La mujer que dirige el VAR del Rosco de ‘Pasapalabra’

Hablamos con Lucía Sesma, la filóloga y lingüista que hace las veces de jueza del concurso de Antena 3. “Muchos profesores usan nuestras pruebas para enseñar en sus clases”, asegura

Lucía Sesma, la jueza de 'Pasapalabra', en el plató del concurso.Santi Burgos

Desde hace años, la filóloga y lingüista Lucía Sesma (Segovia, 43 años) se coloca en el control de realización de Pasapalabra justo al lado del director del programa. Lo hace con el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) y el María Moliner en mano. Ella es la encargada de decidir contra reloj si las respuestas que dan los concursantes en el Rosco, la célebre y decisiva prueba final del concurso, son correctas o no.

“Para este rol necesitan a alguien que pueda tomar decisiones con firmeza en muy poco ti...

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Desde hace años, la filóloga y lingüista Lucía Sesma (Segovia, 43 años) se coloca en el control de realización de Pasapalabra justo al lado del director del programa. Lo hace con el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) y el María Moliner en mano. Ella es la encargada de decidir contra reloj si las respuestas que dan los concursantes en el Rosco, la célebre y decisiva prueba final del concurso, son correctas o no.

“Para este rol necesitan a alguien que pueda tomar decisiones con firmeza en muy poco tiempo. Hay que ir muy rápido para que no se vicie el ritmo de la grabación. Además de determinar la validez de la respuesta, hay que encontrar los argumentos para sustentar esa decisión”, explica a mediados de septiembre desde el plató del que es el programa diario más seguido de la televisión. “Y se busca una actitud concreta: trabajar de forma precisa bajo presión, pero también ser versátil, porque estás trabajando de cara a un público. Los filólogos a menudo estamos encerrados en bibliotecas, escribiendo, y es un mundo distinto”, dice. Formada en Filología Hispánica, Sesma llegó a Pasapalabra en su época de Telecinco, con Christian Gálvez al frente. Aunque no dijo sí a la primera. Rechazó la oferta inicial del programa porque decidió marcharse a Dubai por amor. Tres años después, la dirección del programa volvió a llamar y, esta vez sí, se incorporó al equipo.

A la hora de encontrar a la persona adecuada, los responsables realizan una prueba puramente técnica: “te muestran varios casos que se habían producido en el pasado en el programa y te preguntan qué decisión tomarías”, desvela la jueza del espacio. En cuanto a la elaboración de las preguntas, es un equipo de guion formado por cuatro personas el que escribe la totalidad de las cuestiones del Rosco y de las pruebas previas y es Sesma quien se encarga de revisarlas. “En caso de que sea necesario, modifico de forma mínima la redacción y estoy pendiente en el día a día de si surgen palabras curiosas para proponerlas al equipo”.

Otra de sus labores es asegurarse que la elaboración de los dos roscos diarios sea equitativa, tanto en grado de dificultad de las palabras como en el rango de temáticas que tratan: “que no haya muchos sustantivos, que no haya muchos verbos, que no haya muchas palabras técnicas...”, comenta. “Las tripas de un rosco son interesantísimas. Hacemos un arranque algo más sencillo, porque tenemos que contar con que la gente tiene que divertirse en casa. A nadie le gusta comenzar con un bajón, aunque a veces ocurre que los concursantes fallan en la primera tanda, arruinando la intriga de si se llevarán el rosco ese día. O, al contrario, que aciertan luego las que creíamos que iban a ser más difíciles”.

De Orestes a Lilit

Hasta el momento, la relación con los aspirantes al bote ha sido buena, comenta la filóloga. A diferencia de lo que ocurre en el fútbol, es raro encontrarse con un participante muy protestón con las decisiones arbitrales. “Es un programa amable, familiar y no ha habido muchos problemas. Es verdad que la tensión aumenta cuando el bote crece, cuando una decisión tuya puede hacer que un concursante se lleve o no un millón de euros. En esos casos, aumentan las objeciones de los concursantes, aunque sin maldad. Es normal, porque ellos no tienen las fuentes delante como nosotros”, disculpa Sesma. Hay asuntos de resolución algo más compleja. Tal y como cuenta la experta, a veces no es lo mismo lo oficial que lo coloquial; lo que el diccionario refleja con la idea general que tenemos del uso de una palabra. Es en ese tipo de dudas cuando toma la decisión en equipo, junto al director que está en control de realización y junto a la subdirectora y el coordinador de guion, que están en plató.

Entre sus concursantes más recordados se encuentra Orestes. “Nos marcó mucho. Era maravilloso, por lo completo que era; sabía mucho y además era divertido”, recuerda. También Paz Herrera, quien se llevó 1,3 millones de euros del bote en 2014. “Te sorprendía siempre por su enorme cultura general”, cuenta. Y un caso único para Sesma fue el de Lilit Manukyan, nacida en Armenia y cuya lengua materna no es el español, pero que se llevó más de 300.000 euros. Ahora es una de las encargadas de retar a los concursantes de El cazador en las tardes de La 1.

“Yo era espectadora de vez en cuando, pero mis padres siempre han sido seguidores fieles, así que imagínate cuando les dije a ellos y a sus amigos que trabajaba en Pasapalabra… En el programa, nos hemos dado cuenta de que los niños también están muy enganchados, en especial desde que dimos el salto a Antena 3, con Roberto Leal y con la incorporación de la pista musical. Muchos profesores de primaria y secundaria y también los de español para extranjeros usan el rosco para enseñar en sus clases, como un recurso más lúdico”, apunta la filóloga.

Sesma confiesa que nunca se hubiera animado a participar en Pasapalabra como concursante. “Nunca lo haría. Por pudor y porque no creo que estuviera capacitada para afrontar la presión diaria que ellos afrontan. En los últimos tiempos, los concursantes se preparan como si fuera una oposición. No es para menos. Pueden ganar mucho dinero y es muy sugerente para ellos…”, dice. Prefiere sentir la satisfacción de seguir entreteniendo a los espectadores sin que su paso por el exitoso programa tenga una fecha de caducidad. “Mi hermano Daniel es auxiliar de enfermería. Cuando empieza el Rosco, es su señal para dar las cenas en su hospital. Y cuando termina el programa es cuando recogen. En los hospitales, es el momento que hacemos compañía a los enfermos”, comenta.

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