Un proyecto deSantander

Objetivo: salvar el planeta sin dejar atrás a las personas

Directivos de grandes organizaciones explican sus planes de descarbonización, economía circular, inclusión o diversidad, y su papel como tractores para que otras empresas avancen en sostenibilidad ambiental, social y de gobernanza

Klaus Vedfelt (Getty Images)

En el siglo XXI, el mundo se enfrenta a dos retos fundamentales: el del planeta y el de las personas”. Esta frase de Federico Gómez, director de Sostenibilidad de Grupo Santander, bien podría ser el titular de arranque de Radar Sostenibilidad, una nueva temporada del ciclo de charlas en el que EL PAÍS Retina, en colaboración con el Banco Santander, ha reunido a especialistas y responsables de grandes empresas para hablar, resumiendo mucho, de cómo salvar el planeta de una crisis climática evidente y amenazadora, garantizando su supervivencia, y sin dejar atrás a las personas.

“Es un reto mayúsculo”, resume, de nuevo, Gómez porque supone “combinar el crecimiento económico y el apoyo a las personas con el apoyo al planeta y la consecución del Acuerdo de París y la Agenda 2030″. Si los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que plantea la Agenda 2030 son el hilo conductor de Radar Sostenibilidad, los relacionados específicamente con el planeta (como el 7, dedicado a la energía, o el 13, sobre acción por el clima) centran el primer día de charlas, que lleva como gran pregunta-paraguas ¿qué pueden hacer las empresas para avanzar en los ODS medioambientales?

Predicar con el liderazgo

Gómez viene para explicar cómo puede ayudar la banca al proceso; María Malaxechevarría, directora general de Sostenibilidad de Endesa, lo hace para hablar del sector energético; mientras que Mónica Chao, directora de Sostenibilidad de Ikea en España, conversa sobre el papel que tiene una gran empresa de retail con el entrevistador, Jaime García Cantero, director de EL PAÍS Retina. Estas tres grandes compañías están descarbonizando su modelo de negocio y, de puertas para fuera, empujan a otras a avanzar por este camino.

“Tenemos un objetivo net zero para 2050″, declara Gómez, lo que significa que, en esa fecha, todas las actividades de la cadena de valor del Santander tendrán una huella de carbono cero neta. Para ello, dejará de financiar, progresivamente, actividades contaminantes (el carbón quedará eliminado de su cartera de negocios en 2030), está dedicando más esfuerzos a financiar actividades verdes y propone soluciones financieras más beneficiosas a aquellas empresas que transformen sus modelos de negocio a modelos más sostenibles.

Los proveedores de Endesa han de reunir una serie de requisitos en materia de sostenibilidad; si no los cumplen no pueden presentarse a sus licitaciones, según advierte su directora general de Sostenibilidad, María Malaxechevarría. Para cada obra concreta, la compañía energética exige requisitos específicos, de tipo ambiental, ético o social, que otorgará al aspirante que los reúna una valoración adicional, más allá de la económica. Para Malaxechevarría es un ejemplo de cómo las grandes empresas pueden hacer de tractoras, y lograr que “las más pequeñas se unan a este movimiento de la sostenibilidad”.

Una sostenibilidad en la que la descarbonización es condición necesaria pero no suficiente. “Un mix energético descarbonizado evitará el 55% de las emisiones globales, pero el 45% restante corresponde a la producción de bienes y al uso de la tierra, y aquí hay que hablar de gestión de los materiales”, alerta Malaxechevarría, abogando por un cambio de modelo económico que produce, consume y tira, y desvinculando el crecimiento económico del consumo de los materiales. Economía circular, en una palabra.

Ikea se ha propuesto ser neutra y circular para 2030; ha eliminado los plásticos de un solo uso; cada vez integra más materias primas secundarias en sus procesos de producción. Y apuesta por comunicaciones claras, transparentes sobre sus productos sostenibles: cuáles son, por qué, con qué materiales están fabricados, cómo lo logra, cómo puede el consumidor ahorrar agua o energía. “Tenemos la misión de ponérselo fácil al consumidor. Nuestros fans lo son más cuando los ayudamos a ser sostenibles, y su alegría es mayor cuando no tienen que pagar un precio adicional por serlo”, defiende Mónica Chao, de Ikea. “En España, hemos contribuido a que 20 millones de personas tengan una vida más sostenible y saludable gracias a las 3.700 referencias sostenibles que ofrecemos, y que suponen un 32% de las ventas”, revela.

Jóvenes participan en el campamento inclusivo de la ONCE.ONCE (Europa Press)

La primera sesión de Radar Sostenibilidad enfoca al planeta, pero es inevitable hablar de las personas. Como cuando Chao recuerda el más del millón de euros que Ikea ha invertido en España para ayudar al empleo, a las familias de los trabajadores y a las comunidades del entorno de sus instalaciones durante la pandemia. O cuando Malaxechevarría aboga por una “transición justa” y expone las medidas que Endesa ha adoptado para paliar los impactos de una decisión ambiental como ha sido el cierre de sus centrales de carbón. “Junto a la solicitud formal de cierre de una planta activamos cuatro líneas de actuación”, informa: búsqueda de empleo para su personal, que tiene prioridad en la contratación para el desmantelamiento de la instalación; búsqueda de actividad económica alternativa (como renovables) propia o de terceros; programa de formación; sostenibilidad del municipio, con medidas que compensen la pérdida de los ingresos fiscales derivada del cierre.

Pero es en la segunda sesión de este Radar Sostenibilidad (dedicada a las personas y con el subtítulo ‘¿Cómo pueden las empresas impulsar la diversidad, la educación y el desarrollo de las personas?’) donde se escucha, alta y clara, la palabra inclusión, en boca de Fernando Riaño, director de Relaciones Institucionales y Sostenibilidad del Grupo Social ONCE. Riaño la considera parte fundamental de una evolución hacia un mundo más sostenible. Y apuesta por las alianzas y la colaboración como el mejor camino para llegar a ella. “Somos lo que somos gracias al trabajo de muchas organizaciones y personas, y, por extensión, gracias a la sociedad española, que compra los productos de juego responsable de la ONCE”, remarca.

Dice Riaño que el empleo es una derivada importante de la inclusión. “Creemos que la discapacidad ha de estar presente en todo lo relacionado con el empleo verde”. Por eso, la ONCE busca hueco para las personas con discapacidad en nuevos caladeros laborales como el reciclado, la recuperación de residuos RAAES (eléctricos y electrónicos) o una logística de última milla más sostenible. Trabajos de calidad, con un ojo puesto en el mundo rural y el otro muy pendiente de evitar que las mujeres con discapacidad sufran una doble discriminación. Ellas cobran un 16% menos que los hombres con discapacidad, según remarca un informe sobre brecha de género en la discapacidad presentado por el Grupo Social ONCE y el clúster ClosinGap.

Igualdad, accesibilidad. Y diversidad, relevante en las empresas aunque solo sea por una mera cuestión de rentabilidad. “Si tú tienes una plantilla diversa, en cultura, edad o background, los procesos creativos van a ser mejores, y tendrás más ideas sobre la mesa”, afirma Belén Cano, responsable global de Talent Management & International Mobility de Banco Santander. Añade que la diversidad fomenta la innovación, y la atracción y retención del talento. “Nadie quiere trabajar en un sitio donde se discrimina”, acota, recordando que a las nuevas generaciones le gusta pertenecer a organizaciones diversas, que fomenten la meritocracia y que los mejores crezcan. Además, manejarla bien premia, y no hacerlo, penaliza. “Tu marca se puede ver perjudicada por una campaña en la que todo el mundo es igual”, advierte. Asimismo, asegura: “Tus clientes también son diversos; si tú lo eres, vas a saber mejor lo que buscan”.

Un lugar para todos

Una vez que ha quedado claro por qué es importante la diversidad dentro de una organización, que ya es un paso, toca medir. En el caso del Santander, con casi 200.000 empleados repartidos por todo el mundo, parece una tarea ingente. “Empiezas a medir dónde quieres poner los focos, y a hacer compromisos públicos”. Si hay pocas mujeres directivas, “nos comprometemos a que en 2025 haya entre un 40% y un 60% de mujeres en el consejo de administración, y un 30% en puestos directivos”, explica. El grupo ha analizado la equidad salarial de género, los procesos de selección, los planes de sucesión. Apoya una red de mujeres, otra LGTB, y una más de discapacidad que se está formando. Y es una de las 10 mejores empresas para trabajar según Great Place to Work.

Cano para un momento su discurso sobre la importancia vital de que una empresa sea diversa, toma aire, y agrega: “Y, aparte de todo lo demás, es que no es justo discriminar. Tu empresa ha de ser justa y ética”. Lo dice con énfasis, y después sonríe a su entrevistador. “Ese último argumento debería ser suficiente, ¿verdad? Pero es cierto que hay que explicar que la diversidad, además de ser justa, tiene todas estas implicaciones para el negocio”, reflexiona.

La labor de las pymes

En todas las entrevistas de este Radar Sostenibilidad aparece, de una u otra forma, antes o después, la necesidad de que la sostenibilidad, ambiental, social y de gobernanza, permee hasta la pyme. Pero en ninguna de manera tan explícita como en el discurso de Clara Arpa, que no solo es presidenta del Pacto Mundial de Naciones Unidas España, sino, también, CEO del Grupo Arpa, “una empresa familiar típica del tejido productivo de este país”, según la describe. Lamenta que, muchas veces, al hablar de estos temas “escuchamos a las grandes y nos dejamos fuera al 99% del tejido productivo español”, el que genera la mayoría del empleo. Su compañía inició el camino hacia la sostenibilidad con los ODS como guía. “Nos ayudó el Pacto Mundial, que cuenta con herramientas para que las pymes se metan en este mundo; porque nos da miedo, pensamos que es cosa de las grandes”, recuerda. El Pacto Mundial ha puesto el foco en cuatro de los 17 ODS: igualdad de género; trabajo decente y crecimiento económico; paz, justicia e instituciones sólidas; alianzas. “Hemos de cambiar la forma en la que hemos hecho las alianzas hasta ahora; no nos ha ido muy bien”, reconoce. Ve imprescindible la colaboración pública, privada, con el órgano que normatiza, con la academia y la comunidad científica. “Necesitamos mucha innovación”, insiste. Ella hubiera añadido, además, el ODS 12, sobre consumo responsable. “Las organizaciones a veces se olvidan los ODS más blandos, menos vinculados al planeta y más a las personas”, comenta el entrevistador, Jaime García Cantero. Arpa asiente y contesta: “Al final, las organizaciones son un conjunto de personas, y sus compromisos son compromisos de personas”.

Regenerar, formar y digitalizar

Museo compuesto con desechos plásticos en Gresik, en la isla de Java (Indonesia).R. PUDYANTO (getty images)

Qué modelos de consumo y crecimiento pueden reducir la desigualdad, mejorar el empleo y garantizar oportunidades para todos?”, plantea, como pregunta general, la tercera jornada de este Radar Sostenibilidad, centrado en la prosperidad. Isabel Garro, Global Sustainability Leadership Manager en Acciona, es una buena interlocutora para responderla. Porque acude a explicar cómo lo ha hecho una gran compañía dedicada a la energía y a las infraestructuras durante sus más de 30 años de experiencia en sostenibilidad. “Los primeros años la planteamos en términos de responsabilidad”. A partir del año 2000, cuando se lanzó el Pacto Mundial, pero aún no estaba la Agenda 2030, según puntualiza, “empezamos a pensar en tres R”. La primera, la ya citada de responsabilidad. La segunda, de resiliencia, “porque nos dimos cuenta de que, al actuar con responsabilidad, íbamos encontrando oportunidades”, señala.

La tercera, que acompañará a Acciona hasta 2030, es la regeneración. “No es suficiente con no hacer daño; hemos de ir hacia un impacto positivo en nuestro entorno”, subraya Garro. “Es el planteamiento típico de una empresa familiar que quiere perdurar en el tiempo”, le quita solemnidad a la decisión. Aunque lo cierto es que la tiene: el nuevo objeto social de la compañía fija la responsabilidad de generar desarrollo sostenible para las comunidades y entornos en los que opera, lo que incluye todos sus grupos de interés. “Entre el 55% y el 70% del PIB mundial ya está alineándose con sostenibilidad”, aporta. Descarbonización, ODS de prosperidad, alianzas, economía circular.

Alicia Muñoz Lombardía, directora de Gobierno, Cambio Climático, Regulación y Privacidad en Santander España, enfatiza el papel del sector financiero como catalizador del cambio de modelo. “Uno de los retos del banco es contribuir a un crecimiento inclusivo y sostenible, y a una sociedad mejor formada y capacitada para afrontar los retos”, expone, aterrizando su titular en acciones concretas, que arrancan con la financiación de una economía baja en carbono y de infraestructuras innovadoras e inteligentes. “Somos líderes en financiación de renovables”, puntualiza. Su objetivo, que reconoce ambicioso, es movilizar financiación verde por valor de 120.000 millones de euros.

Políticas inclusivas

Por el flanco inclusivo, el banco apuesta por la diversidad cultural; el trabajo con colectivos desfavorecidos, LGTBI o de discapacidad; el proyecto Generación 81, destinado al emprendimiento, formación y empoderamiento femenino. A lo que se suma una relación muy estrecha con el ecosistema de la pequeña y mediana empresa, que Muñoz Lombardía ejemplifica en el Programa One Digital, que, además de ofrecer productos financieros, permite a las pymes alinearse con los ODS, calcular su huella de carbono, conseguir un sello de sostenibilidad (útil a la hora de atraer inversiones) o acceder a los fondos de recuperación europeos o Next Generation, que califica de “gran oportunidad”. Insiste en que “no se trata solo de prestar dinero, sino de ofrecer conocimiento y herramientas para crecer y afrontar retos futuros”.

“Si la Agenda 2030 y los ODS son la brújula, la digitalización es una herramienta que nos va a permitir lograrlos antes y mejor”, tercia Lucía Velasco, directora general del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad. La experta destaca las “infraestructuras increíbles” de conectividad que tiene España, pero admite que esta no termina de llegar a todo el mundo. “Tenemos banda ancha en casi todo el territorio, pero luego llegas a un pueblo y no tienes la misma conexión ni cobertura”, diferencia. “Necesitamos una conectividad asequible y de calidad para todos”, afirma, defendiendo que se trata de un servicio tan básico como el de la luz.

Muchas brechas

Velasco reconoce que existe brecha digital en infraestructuras, pero también de acceso, de edad o formación, y de uso y habilidades. “Un tercio de las personas no tienen habilidades básicas en España; en Europa es casi la mitad”, informa.

“No es una brecha, son muchas”, matiza. “Tenemos una buena conexión, pero ¿puedo pagarla?”, plantea. “¿Tengo los equipos? Esta pandemia ha demostrado que no vale un ordenador para toda la casa”, prosigue. Sobre la brecha de género, denuncia: “Las mujeres no estamos siendo partícipes del diseño de esta revolución digital, no estudiamos estas carreras, no estamos en la dirección de las empresas que más crecen en el mundo, ni formamos parte de las decisiones de inversión”.

Para los próximos años, España se plantea como reto reducir las brechas digitales, profundizar más en la apertura de datos y apostar por la transparencia. “La autorregulación se ha demostrado que no es suficiente, hay que ir a regular, no dejarlo en una especie de código voluntario”, comenta Velasco refiriéndose a las grandes plataformas, y recordando que tanto Estados Unidos como China están replicando algunos estándares de privacidad de la Unión Europea. “Europa tiene que ser el ejemplo del mundo”, remacha. Para terminar con una reflexión: “La tecnología nos puede permitir, si la utilizamos bien, vivir mejor, y seguramente ser más felices”.

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