Apasionante
Dicen que las pasiones alimentan la vida y los sueños de la gente. Y son muy diversas, aunque sospecho que en esta época están a la baja
Dicen que las pasiones alimentan la vida y los sueños de la gente. Y son muy diversas, realistas, imaginarias, artísticas, amorosas, excéntricas, aunque sospecho que en esta época están a la baja, que lo único inaplazable es eludir al bicho y buscarse el sustento, tarea problemática si no se milita en profesiones tan seguras como la política y el funcionariado. Por ello, me sorprende gratamente que algunas personas todavía mantengan pasiones. Por ejemplo, la periodista Ana Pastor cuando asegura al final del ...
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Dicen que las pasiones alimentan la vida y los sueños de la gente. Y son muy diversas, realistas, imaginarias, artísticas, amorosas, excéntricas, aunque sospecho que en esta época están a la baja, que lo único inaplazable es eludir al bicho y buscarse el sustento, tarea problemática si no se milita en profesiones tan seguras como la política y el funcionariado. Por ello, me sorprende gratamente que algunas personas todavía mantengan pasiones. Por ejemplo, la periodista Ana Pastor cuando asegura al final del debate sobre las elecciones catalanas: “Vamos a seguir aquí durante tres días apasionantes”. Qué bonito poder gozar de días apasionantes cuando para la inmensa mayoría del personal los días son grisáceos, angustiosos, interminables, sombríos.
Desconozco la audiencia televisiva que ha obtenido la batalla entre políticos que buscan votos para lograr la victoria del prosaico y ancestral negocio consistente en qué hay de lo mío. También ignoro las ganancias publicitarias de Atresmedia con este debate, pero intuyo que mogollón de enclaustrados renunciaron con indiferencia o cansancio al apasionante espectáculo de observar a los patrióticos litigadores en busca de poder. Poder para lograr la felicidad de su amado pueblo catalán, por supuesto.
Y resulta hilarante que los competidores le exijan al keatoniano e involuntariamente cómico Illa que se enmascare, ya que solo el Altísimo sabe si se ha vacunado o no. También son contundentes las convicciones de una señora muy alta, con sonrisa de suficiencia o de plástico, y de un tipo con pinta de monaguillo con futuro, de que el fascismo no es una opinión sino un crimen. Y la indignada respuesta del señor que representa a Vox: “¿Se atreven ustedes a llamar fascistas a cuatro millones de votantes españoles?”. Qué manía en no asumir calificaciones que han disfrutado de infinito esplendor. ¿Qué fue del orgullo de tantas multitudes adorando a Hitler, Mussolini, Franco, Stalin, Mao y Trump? Qué obsesión la de todo cristo suplicando el carné de demócrata.