El crimen de Los Galindos, todavía sin resolver, revive de la mano de una investigación periodística y un ‘true crime’ audiovisual
Francisco Gil Chaparro reedita ‘Los Galindos, el crimen de los silencios’, el primer y monumental trabajo sobre uno de los episodios más fascinantes de la crónica negra española. El libro acompaña a una ficción y una docuserie sobre los asesinatos
Cuando Francisco Gil Chaparro entró en contacto con el crimen de Los Galindos en 1995, 20 años después de ocurridos los hechos, era un joven redactor de sucesos y tribunales en El Correo de Andalucía, y el asesinato múltiple estaba a punto de prescribir sin haber encontrado culpables. “El director del periódico de entonces me encargó hacer una doble página para recordar todo el proceso aprovechando la efeméride, pero rápidamente la historia me atrapó, tenía mucho más que un reportaje. Es más...
Cuando Francisco Gil Chaparro entró en contacto con el crimen de Los Galindos en 1995, 20 años después de ocurridos los hechos, era un joven redactor de sucesos y tribunales en El Correo de Andalucía, y el asesinato múltiple estaba a punto de prescribir sin haber encontrado culpables. “El director del periódico de entonces me encargó hacer una doble página para recordar todo el proceso aprovechando la efeméride, pero rápidamente la historia me atrapó, tenía mucho más que un reportaje. Es más, me llegó a obsesionar, había aún tantos interrogantes que intenté resolverlos por mi cuenta y pedí que me liberaran de otras tareas”, explica el periodista en una soleada mañana sevillana a las puertas de los juzgados de Sevilla donde, durante muchos meses, cada pasillo se convirtió para Gil Chaparro en un camino hacia la verdad de un escalofriante caso de cinco crímenes ocurrido en medio del más absoluto de los misterios. Las dos páginas iniciales se convirtieron en 13 capítulos de una serie periodística con fotografías inéditas y datos hasta entonces desconocidos de la investigación que fue estudiada en las aulas de la entonces Facultad de Ciencias de la Información de Sevilla y que dio lugar más tarde a un libro publicado en 1998 y reeditado ahora por la editorial andaluza El Paseo: Los Galindos, el crimen de los silencios.
Este monumental trabajo, nacido del afán de muchos años de un profesional del periodismo que acudió a cada fuente, a cada documento, a cada dato, regresa también como base documental del fervor audiovisual que ha vuelto a traer a la actualidad este hecho paradigmático de la crónica negra española, cuando está a punto de cumplirse el 50º aniversario del suceso real, gracias a la serie de ficción El marqués y al documental Los Galindos. Toda la verdad, ambos producidos este año por Mediaset España.
Los Galindos, el crimen de los silencios es el colofón profesional de Francisco Gil Chaparro justo en el año de su jubilación y que, “tras tantas películas, series y documentales de gran difusión”, muchos de ellos trufados por decenas de leyendas que orbitaron alrededor de los hechos, propone “una investigación documentada, con la intención de dejar claro qué se sabe a día de hoy y qué no podremos saber jamás sobre este escabroso suceso. Se recoge todo lo que existe desde el día de los asesinatos, el 22 de julio de 1975 —cuando él tenía 16 años—, hasta que prescribieron los hechos”, explica.
A juicio del periodista, el crimen de Los Galindos ejerce una atracción tan poderosa para la ficción y el género de true crime porque contiene “todos los ingredientes” que lo convierten en un episodio fascinante de la crónica negra de España. A saber: sigue siendo un crimen sin resolver, con los brutales asesinatos de cinco humildes empleados de un cortijo andaluz, Los Galindos (situado en el municipio sevillano de Paradas) en los estertores del franquismo, propiedad de la esposa del ya fallecido Gonzalo Fernández de Córdova y Topete, marqués de Valparaíso y Grañina y Grande de España quien, junto con su administrador de fincas, Antonio Gutiérrez Martín, es a día de hoy uno de los principales señalados por la sombra de la sospecha como autores intelectuales o materiales del crimen, pero sin que la justicia pudiera nunca encontrar pruebas convincentes para incriminarlos. “Es más, este fue un crimen del que nunca hubo acusados formales”, recuerda el periodista.
A todo esto se suma el desastroso inicio de la actuación judicial, aunque Gil Chaparro prefiere no utilizar adjetivos y se remite a los hechos: “Esto nunca se ha averiguado porque cuando las muertes ocurren, en una calurosa tarde de verano de 1975, los jueces titulares de la zona estaban todos de vacaciones, el primer juez que llega al escenario del crimen no lo hace hasta 24 horas más tarde y ese día, cuando se corre la voz por el pueblo de lo sucedido, el cortijo se llena de gente. Allí se tocó todo, se destruyeron pruebas, se manipularon las armas con la que se cometieron los asesinatos y, claro, se borraron muchas huellas”, relata.
No obstante, el primer juez encargado del caso le relató al periodista que “la Guardia Civil, en los primeros momentos, le tenía al tanto de todo y estaba segura de que iba a resolver el crimen en pocos días. Pero la sorpresa llega cuando, a los veinte días, la Guardia Civil cierra el caso echándole la culpa a uno de los asesinados, un mozo del cortijo llamado José González. Se saca una teoría muy peregrina inventándose esta autoría y el juez inmediatamente archiva”, repasa Gil Chaparro.
Este veredicto rotundamente desmentido con posterioridad se mantuvo firme durante 8 años, hasta que un nuevo juez decide reabrir el caso y exhumar los cadáveres, cuya autopsia dio como resultado que el que se creía el autor material de los crímenes había sido igualmente asesinado e incluso amputados sus miembros antes de lanzarlo a una pira crematoria improvisada con la paja del cortijo. ¿Qué pasó entonces para que un caso de estas características se archivara de manera tan precipitada y se mantuviera dormido durante casi una década? “Hay cosas que no se pueden decir porque no hay pruebas, pero un hecho es que el marqués de Grañina se había reunido unos días antes con el capitán militar de Sevilla. Y en esa época, el poder militar en España prevalecía sobre cualquier otro, también sobre la Guardia Civil. Que el lector saque sus conclusiones”, apunta el autor.
Preguntado por la existencia de un nuevo libro escrito por uno de los cinco hijos del marqués de Grañina, Juan Mateo Fernández de Córdova, titulado El crimen de Los Galindos: Toda la verdad y clave en la producción de la serie documental, el periodista sevillano cree que es “poco riguroso desde el punto de vista científico, pero claro, da mucho juego, el autor es el hijo del marqués, un Fernández de Córdova, título que desciende directamente del Gran Capitán, es un grande de España. Aunque yo lo veo desde el punto de vista periodístico y no aporta ninguna prueba”, admite.
Así las cosas, el testimonio documental de Francisco Gil Chaparro, insiste el autor, no intenta “dar soluciones o lanzar teorías peregrinas”, más bien al contrario, ejerce la contención de atenerse a lo que se sabe de forma prácticamente incuestionable —si es que hay algo así en este asunto— y señalar los misteriosos cabos sueltos que dejaron los silencios testimoniales —el pueblo de Paradas, en Sevilla, sigue hoy día sumido en un absoluto mutismo—, una investigación primeriza y una instrucción judicial llena de accidentes. Tantos que en un último giro de guion incomprensible, el sumario del caso desapareció misteriosamente de los juzgados de Sevilla y a día de hoy sigue en paradero desconocido.