Columna

Bóxers o slips: ¿es útil engañar al pueblo?

Sánchez interpreta todos los registros para desmentir la imagen de autómata sin sentimientos que le han colgado, y el resultado es desconcertante: no sabemos qué presidente es el verdadero

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, en un acto sobre pensiones y empleo en Ferraz, el 21 de junio de 2023.EVA ERCOLANESE (Europa Press)

En 1777, el enciclopedista Jean le Rond d’Alembert alentó un concurso en la Real Academia Prusiana de Ciencias y Letras, a la que pertenecía, y convocó a los pensadores de Europa para responder esta pregunta: “¿Es útil engañar al pueblo?”. Entre los trabajos ganadores se encontraba el de un matemático francés, Frédéric de Castillon, que respondía indudablemente que sí. En sus argumentos ...

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En 1777, el enciclopedista Jean le Rond d’Alembert alentó un concurso en la Real Academia Prusiana de Ciencias y Letras, a la que pertenecía, y convocó a los pensadores de Europa para responder esta pregunta: “¿Es útil engañar al pueblo?”. Entre los trabajos ganadores se encontraba el de un matemático francés, Frédéric de Castillon, que respondía indudablemente que sí. En sus argumentos citaba a Platón, que en La república concedía a los gobernantes el derecho a mentir. Decía Castillon que la verdad solo es soportable “para los ojos de águila”. A los demás, “para no cegarlos, ha de mostrársela cubierta de velos que atenúen su excesivo brillo”.

José Miguel Monzón preguntó a Pedro Sánchez si usaba bóxers o slips, y el presidente respondió que ni una cosa ni la otra. Cabría deducir que no lleva ropa interior (aunque a mí me seduce más imaginármelo con unos calzoncillos marianos, como los de esos amigos cuarentones suyos a los que incomoda Irene Montero), pero en realidad no hablaba de llevar poca ropa, sino de su capacidad para vestir la adecuada en cada ocasión. Los velos con los que los gobernantes cubren la verdad son ahora de algodón cien por cien.

Es difícil encender la tele estos días y no ver al presidente en un plató. Incluso se ha montado uno en Ferraz para entrevistar a los ministros y jugar a ser presentador, como su antiguo vicepresidente. Pronto hará cameos en telenovelas turcas, pues trazas de galán no le faltan. Sánchez interpreta todos los registros para desmentir la imagen de autómata sin sentimientos que le han colgado, y el resultado es desconcertante: no sabemos qué presidente es el verdadero. Para proteger al pueblo del excesivo brillo de la verdad, este águila lo deslumbra a todas horas con su sonrisa de vendedor de enciclopedias, como las que escribía D’Alembert. La cuestión es: ¿cuántos se la comprarán?

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