Columna

‘Mi vida con 300 kilos’: un diamante entre la mierda

Los programas de cambio de imagen están pensados para vapulear al débil sin mancharse las manos. Pero no es siempre así

Un fotograma del programa 'Mi vida con 300 kilos'.Vídeo: TLC

Hay una tradición de programas sobre cambios de imagen: Cambio radical, Cámbiame, Princesas de barrio, Soy lo que como, Tu estilo a juicio, La báscula, o el seminal Reina por un día. Nos gusta ver cómo el patito feo se convierte en cisne, pero, cuando la fábula pasa de enseñanza a entretenimiento, las cualidades positivas se diluyen en un mar de crueldad. En el lenguaje audiovisual cada plano es una apuesta por una forma de pensar. ¿Qué se enfoca y por qué? Recordarán a “La Chon gorda” de Murcia, quien saltó a la ¿fama? tras el reportaje de En el punto de mira. Chon, la má...

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Hay una tradición de programas sobre cambios de imagen: Cambio radical, Cámbiame, Princesas de barrio, Soy lo que como, Tu estilo a juicio, La báscula, o el seminal Reina por un día. Nos gusta ver cómo el patito feo se convierte en cisne, pero, cuando la fábula pasa de enseñanza a entretenimiento, las cualidades positivas se diluyen en un mar de crueldad. En el lenguaje audiovisual cada plano es una apuesta por una forma de pensar. ¿Qué se enfoca y por qué? Recordarán a “La Chon gorda” de Murcia, quien saltó a la ¿fama? tras el reportaje de En el punto de mira. Chon, la más obesa de una familia paupérrima, desayunaba una caja de galletas maría, varias barras de pan, y jamón en barra entre otras viandas, y se liaba entre la bulimia y la homosexualidad. ¿Era estrictamente necesario sacar ese momento? Chon nos hizo reír, pero no con Chon, sino de Chon. Dicen en Forocoches que ha muerto. A saber.

Los programas de cambio de imagen llevan a una mujer pobre (suele ser mujer) a la tele para que nos dé pena y luego nos maravillemos de lo que el dinero puede hacer por ella. Entonces pensamos qué haría ese mismo dinero con nuestra muy superior materia prima, pero no tenemos ese dinero.

En DKiss emiten uno de esos programas de relleno que nunca ganarán premios ni recibirán elogios. Se llama Mi vida con 300 kilos, y es la primera vez que veo este género televisivo donde entre el sensacionalismo se cuela la humanidad. ¿Cómo puede ser que un producto que no aspira a nada hable más de las causas de la obesidad que de lo anecdótico? Supongo que igual que es imposible televisión de entretenimiento sin incurrir en algún pecado venial, es posible que de vez en cuando aparezcan diamantes entre la mierda.

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