Shonda Rhimes: “Me educaron para creer que tenía poder y que debía utilizarlo”
La nueva serie de la guionista y productora viaja al pasado de la reina Carlota de ‘Los Bridgerton’. “Escribo sobre mujeres fuertes porque no conozco ninguna mujer débil. ¿Por qué haría eso?”, dice
Cuenta que, cuando empezaba en el mundo del guion, no tenía problemas en afirmar que su objetivo era dominar el mundo a través de la televisión. Se puede decir que, de alguna forma, Shonda Rhimes (Chicago, 53 años) lo ha conseguido, y lo ha hecho con el entretenimiento, que tiene más mérito todavía. Su primera serie como creadora fue ...
Cuenta que, cuando empezaba en el mundo del guion, no tenía problemas en afirmar que su objetivo era dominar el mundo a través de la televisión. Se puede decir que, de alguna forma, Shonda Rhimes (Chicago, 53 años) lo ha conseguido, y lo ha hecho con el entretenimiento, que tiene más mérito todavía. Su primera serie como creadora fue Anatomía de Grey, toda una institución en la ficción que aún sigue produciendo capítulos. Rhimes ha reivindicado con hechos una mirada a la sociedad más igualitaria, donde la raza y el género no son un problema para ser poderoso. De su productora, Shondaland, han surgido antiheroínas negras como la Oliva Pope de Scandal o la Annalise Keating de Cómo defender a un asesino. Y el color de piel no es un problema en los círculos de la alta sociedad británica en los que se adentra Los Bridgerton.
En su nueva serie, La reina Carlota: Una historia de los Bridgerton, que Netflix estrena el 4 de mayo, viaja al pasado del universo de una de las series más vistas de la plataforma para contar los orígenes del pintoresco personaje. Con peinados imposibles, actitud altanera y carácter un tanto fisgón, la reina Carlota creada por Rhimes (el personaje no existe en las novelas de las que bebe esta historia) se convierte ahora en protagonista de su propia miniserie para mostrar la llegada a la corte de la joven que se casará con el rey Jorge III y, al mismo tiempo, pone patas arriba el entorno clasista y racista de la Inglaterra georgiana. “Para mí, la reina Carlota es como la Beyoncé de su época. Tan glamurosa, tan interesante, quería ver cómo se transformó en todo eso”, dice Rhimes en una entrevista con EL PAÍS por videollamada a principios de abril.
Aunque hubo una reina Carlota y un rey Jorge III reales, la serie deja claro desde el primer segundo su distancia de la realidad. “Esta es la historia de la reina Carlota de Los Bridgerton. No es una clase de Historia, es ficción inspirada en hechos. Las libertades que se toma la autora son intencionadas”, reza un cartel inicial. La reina Carlota real nació en Alemania y algunos historiadores apuntan sus posibles orígenes norteafricanos. Solo seis horas después de conocer a Jorge III se casó con él en 1761. “La nuestra no es la historia de la reina Carlota real, pero investigué mucho sobre ella para luego poder separarnos de esa historia. No estábamos ligados a la historia real del personaje”. De la realidad, Rhimes incorporó, por ejemplo, la afición del rey Jorge III por la agricultura y la astronomía. De la reina Carlota le sorprendió el hecho de que tuviera 15 hijos —”creo que no llego a entender lo que significa para una mujer dar a luz tantos niños, es bastante impresionante”, dice la guionista—. También destaca su filantropismo, que se refleja en el hecho de que incentivara la construcción de hospitales y la creación de hogares para madres solteras.
Pregunta. En sus series, la raza juega un papel fundamental, aunque no se haga de forma explícita. La llegada de Carlota a la corte es toda una revolución. ¿Cuál es la importancia que da a la diversidad y la representación racial en sus series? ¿Por qué es importante para usted seguir ahondando en esos temas?
Respuesta. No es algo que de forma consciente piense que es superimportante. Solo es que nunca crearé una serie en la que no me pueda ver representada a mí misma. El mundo está lleno de gente de diferente tipo y quiero que mis series estén llenas de gente de diferente tipo.
Su reina Carlota es otra de las mujeres fuertes que protagonizan las historias de Rhimes, mujeres con carácter que reclaman su lugar en el mundo. “La gente suele preguntarme por qué creo mujeres fuertes, y la respuesta es sencilla: no conozco ninguna mujer débil, ¿por qué escribiría sobre eso? No me parecería real. Lo de que existen mujeres débiles es una fantasía que se debió inventar alguien”. Cuando se le pregunta por las posibles dificultades de las mujeres para ser escuchadas en los puestos de poder, Rhimes es tajante: “En Shondaland eso no pasa. Solemos decir que esta compañía es un matriarcado”.
P. ¿Alguna vez en su vida ha encontrado dificultades para ser escuchada?
R. Tuve la gran suerte de escribir Anatomía de Grey como mi primer trabajo para la televisión. Eso me concedió un lujo que creo que muchas mujeres no tienen, y es que el éxito trae unido el hecho de que se escuche la voz del creador de esa serie. Así que yo no tuve ese problema, pero sé que muchas mujeres lo tienen.
P. Ha dicho que La reina Carlota lanza la pregunta de cómo sobrevivir en un mundo en el que no tienes poder. ¿Se ha sentido así alguna vez?
R. Creo que nunca lo he sentido, he sido muy afortunada de crecer muy empoderada.
P. ¿Nunca? ¿Ni cuando empezaba?
R. Fue como me educaron. Mis padres me educaron para creer que tenía poder, da igual que fuera grande o pequeño, estaba ahí y estaba para ser utilizado. Es algo que me gustaría que pudieran sentir muchas mujeres. En la serie ves cómo la reina Carlota joven aprende cuál es su poder. Poder ver eso es realmente poderoso.
Las series de Shonda Rhimes llevan el entretenimiento por bandera, con tramas adictivas y llenas de giros. Según la guionista, el objetivo de sus producciones es entretener, no educar o lanzar mensajes políticos o sociales. Durante años, su entretenimiento tuvo como hogar la televisión en abierto. Ahora Rhimes tiene un contrato multimillonario para producir series en exclusiva para Netflix. Ese traslado ha alterado la extensión de sus historias: ha cambiado las temporadas de 22 o 24 capítulos de la televisión en abierto por miniseries —La reina Carlota tiene seis episodios; ¿Quién es Anna? tuvo nueve— o temporadas cortas —cada entrega de Los Bridgerton tiene ocho capítulos—. ¿Echa de menos poder extenderse, o da gracias a Dios por el auge de las miniseries? Rhimes ríe con carcajada por primera vez en la entrevista. “Me encantaba escribir series para los canales en abierto. Me encanta ese ritmo y la cantidad de historia que permitía contar en cada temporada. Pero la agenda es brutal, es un episodio nuevo cada ocho días”.
Como máxima responsable de la serie, ha supervisado el trabajo de todos los departamentos encargados de desarrollar el universo de La reina Carlota, desde vestuario, peluquería y localizaciones hasta el casting. Pero a pesar de todas las tareas que conlleva la supervisión total de una serie, Rhimes se describe, por encima de todo, como una guionista. “El mayor reto siempre en cada nueva serie es la escritura. En esta tuve que escribir todos los episodios casi al mismo tiempo que estábamos grabando. Estoy acostumbrada a eso, pero fue un poco más rápido de lo habitual. Soy muy crítica conmigo misma y siempre quiero asegurarme de que la escritura es exactamente como quería que fuera. Como showrunner tengo la fortuna de estar rodeada de gente increíble y creo que si dejas a la gente hacer su trabajo, serán buenos en su trabajo”.
P. ¿Cómo gestiona el éxito? ¿Le ha cambiado la vida?
R. Claro que creo que el éxito cambia tu vida de muchas formas. En mi caso, tuve que averiguar cómo hacer hueco en ese mundo para tener espacio para mí misma, para vivir la vida. Eso me tomó un tiempo.
P. ¿Alcanzar la cima en el trabajo ha cambiado las metas que tiene en su vida?
R. Mi mayor objetivo en lo laboral siempre es contar historias geniales, así que mi ambición en ese sentido no ha cambiado. Para el próximo año mis metas son llevar al público La reina Carlota y terminar a tiempo la próxima temporada de Los Bridgerton. Creo que con eso es suficiente. Y lo siguiente importante que haré será tomarme un tiempo de descanso para pensar en las historias que quiero contar a continuación.
P. ¿Me dice que usted tiene tiempo libre?
R. Sí, sí, [ríe]. He aprendido a asegurarme de tener el espacio creativo necesario para escribir.
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