Montoyas y Canteros
Imagino que las gracietas hiperventiladas de Montoya harán que los directivos de Mediaset se froten las manos viendo como crece la audiencia, pero por mucho que el ‘share’ alimente sus arcas, sin David Cantero, son mucho más pobres
A David Cantero le gustó su cameo involuntario en Señoras del (h)ampa. En la divertidísima serie que Telecinco maltrató durante dos temporadas, Toni Acosta se entregaba a los placeres solitarios mientras veía al presentador ejercer sus labores. Eran tiempos menos revueltos; hoy las únicas secreciones corporales que pueden provocar las noticias son las lágrimas. Cantero encajó bien el gag, conocía el terreno en el que jugaba. Combinar el desparrame de la cadena amiga y...
A David Cantero le gustó su cameo involuntario en Señoras del (h)ampa. En la divertidísima serie que Telecinco maltrató durante dos temporadas, Toni Acosta se entregaba a los placeres solitarios mientras veía al presentador ejercer sus labores. Eran tiempos menos revueltos; hoy las únicas secreciones corporales que pueden provocar las noticias son las lágrimas. Cantero encajó bien el gag, conocía el terreno en el que jugaba. Combinar el desparrame de la cadena amiga y el rigor informativo requería versatilidad y a Cantero le sobra. También confiabilidad, esencial en un formato tan delicado; aportaba, además, hechuras de galán.
La pareja que formaba con María Casado resultaba tan atractiva que más bien parecían actores interpretando a presentadores. Su adiós entristece a los que seguimos informándonos por los denostados “medios tradicionales”, pero sorprende poco; se suma a los de Pedro Piqueras y José Ribagorda. Afirman que tras alguna de esas despedidas hay motivos económicos, aunque no se me ocurre nada más rentable que invertir en credibilidad.
Dirán que a ver quién busca información en la cadena de los realities y los polideluxe, y en esa pregunta hay cierta desmemoria. A mí el 11S me lo contó Àngels Barceló y el 11M, Montserrat Domínguez. Su escrupulosa cobertura de la crisis del Prestige les valió un Ondas y hubo un tiempo en el que La Mirada Crítica, conducida por Vicente Vallés, era lo que había que ver para salir de casa informado. Aquella Telecinco era líder de audiencia y eso no se consigue si los espectadores huyen de tus espacios informativos. Barrunto que ese pensamiento estuvo tras la sorprendente contratación de Carlos Franganillo. Arrebatar a la pública uno de sus baluartes presagiaba un nuevo rumbo para una cadena que pretendía ser “blanca y familiar”, aunque más bien parecía un movimiento para deshacerse de Sálvame. No querían que Telecinco fuese blanca, solo que no fuese “roja (y de maricones)”. Una decisión fatal que terminó con la otrora cadena líder viéndose superada hasta por las cadenas de pago, al menos hasta que el fenómeno Anita, Manuel y Montoya ha disparado su prime time.
No ha sido gracias a ser blanca ni familiar (¿será una puya que los ex-Sálvame se trasladen a TVE llamándose La familia de la tele?, quiero creer que sí), sino a uno de esos realities tóxicos marca de la casa. Imagino que las gracietas hiperventiladas de Montoya harán que los directivos de Mediaset se froten las manos viendo cómo crece la audiencia, pero por mucho que el share alimente sus arcas, sin David Cantero son mucho más pobres.