‘Sangre y dinero’: la estafa del siglo inspira la comedia humana de la Francia actual
El cineasta Xavier Giannoli y el actor Vincent Lindon se basan en hechos reales para construir una serie de ficción que, como los relatos de Balzac, observa las pasiones de todo un país (y un continente)
“Ahora mismo, la ficción es la mejor forma de contar cómo funciona el mundo. Es la que capta la realidad o, al menos, parte de ella”. Lo dice el cineasta Xavier Giannoli, hijo de afamado periodistas francés. “Si miras las portadas de los periódicos franceses, es difícil encontrar un solo aspecto en el que se pongan de acuerdo. Ya no hay hechos, solo quedan opiniones”, lamenta el director en París, donde presenta Sangre y dinero, la que es su primera serie de televisión.
Pre...
“Ahora mismo, la ficción es la mejor forma de contar cómo funciona el mundo. Es la que capta la realidad o, al menos, parte de ella”. Lo dice el cineasta Xavier Giannoli, hijo de afamado periodistas francés. “Si miras las portadas de los periódicos franceses, es difícil encontrar un solo aspecto en el que se pongan de acuerdo. Ya no hay hechos, solo quedan opiniones”, lamenta el director en París, donde presenta Sangre y dinero, la que es su primera serie de televisión.
Precisamente fueron los periódicos los que dieron a conocer a Giannoli la llamada estafa del siglo que inspira a su ficción, a partir del libro homónimo del periodista Fabrice Arfi. El escándalo comenzó en 2005, cuando la Unión Europea implementó un impuesto sobre el carbono para luchar contra el calentamiento global. La medida dio pie a que una banda organizada con efectivos en varios puntos del mundo defraudara en los años siguientes entre 10.000 y 20.000 millones de euros con el IVA de empresas fantasma.
El que ha sido el gran éxito de la ficción francesa reciente es un thriller financiero y emocional que no necesita de grandilocuencias ni explosiones para construir su afilada tensión. En sus primeros seis capítulos (ya disponibles en Filmin, que estrena los otros seis el 26 de marzo), se instalan las bases de una historia de pasiones que va más allá de la avaricia.
En la ficción concebida con Giannoli (que acaba de adaptar Las ilusiones perdidas, a partir del texto de Balzac), un policía con un sólido código moral y aire trágico interpretado por Vincent Lindon investiga el caso. Rastrea de forma incansable la unión improbable entre un grupo de delincuentes de Belleville, el barrio parisino construido por la inmigración, y un millonario adicto al juego y al riesgo.
Sangre y dinero indaga en la polémica y gigantesca estafa. Aunque, como no deja de ser una ficción, construye su propia cronología de los hechos y reinventa o fusiona algunos de sus personajes principales para diagnosticar a la Europa actual, enferma del más cínico de los capitalismos.
Al realismo de Balzac, Giannoli le aplica una pizca de Dostoievski. “Fabrice Arfi es periodista y en su libro recopila hechos. Para ello, se centra en los personajes. Yo prefería fijarme en las sombras de los personajes; quería mostrar cómo los tiempos actuales hablan a través de ellos”, comenta el director, un gran seguidor de los preceptos narrativos de Martin Scorsese.
Su padre, Paul Giannoli, que falleció durante el rodaje de esta serie, fue responsable involuntario de su vocación cinematográfica. Con ocho años, durante un mareante viaje en barco de Córcega a Marsella, le llevó al pequeño cine que había en la embarcación a ver Toro salvaje. También a través del cine le inculcó un código moral. “Su película favorita era Carros de fuego. Cuando aparecían esos corredores que parecían ángeles caídos del cielo, me decía: ‘ese es el tipo de hombre al que tienes que parecerte”, recuerda. Los antagonistas de Sangre y dinero son el exacto opuesto de ese referente. Pero Giannoli no puede evitar sentirse atraído por un tipo de personajes “que son víctimas de sí mismos”, dice.
Para evidenciar que la corrupción y las bajas pasiones colonizan todos los estratos franceses, Niels Schneider interpreta en Sangre y dinero al joven rico Attias, un rol que comenzó a grabar Gaspard Ulliel poco antes de morir en un accidente de esquí en enero de 2022. Ramzy Bedia completa al reparto principal como Fitous, uno de los estafadores que fusiona su picaresca callejera con las argucias financieras de Attias, para crear esas empresas fantasma en el sector ecológico. Los dos encarnan ese conflicto de clase que el director tan bien conoce. Su padre era un hombre de Córcega hecho a sí mismo a través del periodismo y su madre una hija de la alta sociedad parisina.
Un héroe trágico
El encargado de explicar al espectador de forma indirecta la estafa que dispara las tramas de Sangre y dinero es el personaje más complejo, encarnado por Vincent Lindon. El ficticio exdirector del Servicio Nacional de Aduanas Judiciales Simon Weynachter persigue con fiereza a esta banda de criminales. Lo hace también por sí mismo, para huir de su caos personal. Mientras domina con destreza las complejidades de esta trama financiera, es incapaz de ayudar a su hija toxicómana.
“Como refleja la realidad de Simon, nadie controla o deja de controlar las cosas. Puedes ser el mejor en tu carrera, el más poderoso, el más moral, pero no hay nada que te permita evitar aspectos externos, como la enfermedad o el dolor de tus seres cercanos”, comenta Lindon, también en París.
El actor quiso volver a colaborar con Giannoli, con quien ya había coincidido en la película La aparición (2018), atraído por una historia que encierra en 12 capítulos: “crimen, dinero, amor, impuestos, ecología, drogas, lo difícil de ser padre, y de ser hijo...”, enumera. El éxito que está cosechando es solo un extra que no entraba en los cálculos de Lindon, aunque prolonga una buena racha en su carrera que comenzó hace casi una década. Protagonizar La ley del mercado (2015), de Stéphane Brizé, le dio sus primeros premios tras más de 30 años de profesión: nada menos que el César y galardón a mejor actor en el festival de cine de Cannes. También le ha permitido participar otros hitos recientes del cine francés, como Titane y Fuego.
Como nada está bajo nuestro control, Lindon intenta disfrutar por el camino. “La ley del mercado era una película sin presupuesto, que costaba dos euros y que íbamos a grabar en menos de dos semanas con una cámara más pequeña que mi mano. Lo hice porque no tenía nada que perder. Es más fácil encajar un fracaso haciendo algo que al menos te apasiona que con algo que encima te aburre”, defiende.
Puedes seguir EL PAÍS Televisión en X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.