‘Operación Triunfo’ 2023: Chenoa, “empoderadita”
España ha cambiado desde 2002, pero la cantante, ahora presentadora del programa que la vio nacer, sigue siendo la misma. Y se los merienda a todos: concursantes, jurado y profesores
En noviembre de 2001 el número uno de Los 40 Principales era Analyse, de The Cranberries, y José María Aznar era el inquilino del Palacio de la Moncloa después de conseguir mayoría absoluta. En las calles no se escuchaba “Marlaska maricón” pero veníamos de exigirle a Jordi Pujol que hablara castellano, recordándole además que es una persona extre...
En noviembre de 2001 el número uno de Los 40 Principales era Analyse, de The Cranberries, y José María Aznar era el inquilino del Palacio de la Moncloa después de conseguir mayoría absoluta. En las calles no se escuchaba “Marlaska maricón” pero veníamos de exigirle a Jordi Pujol que hablara castellano, recordándole además que es una persona extremadamente baja. Y en medio de todo esto, en España se empezó a emitir la primera edición de Operación Triunfo, y desconocíamos que Laura Corradini, con cartulina en el pecho con el número 89, se convertiría en una más de la familia.
Hoy España es otra. Nacen por primera vez más hijos de mujeres solteras que de casadas, nos gobierna un señor mucho más alto que Pujol y Aznar y quedan pocas personas por tatuarse. Pero Chenoa sigue siendo la misma. Pronuncia expresiones terribles como “mi gente”, “empoderaditos”, “os love you mucho” y “cómo es este power que tienes tú en el cuerpo”. Pero ya no aspira a cruzar la pasarela, ahora presenta el programa que la vio nacer como icono de las rupturas amorosas del país, OT 2023, y la que manda es ella. En su casa y en la mía si quiere.
Ahora los concursantes vienen formados de casa, no tienen miedo a las cámaras porque han nacido con ellas y tienen nombres que no están incluidos en el santoral. Pero es Laura, con el 89 esta vez serigrafiado en la chaqueta, la que se los merienda a todos. A los aspirantes, al jurado y a los profesores. Como hace 22 años, cuando muchas mujeres aún no habían abierto los ojos, y le preguntaron si se dejaría poner minifalda. “Bueeeno, si me favorece sí. Mientras se mantenga el respeto hacia mí, todo estupendo”. Qué dormidas estábamos entonces. Menos ella. ‘Empoderadita’.
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