Ana Mena y el síndrome de ‘La ruleta de la suerte’
Mientras el vestuario de Jorge Fernández se ajusta a las estaciones, la azafata Laura Moure luce invariablemente un ‘look’ playero. Lleva sucediendo desde que la ruleta gira, aunque resulte cada día más trasnochado
Que el desparpajo de Ana Mena fue una de las sorpresas de la Nochevieja es indudable. También su don para el marketing, tiembla, Santiago Segura. No sólo coló títulos de sus canciones, sino que consiguió el aplauso generalizado al sustituir la copa de cava por un margarita porque las tradiciones están para demolerlas —y porque a casi nadie le gusta realmente el cava—, aunque más que espontáneo el gesto apunte a calculado patrocinio de una marca de tequila.
La bebida mexicana habría tenido sentido en m...
Que el desparpajo de Ana Mena fue una de las sorpresas de la Nochevieja es indudable. También su don para el marketing, tiembla, Santiago Segura. No sólo coló títulos de sus canciones, sino que consiguió el aplauso generalizado al sustituir la copa de cava por un margarita porque las tradiciones están para demolerlas —y porque a casi nadie le gusta realmente el cava—, aunque más que espontáneo el gesto apunte a calculado patrocinio de una marca de tequila.
La bebida mexicana habría tenido sentido en manos de Jenni Hermoso, flamante fichaje de los Tigres de Nuevo León, pero la delantera estaba allí como símbolo de valores más elevados. También tuvo la misión de entregar la capa a Ramón, un gesto tan común como anómalo. De haber observado la escena una civilización extraterrestre —por qué no, los omicronianos veían Abogada soltera—, habrían apostado que la prenda acabaría sobre la desabrigada Mena. Los terrestres tenemos claro que así hubiesen llegado miles de capas a los platós ninguna habría arropado a Mena, Pedroche, Fitch o Pardo.
Las mujeres nunca tienen frío en televisión, es el síndrome de La ruleta de la suerte. Mientras el vestuario de Jorge Fernández se ajusta a las estaciones, pasa de chinos y polos a la pana y la lana, la azafata Laura Moure luce invariablemente un look veraniego. Lleva sucediendo desde que la ruleta gira pese a que cada día resulta más trasnochado. El problema no está en la piel de Moure, faltaría más, más bien en que jamás suceda a la inversa, imagino que por culpa de ejecutivos (y ejecutivas) casposos, aunque tengo la certeza de que hay mucho público al que le encantaría que Fernández le alegrase la sobremesa luciendo bíceps y muslos torneados. Las cadenas deberían demoler algunas tradiciones, brindo por ello, con margarita, por supuesto.
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