¿Quién salva a ‘Sálvame’?
Todos los trabajadores del programa, jefes de La fábrica de la tele incluidos, se han enterado del fin del programa por la filtración de la noticia a la prensa. Un aplauso para Mediaset, eso es cuidar a tus proveedores
Que el brillo de sus imágenes no nos difumine el contorno: la televisión es un negocio lleno de muy malas costumbres. Muchas de ellas provocarían que cualquiera con un mínimo sentido de la dignidad laboral se echara a la calle. Por ejemplo, el despido vía prensa. Todos los trabajadores de Sálvame —jefes de La fábrica de la tele incluidos— se han enterado ...
Que el brillo de sus imágenes no nos difumine el contorno: la televisión es un negocio lleno de muy malas costumbres. Muchas de ellas provocarían que cualquiera con un mínimo sentido de la dignidad laboral se echara a la calle. Por ejemplo, el despido vía prensa. Todos los trabajadores de Sálvame —jefes de La fábrica de la tele incluidos— se han enterado del fin del programa por la filtración de la noticia a El Mundo. Un aplauso para Mediaset, eso es cuidar a tus proveedores.
Si en Sálvame hoy gozaran de la libertad de acción que les permitió convertirse en uno de los programas más innovadores de nuestra televisión, una vez superado el justo y necesario cabreo, alguien recorrería estos días los pasillos de Telecinco, seguido por una cámara, tratando de encontrar a la persona que ha filtrado la decisión de las alturas. Se volvería a hablar de la cúpula como antaño. Y, yo qué sé, se inventarían una sección titulada “Para lo que me queda en el convento” con todo lo que se han ido callando estos años.
Pero ya no son tan libres como antes —los fastos del 14 aniversario, recortados por la cadena, han sido una buena muestra de ello—, así que veremos hasta dónde les permiten llegar. En cualquier caso, aunque no les vayan a consentir morir de pie y por mucho que lo lamentemos, es mejor dejar de seguir viviendo de rodillas.
“No puedo dejar de pensar en Lydia Lozano”, me escribía el otro día un amigo. Lo entendí bien. Llevamos casi tres lustros viendo a unas personas merendar, llorar, reír, pelearse y bailar casi en la misma fracción de segundo. Cómo no vamos a sufrir por ellos. A especular con si habrán ahorrado lo suficiente para retirarse. A preguntarnos, en definitiva, quién los va a salvar ahora.
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