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Cómo entender los incendios para reinventar el fuego

Los incendios forestales son el cauce por el que transita la vida de Oriol Vilalta. El fuego arrasó el pueblo de Oriol Vilalta y años después, ya como bombero, perdió un amigo en un incendio. En su honor, 62 personas crearon la fundación que lleva su nombre para que futuras generaciones dejen de enfrentarse al fuego como enemigo.

Si la historia de Oriol te ha hecho pensar y tú también quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo

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Oriol Vilalta invita a traspasar la imagen superficial de los incendios forestales. Ha dedicado su vida a descifrar el enigma de las llamas: aquellas que convirtieron en ceniza el bosque de su infancia, las que se llevaron la vida de su amigo y compañero Pau Costa en Horta de Sant Joan en 2009 y las que hoy siguen devorando cientos de miles de hectáreas cada año en nuestro país. Más que un bombero, Oriol se ha convertido en traductor del lenguaje en el que se expresan los incendios y ha tejido alrededor de su diccionario una ingente red de conocimiento. Descubrió que la extinción no basta para frenar la devastación y que para entender el fuego, no es suficiente aplicar la mirada.

Estamos en el Bosc de les Creus, en los montes de Òdena (Barcelona), y frente a nosotros se extiende un tétrico paisaje formado por miles de cruces creadas con los árboles que quedaron calcinados aquí hace cuatro años. Creemos pisar las tumbas que dejó el incendio, pero Vilalta desmiente con sus palabras lo que la pupila capta en un primer vistazo: esto no es un cementerio. El camposanto es efímero y aquí ya vuelve a brotar la vida: “Dentro de 30 años el verde va a superar de nuevo las cruces”, asegura Oriol, eclipsando con su optimismo el duelo que inspira el contexto.

Imágenes donde el naranja incandescente va tiñendo de gris el anterior verdor y que atrapan en su invariable gama cromática la impotencia, la indignación y el profundo dolor del bosque calcinado. Son las imágenes que la sociedad observa con estupor en las páginas de periódicos y televisores con cada vez más frecuencia y que este año nos llegan desde Ribera d'Ebre en Tarragona, desde Comunidad Valenciana, Aragón, la Sierra de Madrid… También son las imágenes que quedaron grabadas en su retina cuando se convirtió en testigo del gran incendio del Berguedà en 1994 y que, a lo largo del resto de su trayectoria, se esforzaría en desentrañar.

El actual director de la Fundación Pau Costa recuerda que aquel año fue “la primera vez que los grandes incendios se expresaban en nuestro territorio. En mi caso el fuego cruzó todo el pueblo donde yo nací, crecí y en este patio de recreo que era todo este bosque”. En ese momento, “cuando tenía 11 años, pensaba que se había perdido todo”. El incendio había generado “este pozo que te queda dentro y que a lo largo de los años intentas descifrar”.

Aprender desde las cenizas

En aquel pozo quedaron depositados el dolor de los paisanos que lo perdieron todo, la frustración ante la carencia de una solución efectiva y la incomprensión de una sociedad que hasta entonces nunca había convivido con una nueva generación de incontrolables incendios. Fue ese mismo pozo en el que Oriol vertería los conocimientos que iría recolectando; un transformador bagaje con el que evitar que la historia volviera a repetirse. Nació en él “esta voluntad de ayudar y ser parte activa de la solución en las emergencias” y en cuanto llegó a la mayoría de edad, se convirtió en bombero voluntario.

Pau Costa.
Pau Costa.

Al acabar la universidad entró a formar parte de un grupo de expertos en incendios de reconocido prestigio a nivel mundial y allí conoció al bombero Pau Costa. Codo a codo, desde las mesas colocadas juntas de su oficina, pasaban el año monitorizando incendios forestales y durante el verano, quedaban cada tarde al terminar las guardias: “Había una amistad enorme que traspasaba la profesión. Éramos amigos íntimos que compartíamos confianzas, secretos y sueños”.

Aquellos veinteañeros entendieron que al apagar con sus mangueras las llamas, ponían un parche incapaz de contener el síntoma; curaban con tiritas el bosque cuando en realidad, eran necesarias vacunas para frenar la epidemia. La extinción era la respuesta, pero no la solución y mientras interiorizaban al unísono este aprendizaje, surgió el impulso de reinventar su meta. Querían “crear algo para dar continuidad a esta semilla” e imaginaban una red mundial de conocimiento con la que hacer más fuerte la prevención, más efectiva la extinción y más consciente a la sociedad en la que instalar una nueva cultura del fuego.

Sus largas conversaciones y las tormentas de ideas quedaron recogidas en unas primeras memorias redactadas por Costa para el proyecto, pero él no llegaría a ver materializado en vida el ambicioso plan: “Fue destinado al incendio de Horta de Sant Joan en julio de 2009. Hubo una situación difícil de gestionar donde murieron otros compañeros y Pau murió en este incendio. Después de este accidente nos dimos cuenta de que esta idea era totalmente necesaria y que era una buena oportunidad también para recordarle, no sólo a él sino a las personas que murieron en aquel incendio y a todas las personas que han muerto en nuestro país intentando apagar los incendios forestales”.

¿Todos contra el fuego?

Gracias al trabajo de Vilalta y la donación altruista de 62 personas que la pusieron en marcha, la Fundación Pau Costa ha extendido la red con la que soñaron juntos y su homenaje resuena con cada vez más fuerza: “Hemos escuchado su nombre en distintos idiomas en muchas partes del mundo”. Una comunidad global de más de 4.000 personas comparten sus conocimientos a través de la fundación, más de 1.500 bomberos de todo el mundo han compartido experiencias para aprender de aciertos y errores y además de la encomiable labor divulgativa que generan a través de los cursos y materiales que comparten en su página web o los dibujos animados destinados a los más pequeños, más de 4.000 alumnos han pasado por su programa formativo en escuelas. Su vocación es servir a la comunidad de incendios y Vilalta aclara que todos formamos parte de la misma: “No sólo son los bomberos, sino que a través de ellos movilizamos a científicos, políticos, empresas y a la sociedad”.

Oriol Vilalta en su juventud como bombero voluntario.
Oriol Vilalta en su juventud como bombero voluntario.

Señala el experto que por ejemplo en Japón “tienen muy claro cuando hay un terremoto cómo comportarse” pero “aquí cuando hay un fuego cada uno sale por su cuenta”. Por eso “la solución pasa una concienciación del riesgo, para que tomen medidas de prevención y para que ayuden en este cambio global que estamos haciendo”. Nos recuerda que dicha cultura es inexistente porque “los incendios forestales son una emergencia que es nueva a nivel histórico” y “han aparecido hace pocos años, 20-30 años, con unos cambios muy lentos en el paisaje (...) Este cambio ha sido por culpa del uso que estamos haciendo de nuestro país vacío. Ha dejado de ser un mosaico para ser una catifa hiperconectada donde cuando hay un fuego, este fuego nos supera”.

Vilalta abandonó el lema “todos contra el fuego” con el que creció en los años 90, sustituyéndolo por la máxima que dicta el arte de la guerra, “conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo”. Al hacerlo, llegó a una indispensable conclusión: fuimos nosotros mismos quienes convertimos en enemigo al elemento que antes era nuestro aliado. “Hemos perdido esta capacidad de utilizar el fuego a nuestro favor a protegernos del fuego (...) Si esta España no estuviera vaciada habría igualmente incendios, pero en lugar de tener incendios de categoría top tendríamos incendios como tenían nuestros abuelos, de categoría más baja, que no serían un gran riesgo para la población, que no tendrían una capacidad brutal de hacerse grandes”. En esta dirección, la fundación ha puesto en marcha la iniciativa Rebaños de Fuego, un proyecto de economía rural con el objetivo de revitalizar el monte e impulsar un cambio en positivo sobre el paisaje. La meta es, en definitiva, “inculcar o vacunar distintos sectores de la sociedad con este conocimiento y hacer que este cambio, poco a poco, vaya girando hacia donde nosotros creemos que están las soluciones”.

¿Qué pensaría Pau Costa al ver materializado el sueño que una vez imaginó junto a Vilalta?: “Si él viera todo lo que estamos haciendo estoy seguro de que diría, ‘hombre, habíamos pensado algo así pero no tanto’. Estaría contento y estoy seguro de que donde esté, está contento”. Su elegía es hoy una red que nos invita a traspasar la superficialidad del fuego y su nombre, sinónimo de sabiduría para reinventar nuestra relación con el fuego. Su amigo Oriol nos recuerda que a veces, el duelo se transforma en un arma para el cambio y que entre las cenizas de un bosque calcinado, ahora vuelve a brotar la vida.

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Contenido adaptado del vídeo de Oriol

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El fuego arrasa cada año miles de hectáreas en España. La Fundación Pau Costa fue creada por el bombero Oriol Vilalta y su equipo para mejorar la prevención, extinción y sensibilización sobre el fuego.

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Yo era, de pequeño, un niño pegado a una bicicleta. Lo que me gustaba era ir por el monte, ir por los caminos y ahí es donde mejor me lo pasaba.

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En el año 94 es el primer gran incendio de Cataluña y yo sólo recuerdo la imagen del bosque totalmente calcinado y ver todo el pueblo llorando e intentar entender lo que pasaba.

00:40

Empiezo a preguntar cómo puedo entrar de bombero voluntario en mi pueblo. Yo quiero estar en esta situación.

00:47

Tengo la suerte de cuando finalizo los estudios universitarios de trabajar dentro del propio cuerpo de bomberos donde, con Pau Costa, trabajábamos en este grupo de bomberos de Cataluña que estaba centrado todo el año en monitorizar los incendios forestales y es allí donde nos damos cuenta que la extinción es la respuesta pero que no va a ser la solución final a los problemas que nos estamos enfrentando.

01:12

Con Pau trabajábamos en el mismo equipo y había una amistad enorme. Y con él y otras personas veíamos que necesitábamos crear algo para dar continuidad a otras maneras de hacer prevención de incendios y generar un cambio cultural para la concienciación social alrededor de los incendios forestales.

01:33

Pau Costa fue destinado al incendio de Horta de Sant Joan y murió en este incendio. Con lo cual después de este accidente nos dimos cuenta de que esta idea era totalmente necesaria y que era una buena oportunidad también para recordarle, no sólo a él, sino a las personas que murieron en aquel incendio, pero también todas las personas que han muerto en nuestro país intentando apagar los incendios forestales.

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La Fundación Pau Costa es una herramienta, una plataforma, que conecta conocimiento muy distinto y busca soluciones a corto, medio y largo plazo. Estamos realizando acciones para hacer un cambio cultural que nos permita a largo plazo que la sociedad que vive en zonas de alto riesgo de incendio forestal tenga mejores herramientas para protegerse de estos incendios.

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En otras culturas, como la japonesa, tienen unas acciones cuando hay un terremoto que todo el mundo hace lo mismo. Aquí cuando hay un fuego cada uno sale por su cuenta. A nivel de prevención diseñamos innovadores como Rebaños de Fuego para generar estructuras económicas en el medio rural.

02:40

Queremos crear esta cultura del fuego. Hemos creado unos productos didácticos para que en las propias escuelas se pueda desarrollar un programa que piense en la autoprotección y en la concienciación ante este riesgo y no sólo piense que los bomberos van a llegar a salvarme.

02:57

Los niños que serán los adultos del futuro van a ser el cambio que estamos buscando.

 

Este contenido ha sido elaborado por Yoigo.

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