Opinión

Rosalía en ‘Lo de Évole’: Mejor que ‘Resistiré’

Se le agradece a la catalana el entender que esto iba de dejar que nos acercáramos nosotros a ella, no de que ella se acerque a nosotros

Rosalía, en un instante de su charla con Jordi Évole el domingo en 'Lo de Évole'

La publicitada charla entre Rosalía y Jordi Évole, este domingo en Lo de Évole, al final son ocho minutos y cuatro segundos desde la casa de un mánager en Miami, en la que está pasando Rosalía el confinamiento, obligatorio en Florida solo desde el pasado miércoles. Pero ella lleva ya encerrada varias semanas, porque si algo caracteriza la carrera de la de Sant Esteve de Ses Rovires es la capacidad para adelantarse a las cosas. Viste una camiseta de Purple Rain de Prince y se acerca a la cámara como si no supier...

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La publicitada charla entre Rosalía y Jordi Évole, este domingo en Lo de Évole, al final son ocho minutos y cuatro segundos desde la casa de un mánager en Miami, en la que está pasando Rosalía el confinamiento, obligatorio en Florida solo desde el pasado miércoles. Pero ella lleva ya encerrada varias semanas, porque si algo caracteriza la carrera de la de Sant Esteve de Ses Rovires es la capacidad para adelantarse a las cosas. Viste una camiseta de Purple Rain de Prince y se acerca a la cámara como si no supiera que el micro funciona a un metro de distancia. Tiene una dentadura fabulosa.

Rosalía acaba de despertarse. Cuenta que iba a sacar otro single, más de pista de baile, pero que decidió terminar de grabar Dolerme, más reposado, pues no veía mucho sentido en lanzar el otro tema ahora. Se arregla el flequillo, habla de lo mucho que le importa la música, algo que se da por hecho en alguien que hace música. Tal vez no en un rider de Deliveroo o un reponedor de supermercado. Pero en cantantes de éxito, pues como que sí. Cuenta que cocina, que escucha a Frank Sinatra y que cree que “de esta saldremos replanteándonos cosas”.

¿Cuáles? No, ella tampoco lo sabe, pero, al menos, no suelta ninguna ocurrencia. Hay gente que en momentos de zozobra se viene arriba, sin que nadie se lo pida. Rosalía, con elegancia y una sonrisa, se viene a un lado y se coloca justo en el sitio desde el que se pueden lanzar mensajes de optimismo sin parecer un iluminado y se sobrelleva esto con naturalidad sin parecer que te importa todo un pimiento, pues tienes terraza y la nevera llena. Cuando Évole le dice que antes de conectar con la artista ha hablado con una mujer que le ha fascinado, Rosalía queda igual de fascinada, incluso antes de que el periodista le narre los motivos por los que él ha sentido eso. La charla se hace tan cotidiana que hay momentos en qué uno piensa: ¿y todo esto a mí que más me da? ¿He apagado el horno? ¿Bajé la basura hoy?

Rosalía tiene dos doctorados en naturalidad y varios másteres en cercanía. Su personaje (si existe) es tan persona que jamás parece que finja (si finge) nada. Se le ve muy contenta de hablar con Évole, algo que, a menos que seas miembro de la Gürtel, se entiende. Y él sabe lo que le puede pedir a la charla con la artista, que es cierto desahogo y buen rollo sensato, algo que entre canciones del Dúo Dinámico, coreografías, directos de Instagram y demás parece que no terminamos de afinar. Un día, Rosalía no solo concederá una entrevista, sino que incluso regalará un titular. Un día dará verdaderos motivos a los que la odian para que lo hagan. Pero este no era el momento. Y se le agradece que haya decidido aferrarse a su sonrisa y su neutralidad, pero, sobre todo, que haya entendido que esto iba de dejar que nos acercáramos a ella, no de que ella se acerque a nosotros.

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