¿Quién mató a Olof Palme?
La serie ‘Una conspiración sueca’ aborda a través de la comedia negra y con personajes estrafalarios uno de los acontecimientos más traumáticos para la sociedad de su país
En junio de 2020 se puso punto final oficialmente al misterio que envolvió el asesinato del primer ministro sueco Olof Palme 34 años antes. La noche del 29 de febrero de 1986, Palme y su esposa Lisbet salían de un cine en Estocolmo, sin escoltas, y en el camino de vuelta a casa él recibió dos...
En junio de 2020 se puso punto final oficialmente al misterio que envolvió el asesinato del primer ministro sueco Olof Palme 34 años antes. La noche del 29 de febrero de 1986, Palme y su esposa Lisbet salían de un cine en Estocolmo, sin escoltas, y en el camino de vuelta a casa él recibió dos tiros por la espalda y murió antes de entrar en el hospital. El asesinato del socialdemócrata, primer ministro del país entre 1969 y 1976 y entre 1982 y 1986, supuso un trauma enorme para la sociedad sueca. Tras años de pesquisas y suposiciones, en 2020 la Fiscalía cerró el caso confirmando al sueco Stig Engström, conocido como El Hombre de Skandia y que se suicidó en el año 2000, como autor de esos disparos. Sin embargo, el que esté muerto hizo que las dudas sobre la resolución (los motivos del asesinato, por qué tardó tanto tiempo en cerrarse el caso...) permanezcan.
Toda esta historia es bien conocida para la sociedad sueca. Pero no para George English, el inmigrante estadounidense protagonista de la serie Una conspiración sueca (en Filmin). English bastante tiene con sus problemas: sin hablar apenas sueco y, por tanto, sin apenas posibilidad de trabajar, con mujer e hija, tiene que hacer frente lo antes posible a la gran deuda que tiene con Hacienda. En su intento por hacerse con dinero rápido, se lanza a buscar un gato perdido en el barrio. Cuando acude a devolvérselo a su dueña descubre que la mujer estaba obsesionada con dar con la identidad del asesino de Palme. La cosa es seria: todavía se ofrece una recompensa de 50 millones de coronas suecas (unos cinco millones de euros) para quien resuelva el misterio. El optimismo de English le lleva a pensar que podrá resolver lo que en Suecia no han logrado esclarecer en más de 30 años. Para ello, contará con la ayuda de un amigo periodista necesitado de temas con gancho para atraer a los lectores en internet (bastante divertida la sátira que se marcan de la transformación digital de los medios tradicionales), una bibliotecaria a punto de jubilarse y el autor de un libro sobre las supuestas conspiraciones que envolvieron el caso. Eso sí, sus vidas corren peligro: un asesino a sueldo que sufre ansiedad sigue los pasos de este peculiar cuarteto.
El asesinato de Palme se ha tratado en ensayos, novelas, películas, series, documentales… El propio Stieg Larsson, autor de la saga Millennium, estaba obsesionado con el caso. Esta producción le da una vuelta de tuerca al asunto y lo lleva al terreno de la comedia conspiranoica con tintes dramáticos. Es fácil engancharse al estrambótico protagonista, interpretado por Schiaffino Musarra, también creador y guionista de la serie, y a sus peculiares técnicas de investigación. Como profesor suplente en un instituto, no se le ocurre forma mejor de romper el hielo con sus alumnos que preguntar qué saben sobe el asesinato de Olof Palme, una pregunta real porque él tampoco es que sepa mucho. Esos estudiantes serán después los protagonistas de una reconstrucción de los últimos minutos con vida del primer ministro que provocará quejas entre los padres y estupefacción en el centro escolar.
La temporada de seis capítulos tiene una primera mitad notable, con el planteamiento del caso, la presentación de personajes y la introducción de las teorías en torno a lo que sucedió realmente, y una segunda mitad que aguanta como puede el tipo, bajando el nivel a medida que se enmaraña la trama y entran en acción más y más personajes y más y más villanos. Lo mejor, comprobar que en Suecia no todo es tan perfecto como a veces pensamos y que su ficción da para mucho más que thrillers fríos y de ritmo pausado. La comedia negra y el punto estrafalario también funciona muy bien a la sueca.
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