Columna

Cuando el tiempo mata de aburrimiento

Pocas series más inconscientemente disparatadas que esta producción francesa

Una imagen de la serie 'El tiempo mata'. En vídeo, el tráiler de la serie.

Que el tiempo mata es una obviedad pero que lo que mate de aburrimiento sea la serie francesa El tiempo mata es una redundancia. Pocas series más inconscientemente disparatadas que la dirigida por Rome Claude-Michel (AMC, Movistar +) y situada en Córcega, por cierto, lo mejor de la serie.

La sinopsis es, incluso, sugestiva: “Un fatídico accidente en el pasado, vidas rotas y secretos familiares convergen en El tiempo mata, una serie que sigue la búsqueda de la verdad de Clotilde Idrissi (Mathilde Seigner) cuando regresa a Córcega veinticinco años después del accidente de co...

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Que el tiempo mata es una obviedad pero que lo que mate de aburrimiento sea la serie francesa El tiempo mata es una redundancia. Pocas series más inconscientemente disparatadas que la dirigida por Rome Claude-Michel (AMC, Movistar +) y situada en Córcega, por cierto, lo mejor de la serie.

La sinopsis es, incluso, sugestiva: “Un fatídico accidente en el pasado, vidas rotas y secretos familiares convergen en El tiempo mata, una serie que sigue la búsqueda de la verdad de Clotilde Idrissi (Mathilde Seigner) cuando regresa a Córcega veinticinco años después del accidente de coche que se cobró la vida de sus padres y de su hermano, y se convence de que su madre sigue viva”. Después viene lo visto.

El tiempo de pubertad de la protagonista, los noventa, recuerdan las más infames películas de juventud del tiempo de los yeyés cuando siempre era domingo en coches descapotables. La joven quinceañera se enamora de quien descubrirá es el amante de su madre. Su padre tiene un desliz con una enloquecida lugareña a la que embarazará. La madre de la enloquecida es una bruja piruja corsa y, naturalmente, los corsos son el no va más del orgullo y la defensa del honor. Pues bien, 25 años después del desgraciado accidente de tráfico vuelve Clotilde al lugar de los hechos, con un marido que pese a llevar más de una década casado besa y abraza a su desabrida mujer 10 o 12 veces por capítulo.

Si la madre sigue viva, o no, 25 años después de oficialmente muerta es la guinda del pastel. Ya lo dijo Cabrera Infante antes y mejor: “Hay que hacer una campaña en la ONU, dónde sea, para declarar genocida al tiempo”.

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