‘Dexter: Resurrección’: Otro regreso impecable
Uma Thurman se suma al elenco del nuevo tirabuzón narrativo de la ya franquicia creada por Clyde Phillips, que sigue fiel a su fórmula, y a la vez, la lleva aún más lejos, con sentido del humor y un Michael C. Hall que todo lo hace posible
Digámoslo alto y claro antes de empezar: lo mejor de Dexter —la ya franquicia— será, siempre, Michael C. Hall. Y, por supuesto, Clyde Phillips, el tipo que hay tras tan impecable artefacto, que, a medida que avanza en su imposible narrativa —la del asesino como superhéroe, un superhéroe maldito, o, mejor, oscuro, inatrapable— da lecciones de cómo una trama puede retorcerse hasta lo indecible si no se pierde el espíritu y el sentido del humor. Un sentido del humor que en Dexter ha estado ahí desde el principio, en una suerte de autoparodia que a la vez parodia al género —el noir de comisaría, un Ripley desenfocado y para todos los públicos— y en el que la actitud de Hall, el tono con el que interpreta al famoso asesino marciano —la idea fue al principio que su falta de empatía le obligase a aprender a ser humano como si viniera de otro planeta— es fundamental.
Bien, dicho esto, situémonos. Dexter Morgan había desaparecido del mapa. Después de librarse de Debra, su hermana policía —con quien seguía discutiendo en su cabaña en la nieve, solo que ella era un fantasma para entonces—, había huido, se había cambiado de nombre —en un guiño al autor de los libros en los que se basa la serie, Jeff Lindsay, se había hecho llamar Jim Lindsay—, y se había vuelto un tipo social, un cazador de ciervos que trabaja de cara al público en la pequeña y nevada Iron Lake. Allí lo había encontrado su hijo, Harrison —recuerden, el hijo que tuvo con Rita, y que, como él, había “nacido en la sangre”, porque había aparecido junto a su madre asesinada, en un charco de sangre, como el propio Dexter—, que después de una serie de rocambolescas historias, le había disparado un tiro en el pecho, y dado por muerto.
De ahí lo de Resurrección del título de la nueva (y cuarta) serie en SkyShowtime, porque el frío impidió que la bala llegase de la forma adecuada al corazón y, sí, Dexter no murió. Cuando arranca la serie, lleva en coma un puñado de semanas. Y despierta. La manera en que Phillips —el citado showrunner— sostiene tan tambaleante edificio es admirable. Porque se ciñe a lo básico. Traer de vuelta cada uno de sus pilares. La aparición, a modo de espectro con el que mantener conversaciones del padre de Dexter —un clásico desde la primera temporada— se amplía aquí y los que le dan la bienvenida en ese Más Acá de la inconsciencia, el limbo previo a la muerte, son todos los famosos asesinos a los que el asesino en serie de asesinos dio muerte. La acción apuntala el tono —de sorpresa esperada, de vuelta a casa, en algún sentido, pero siempre distinto— que ha hecho de Dexter esa rara avis por la que el tiempo no pasa.
Pero la familiaridad —que vuelve tan compacta la serie, no importa el tiempo que pase, ahí está Hall con la misma exacta expresión y, a la vez, algo distinto, y ahí están las frases míticas y los rituales, porque Dexter es una serie sobre la rutina, sobre lo macabro de toda rutina— no sería nada si no tratase de llevar a su protagonista cada vez algo más lejos. Esta vez, el doble mortal lo ejecuta mudándose a nada menos que Nueva York. Y eliminando la perfección de Dexter Morgan de la ecuación. Porque el asesino es Harrison, que ha aprendido de su padre —recordemos la anterior temporada, en la que el chico aprendió a descuartizar a los malos, en la que aprendió las rutinas de todo asesino en serie bueno que se precie—, y ha iniciado su propio camino. En un sitio, además, hiperpoblado: el Hotel Empire, donde trabaja de botones.
Con un inicio así, las expectativas del espectador que conoce la dramaturgia —ese cometer crímenes, y errores, y estar a punto de que te pillen y que jamás lo hagan— se vuelven altísimas. Y lo mejor es que el show las colma. Porque aplica tan impecablemente la fórmula que la sensación es que jamás se ha salido de él. Es decir, que la vida ha continuado dentro de la pantalla para Dexter Morgan como para cada uno de nosotros fuera. En esa vida, y en esta temporada, lo que nos espera es un padre orgulloso, y un cambio de rol, adecuadísimo para el cambio de condición de Dexter, que acabará convirtiéndose, quién sabe, en el espectro en el que se convirtió para él su padre adoptivo, el creador del Código. El as en la manga es Uma Thurman, en un papel jugosísimo, que solo hace el comeback aún más interesante. Véanla.