‘Los ensayos’: La insoportable aleatoriedad del ser

Cuanto más trata Nathan Fielder de acotar las posibilidades de cada encuentro en esta serie documental de HBO Max, más se evidencia que su propósito es vaciar el mar con un colador. A ver si al final va a estar más cerca de Diderot de lo que parece

Nathan Fielder, en la reproducción del bar del primer capítulo de 'Los ensayos'.

Nathan Fielder vs Diderot. No es un combate real. Ni un Celebrity Deathmatch, aquel programa de la MTV que ponía a pelear en stopmotion a figuritas de celebridades. Es un resumen del propósito de Nathan Fielder, creador televisivo, actor y cómico, en Los ensayos, su última serie documental (HBO Max). Fielder prepara al protagonista de cada capítulo para una situación imprevi...

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Nathan Fielder vs Diderot. No es un combate real. Ni un Celebrity Deathmatch, aquel programa de la MTV que ponía a pelear en stopmotion a figuritas de celebridades. Es un resumen del propósito de Nathan Fielder, creador televisivo, actor y cómico, en Los ensayos, su última serie documental (HBO Max). Fielder prepara al protagonista de cada capítulo para una situación imprevisible (por ejemplo, enfrentarse a la reacción de un amigo tras revelarle que le has mentido) colocándole en unas circunstancias lo más parecidas posibles a las que se va a encontrar —replica escenarios naturales y utiliza a actores que imitan a sus futuros interlocutores—. En ese entorno, ensayan una y otra vez su manera de conducirse y prevén alternativas ante imponderables.

Fielder no lucha contra Diderot, pero sí contra su Espíritu de la escalera. La locución, patrimonio del filósofo francés, se refiere a esa situación en la que a uno se le ocurre la frase precisa para responder a un interlocutor justo después de haber terminado la conversación con él, cuando ya está bajando la escalera. Los ensayos es, pues, el paroxismo de esa composición de lugar que todos nos hacemos antes de abordar una situación difícil. Y cuanto más trata Fielder de acotar las posibilidades de cada encuentro, más se evidencia que su propósito es vaciar el mar con un colador. Puede crear una ilusión de seguridad, pero la futura realidad es imposible de secuestrar.

El espíritu de la escalera proviene de La paradoja del comediante, la obra en la que, Diderot demuestra el milagro de la representación escénica: un actor fingiendo emociones las provoca en el espectador. Y todo esto lo hace mediante un diálogo teatral, la pipa de Magritte un siglo antes. A ver si al final Fielder va a estar más cerca de Diderot de lo que parece.

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