Save the Children asegura que ningún país se salva de la explotación infantil

La ONG presenta en Madrid su informe sobre el trabajo doméstico de los menores

Mende Nazer es una sudanesa que fue secuestrada a los 13 años y posteriormente vendida a una familia de la clase alta de la capital Jartum. Durante siete años, "que parecieron diecisiete", dice, fue explotada como una esclava, limpiando, cocinando, y cuidando de los hijos de sus dueños. Soportaba palizas y dormía en un cobertizo. Posteriormente su dueña la mandó a Londres para trabajar para un diplomático sudanés. Allí un compatriota le ayudó a escapar de su situación. Ahora Mende, un nombre que significa gacela, se dedica a denunciar el trabajo y la explotación infantil, un lastre del que "n...

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Mende Nazer es una sudanesa que fue secuestrada a los 13 años y posteriormente vendida a una familia de la clase alta de la capital Jartum. Durante siete años, "que parecieron diecisiete", dice, fue explotada como una esclava, limpiando, cocinando, y cuidando de los hijos de sus dueños. Soportaba palizas y dormía en un cobertizo. Posteriormente su dueña la mandó a Londres para trabajar para un diplomático sudanés. Allí un compatriota le ayudó a escapar de su situación. Ahora Mende, un nombre que significa gacela, se dedica a denunciar el trabajo y la explotación infantil, un lastre del que "no se libra ningún país", según la ONG Save the children.

Actualmente hay 218 millones de niños trabajadores en todo el mundo, la mitad de ellos realizan trabajos peligrosos y más de 8 millones lo hacen en condiciones de esclavitud, según ha señalado Eduardo González, vicepresidente de la organización durante la presentación en Madrid del informe Esclavos puertas adentro.

Las formas más frecuentes de esclavitud infantil son la trata de niños, la explotación sexual con fines comerciales, los trabajos forzados, los matrimonios forzosos, el trabajo en las minas o en el campo, los niños soldado y la esclavitud doméstica, que es la más desconocida y muy difícil de detectar porque se circunscribe en el ámbito privado según Save the children.

"Lo peor de todo no era el trabajo, sino sentirme anulada como persona, como si no tuviera dignidad", ha señalado Mende, autora del libro Esclava, que relata su experiencia. Y es que los niños que trabajan en los hogares, en su mayoría provenientes de familias pobres que por deudas o falta de medios ceden a sus hijos, viven sin posibilidad de escolarizarse, con jornadas de trabajo de hasta dieciocho horas, y sufriendo maltrato psicológico, abusos y palizas constantes.

El documento presentado con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se celebra mañana, denuncia que cuarenta millones de niños de todo el mundo trabajan como sirvientes y, de ellos, diez millones lo hacen en condiciones "de auténtica esclavitud".

Save The Children estima que en Francia hay miles de niños y niñas procedentes de Marruecos y Madagascar trabajando en grandes ciudades como París. En el Reino Unido también llegan centenares de niños a través de redes organizadas, procedentes de países como Nigeria, Ghana o Uganda, donde las familias engañadas entregan a sus hijos con falsas promesas como que los niños recibirán una educación.

Mende Nazer durante la presentación del informe sobre explotación infantilEFE