Los viajeros del tiempo
‘La mujer del viajero del tiempo’ y ‘Las luminosas’, un drama romántico y un thriller metafísico, comparten la misma premisa: los desplazamientos en el tiempo, pero ahí acaban sus coincidencias
Todas las buenas series se parecen unas a otras, pero cada serie mala lo es a su manera. Un año después apenas recuerdo nada de la notabilísima Reservation dogs, pero sé que el único capítulo que toleré de Feria: la luz más oscura permanecerá en mi mente hasta el rigor mortis. De...
Todas las buenas series se parecen unas a otras, pero cada serie mala lo es a su manera. Un año después apenas recuerdo nada de la notabilísima Reservation dogs, pero sé que el único capítulo que toleré de Feria: la luz más oscura permanecerá en mi mente hasta el rigor mortis. De La mujer del viajero del tiempo me intrigaron las críticas despiadadas, garantía de experiencia inolvidable, también comprobar cómo iban a lidiar con la historia de un hombre que sufre un desorden genético que le lleva a viajar por el tiempo de manera incontrolada, lo que provoca que cuando conozca a su futura esposa él sea un hombre adulto (y desnudo) y ella tenga seis años. Este es el incómodo germen de una supuestamente conmovedora historia de amor, pero, aunque consigas obviar al elefante adulto y desnudo en la habitación, todo en la serie de HBO Max es teatral, cursi y raro como una balada de José María Cano.
También viaja en el tiempo el feminicida de Las luminosas, producida y protagonizada por Elisabeth Moss. Como las buenas series se parecen a otras rebosa clichés: hay un periodista de pelo aceitoso que ahoga sus demonios en tequila, —Wagner Moura con esa mirada de basset hound que ya puso al servicio de Pablo Escobar en Narcos— y el enésimo asesino aparentemente indestructible, pero todo lo redime Moss que pone su ilimitado talento al servicio de un thriller metafísico con múltiples capas. Hay elemento fantástico, sí, pero no es una serie de fantasía. Lo que grita son los saltos temporales, pero de lo que habla en susurros es de la revictimización, de cómo la cotidianidad de la violencia contra las mujeres las invisibiliza y de la dificultad de completar un puzle vital cuando estás recogiendo tus propias piezas. Ya podía ser fantasía.
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