enfoque: pido que se nos muestren los brutos que nos son negados. Según la escaleta, el tiempo que pasan en el resort de República Dominicana lo emplean en: beber, bailar, toquetearse en el jacuzzi, y pasar la resaca. ...

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Como seguidora de La isla de las tentaciones creo que tengo derecho a pedir otro enfoque: pido que se nos muestren los brutos que nos son negados. Según la escaleta, el tiempo que pasan en el resort de República Dominicana lo emplean en: beber, bailar, toquetearse en el jacuzzi, y pasar la resaca. A veces también lloran o gritan, hacen dominadas, toman el sol. Pero eso representa pocas horas del día. Tiene que haber largos momentos en los que hablen de sus vidas respectivas, de sus trabajos reales, de sus familias. En alguna ocasión a los editores se les ha escapado algún corte en el que los participantes hablan de la vida en común con esas parejas a las que aman con locura, pero a las que más pronto que tarde van a ser infieles.

Una chica contaba que su novio (cantante, boxeador) se pasaba el día “jugando a la Play”. Otra decía que su chico solo estaba interesado en el gimnasio. Esos son los datos que de verdad quiero conocer. ¿Qué vida llevan las mujeres que pagan implantes mamarios a plazos en clínicas de dudosa reputación? ¿Qué clase de ciclos sanos se inyectan estos muchachos? ¿Cómo fueron sus primeros novios? ¿Cómo decidieron que la persona a la que tenían enfrente iba a ser el padre o madre de sus hijos? ¿Qué infancia tuvieron? ¿Creen en los extraterrestres, en la vida ultraterrena? ¿Aman a sus padres o sienten un profundo resquemor hacia ellos? ¿Qué votan? ¿De qué hablan mientras la señora de la limpieza recoge, paciente y resignada, las vomitonas que a buen seguro aparecen cada mañana en porche, salón, y piscina?

Creo que en este programa se nos niega un lado frágil y patético donde nos veríamos reflejados y, ahí sí, no se iba a reír nadie. A cada nueva edición voy a Instagram y agrando sus fotos para intentar dilucidar de qué es cada tatuaje. Algunos los he logrado ver bien, otros no. En todas las ediciones hay unos cuantos que se han grabado en la piel diseños gratuitos del Canva (el Photoshop del pobre), imagino que tras buscar “luna”, “corazón” o “atrapasueños” en Google imágenes. Los tatuajes, se supone, dicen mucho de una persona, pero a mí me dice casi más la distribución de estos. A cuántos centímetros de piel está su fecha de nacimiento (letras góticas) del lobo aullando a la luna. Quizás, si los veo todos, pueda entenderles.

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