Así es el nuevo Net-a-porter de la moda recatada
Del superlujo al ‘low cost’, todo el sector se vuelca en el lucrativo mercado del estilo púdico, pensando sobre todo en las jóvenes musulmanas.
A primera vista, nada distingue The Modist, un nuevo portal de moda de gama alta, de los competidores en los que se inspira, Moda Operandi y sobre todo, Net-a-porter. También tiene una publicación en papel, The Mod, editoriales dedicados al traje pantalón o las maxifaldas, y galerías de street style. Hace falta permanecer un rato navegando y leer los textos hasta el final para darse cuenta de la principal diferencia: en The Modist no hay crop tops, ni bermudas, ni vestidos con tirante espagueti....
A primera vista, nada distingue The Modist, un nuevo portal de moda de gama alta, de los competidores en los que se inspira, Moda Operandi y sobre todo, Net-a-porter. También tiene una publicación en papel, The Mod, editoriales dedicados al traje pantalón o las maxifaldas, y galerías de street style. Hace falta permanecer un rato navegando y leer los textos hasta el final para darse cuenta de la principal diferencia: en The Modist no hay crop tops, ni bermudas, ni vestidos con tirante espagueti. Se trata de una web de gama alta orientada al pujante mercado de la moda recatada.
Ghizlan Guenez, la fundadora, vive en Dubai y proviene del mundo de las finanzas. Su primer movimiento también parece sacado de un manual de negocios: minar a la competencia y reclutar a los expertos. Guenez ha fichado a dos altas ejecutivas de Net-a-Porter y a la directora de belleza de Harper’s Bazaar Arabia. Guenez también maneja bien los tiempos y la jerga del fempowerment a través del consumismo, por eso lanzó la web el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y declara que la misión de la web es “empoderar la libertad de elección de la mujer y constatar cómo se parecen las mujeres de todo el mundo a pesar de tener distintos orígenes, culturas y estilos de vida”. En una entrevista con la revista Savoir Flair, la empresaria destacaba que “hay un movimiento de mujeres de todo el mundo pidiendo los mismos derechos, libertad para expresarse como quieran y una necesidad de adoptar la diversidad” e insistía en separar la “moda recatada” del hiyab, la abaya o cualquier otra vestimenta que se use por preceptos religiosos. Guenez, que lleva la cabeza descubierta, habla de “Gucci, Delpozo, Max Mara y Alberta Ferretti” como ejemplos de estilo púdico. De hecho, la web dedica especial atención a marcas que a priori nunca se asociarían con algo remotamente clásico ni mucho menos rancio, como Christopher Kane, Peter Pilotto, Mary Katrantzou o Marni.
Aunque The Modist aspira a vestir a mujeres pudientes de todo el mundo, sean o no religiosas, sí guiña el ojo al que puede ser su mercado principal, las musulmanas de Oriente Medio que tienen como faro a la jequesa Mozah Bint Nasser, uno de los “iconos de estilo” que ofrecen, junto Rania de Jordania, Audrey Hepburn y… Diana de Gales. Cada foto en la web está cuidadosamente comisariada. En una galería de turbantes estilosos, por ejemplo, aparece la bloguera palestina Maria Alia, pero también Poppy Delevingne, Beyoncé y Margheritta Missoni.
Según un informe de Thomson Reuters, el mercado de la moda púdica crecerá hasta los 484.000 millones de dólares para 2019, apoyado sobre todo en las consumidoras musulmanas. Marcas de todo tipo, del low cost al über lujo, están al corriente y llevan años haciendo guiños a ese sector. Dolce & Gabbana lanzó una línea de hiyabs en 2015, Uniqlo tiene una colección con la diseñadora musulmana japonesa Hana Tajima y todas las marcas masivas, como Mango o Zara, retocan sus patrones (añaden mangas, alargan bajos) en los países de mayoría islámica. En Londres se celebra ya una Fashion Week dedicada a la moda recatada, impulsada por otro portal recatado, Haute Elan, y en la semana de la moda de New York desfila la indonesa Anniesa Hasibuan, que produce hiyabs de lujo. Además, firmas tan dispares como Tommy Hilfiger, DKNY, Oscar de la Renta y, de nuevo, Mango, preparan desde hace años colecciones cápsula especiales para el Ramadán, que se está consolidando en algunos países de mayoría musulmana como una festividad unida a las compras, al estilo de la Navidad.
En medio de la polémica por los burkinis en las playas francesas, Nike anunció recientemente que lanzaría hiyabs para hacer deporte. Inspirados, probablemente por Sukoon, la marca que fundó vía Kickstarter Arshiya Kherani, una corredora musulmana después de que se le cayese el hiyab en plena maratón. Como señalaba la fundadora de Haute Elan, Romanna Bint Abu Bakr, a The Guardian, es cuestión de puras matemáticas: en 2030, un cuarto de la población mundial será musulmana y el 60% de ellos tendrán menos de 30 años.
Aunque son mercados mucho menores y menos apetitosos para las grandes marcas, también las judías ortodoxas, las mormonas y algunas seguidoras de iglesias evangélicas tienen preceptos estrictos para vestirse sin incitar a la lujuria y algunas lo quieren hacer manteniendo a la vez ciertas nociones de estilo. Desde ahí también están surgiendo blogs como Downtown Demure, orientado a las cristianas, o marcas como The Frock, fundada por dos australianas hasídicas trasplantadas a Brooklyn. Sus colecciones, en las que abundan las túnicas y las superposiciones, no distan tanto de las que diseñan otras dos hermanas, las Olsen en The Row, y entre el 20 y el 40% de su clientela está compuesto por mujeres que no se tapan por ningún mandato divino.