Cualquier apocalipsis nos impresiona
Subo la apuesta: si no viviéramos en nuestro propio colapso, 'El colapso' nos dejaría indiferentes, aunque cuenta algo mucho peor que lo que nos pasa a nosotros
Las reacciones a El colapso (Filmin) son una buena noticia: indican que nuestro propio apocalipsis real no nos ha insensibilizado ante otros apocalipsis de ficción, que nos angustian igual que antes. Puede que más, porque no pocos de los apóstoles de la serie han visto en ella una profecía, dado que se produjo en Francia en 2019.
Subo la apuesta: si no viviéramos en nuestro propio colapso, El colapso nos dejaría indiferentes, aunque cuenta algo mucho peor que lo...
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Las reacciones a El colapso (Filmin) son una buena noticia: indican que nuestro propio apocalipsis real no nos ha insensibilizado ante otros apocalipsis de ficción, que nos angustian igual que antes. Puede que más, porque no pocos de los apóstoles de la serie han visto en ella una profecía, dado que se produjo en Francia en 2019.
Subo la apuesta: si no viviéramos en nuestro propio colapso, El colapso nos dejaría indiferentes, aunque cuenta algo mucho peor que lo que nos pasa a nosotros. Los capítulos narran un verdadero derrumbe de la civilización, sin dinero, energía ni comida. Pasado el deslumbramiento de los dos primeros, la serie se revela como una más del saturadísimo género apocalíptico. Incluso una peor, porque el recurso a narrar todo en plano secuencia y la autonomía de las historias la hacen previsible y tediosa, con la sensación de que el apocalipsis se ha estancado. Me dan ganas de darle al botón de adelantar para que el fin del mundo no sea tan lento y los personajes (por lo general, odiosos y mezquinos, sin un rastro de barniz heroico) colapsen de una vez.
Los creadores de este fenómeno francés apadrinado por el exquisito Canal Plus son un colectivo de cineastas jóvenes llamado Les Parasites. Se conocieron en la EICAR, la elitista Escuela Internacional de Cine y Televisión de París, y la serie tiene un aire de trabajo de fin de carrera, de demostración de técnica y talento (esos planos secuencia, que son la medida que usan los directores de cine para vacilar ante sus colegas de que tienen un plano secuencia más largo que los de los demás), que sin duda impresionará al profesor más escéptico.
Como trabajo académico, merece una matrícula de honor, pero si nos acongoja como relato de fin del mundo es porque estamos blanditos e impresionables.