Vuelve Don Algodón, la marca de los pijos de los 80 (y los que aspiraban a serlo)
Centrada en la ropa de casa, la firma abrirá tienda en Alicante y planea expandirse a base de franquicias. Sus clientas recuerdan la época dorada de Barroso y Blanca Suelves
Fue la marca de las chicas bien de los ochenta y la de las que querían serlo, la que vendía camisetas con dibujos, jerseys de grecas y millones de lazos de lana que se compraban en paquetes con los colores de la cada temporada para poderse conjuntar al máximo con el resto de la ropa. ¿Que una llevaba vaqueros azul claro y un jersey malva, combinados quizá con unas Victoria blancas? Entonces se cogía el lazo azul, el lazo malva y quizá uno rosa, por aquello de la gama de colores, se trenzaban y se colocaban en lo alto de la coleta.
Semejante aproximación a la moda parece ahora candorosam...
Fue la marca de las chicas bien de los ochenta y la de las que querían serlo, la que vendía camisetas con dibujos, jerseys de grecas y millones de lazos de lana que se compraban en paquetes con los colores de la cada temporada para poderse conjuntar al máximo con el resto de la ropa. ¿Que una llevaba vaqueros azul claro y un jersey malva, combinados quizá con unas Victoria blancas? Entonces se cogía el lazo azul, el lazo malva y quizá uno rosa, por aquello de la gama de colores, se trenzaban y se colocaban en lo alto de la coleta.
Semejante aproximación a la moda parece ahora candorosamente naïf pero en su día resumía lo que estaba buscando una capa de la población española, no sólo la que poblaba los colegios de monjas con solera y los clubes de tenis de las capitales de provincia, sino también la que todavía no había llegado a esos reductos burgueses pero estaba a punto–era, al fin y al cabo, la España del pelotazo– y, sobre todo, lo estaba deseando. La España que se mudaba del pisito al chalet en la urba, la España que descubría el metacrilato pero aun deseaba secretamente el mueble castellano que se hereda.
Ahora Don Algodón vuelve, aunque de otra manera. La marca es propiedad desde el año pasado de la marca valenciana Secretos Textil, excepto las fragancias, que sigue explotándolas Puig. Producen colecciones de ropa de hogar, tanto baño como dormitorio, mantelería y una línea infantil que pronto ampliarán a recién nacido. En breve, abrirán la primera tienda de esta nueva etapa en el centro de Alicante, frente a El Corte Inglés y la idea es que se multipliquen por España y Latinoamérica a base de franquicias, explica su gerente, Vicente Martínez. “Será un Don Algodón Home, ampliando a productos como pijamas, velas, mikados…al comprar la marca conocíamos su valor porque antes ya trabajábamos explotando algunas licencias. Sabemos que sigue teniendo un buen reconocimiento de marca en un segmento de edad que va de los 40 a los 60, quienes la conocieron en su época de apogeo”.
¿Y cómo se le explica a un veinteañero lo que fue Don Algodón? “la siguen conociendo bien por las fragancias, que nunca se han dejado de vender”. La original Don Algodón, con el frasco transparente y el tapón redondo con arandela azul que suele aparecer en las páginas de Facebook del tipo Yo También Fui a EGB fue durante muchos años uno de los perfumes más vendidos en España, una colonia de iniciación que las preadolescentes recibían de regalo cuando superaban la etapa de la Chispas y la Eau Jeune pero aun no estaban preparadas para el dulzor apabullante de Anaïs Anaïs.
Una de esas niñas que la recibió de regalo fue Victoria Martínez, la directora creativa del nuevo Don Algodón. Con 28 años, no llegó a visitar ninguna de las 80 tiendas propias que la marca llegó a tener en España (junto a otras 33 en otros países) ni supo lo que era ir a por un catálogo de Don Algodón cuando no existía Instagram ni Pinterest, lo más parecido a avistar “lo que se llevaba”. Pero desde que trabaja en la casa ha estudiado lo que significó la marca. “Investigué, sabíamos que Pepe Barroso quería enfocarse a una mujer urbana y moderna con un sentido refinado de la moda para lo que era entonces y un nivel adquisitivo medio-alto. Hemos querido transmitir lo mismo pero en textil del hogar. También vimos que tenía clientas muy fieles y queremos plasmar esa cercanía, que sea una marca de la casa”. Aunque no conozcan el logo y tengan opciones mucho más implantadas como Zara Home, la diseñadora sí confía en ganarse como clientes “a familias jóvenes con niños pequeños y un buen poder adquisitivo”.
Los precios de sus productos se sitúan, de hecho, en torno a un 20% por debajo de los de la cadena de decoración de Inditex (una toalla de lavabo sale por unos cinco euros) pero tampoco el primer Don Algodón era caro, aunque luego terminó asociándose con los nacientes pijos, con los fans primigenios de Mecano y Hombres G. Las primeras camisetas que el fundador, Pepe Barroso, vendía en las tiendas Musgo costaban 390 pesetas. Él mismo las diseñaba, con dibujos de animales que tenían mucho éxito entre sus compañeras del Colegio del Pilar. Al poco subió el precio a 495 y de ahí a 900. Barroso tenía entonces 16 años y provenía, según él mismo solía explicar en centenares de entrevistas –era uno de los mitos de la época, el boy wonder del empresariado español– de una familia bien venida a menos. Su padre, al que definía como “un señorito simpático” murió dejando a la familia con una deuda significativa y el joven Barroso, que dejó colgados sus estudios en ICADE, ideó Don Algodón como manera de sacar adelante a su madre y a sus hermanas. Claro que los contactos le ayudaron. Una tía suya con la que compartían veraneos, era fundadora de la firma Friki y le avaló en el préstamo para abrir su primera tienda en la calle de Claudio Coello de Madrid, su hábitat natural.
El empresario también tuvo la intuición de utilizar a sus amigas como modelos en lugar de a maniquíes profesionales. Su primera novia, Teresa de la Cierva, encarnaba como nadie a la Chica Don Algodón. Después llegaron Valeria Montenegro, hija de los marqueses de Varela, una adolescente Carla Goyanes, que fue la imagen de la última época junto a Jaydy Mitchell, y, sobre todo, Blanca Suelves, hija del marqués de Tamarit y duquesa de Albuquerque, que llegó a mimetizarse con la marca. La aristócrata protagonizaba las campañas publicitarias, con potente inversión, y las portadas de los catálogos y acabó por representar un tipo de icono de belleza para la época del post-destape, cuando ya estaba toda la carne vista y lo que se buscaba era una “chica mona” y “bien arreglada”, con genética indudablemente privilegiada a base de generaciones de ocio y matrimonios estratégicos pero aspecto poco intimidante.
Sobre el papel, Don Algodón murió, o entró en coma prolongado por una serie de malas decisiones económicas. En 1985, Barroso vendió el 50% de la marca a Gonzalo Hinojosa, el dueño de Cortefiel. Quería conservar el mando creativo y delegar la gestión para poder dedicarse a nuevas aventuras en la música y la hostelería. Pero la relación acabó mal cuando el nombre empezó a sobreexplotarse y aparecer en nuevos canales que abarataban la marca. En 2006, el grupo estadounidense BCBG Max Azria se hizo con Don Algodón y, lejos de reavivarla, consolidó el cierre de tiendas y la dejó limitada a una serie de licencias que producían bolsos, gafas o paraguas, mientras que Puig conservaba la división de fragancias.
En realidad, parecía lógico que una marca tan íntimamente ligada a una época no la sobreviviese. El ocaso de Don Algodón y de otras marcas análogas como Amichi coincidió con el levantamiento imparable del imperio Inditex, que trabajaba con otros métodos, otros objetivos mucho más ambiciosos y llegaba a un público más diverso. No existe una “chica Zara” como existía una “chica Don Algodón” porque, para bien o para mal, todos somos gente Zara, incluidas las antiguas coleccionistas de lazos de lana.
Pero ahí está Taburete, el grupo del hijo de Luis Bárcenas y el nieto de Díaz Ferran que gusta a los adolescentes que no perrean, yéndose de gira con Hombres G (en la que es una de las noticias más desconcertantes del verano) y volviendo a poner de moda el jersey sobre los hombros, aunque esta vez llevado al bies. Así que quién sabe, puede haber futuro para Don Algodón.