“Intentaron comprármelo al doble mientras lo llevaba puesto”: qué fue del vestido de lunares de Zara que fue viral el verano pasado
Tras el éxito de la chaqueta amarilla, este diseño blanco y negro ha sido una de las prendas más populares de los últimos tiempos. Siete mujeres nos cuentan si se lo seguirán poniendo una vez pasada la fiebre. ¿Causa cierto rubor dejarse ver con una prenda low cost que tiene todo el mundo?
Desde que la famosa chaqueta amarilla de Zara se convirtiera en la primera prenda viral de Internet, muchas otras piezas han ido tomándole el relevo en popularidad. Del mismo modo que la cazadora más famosa de Inditex invadió armarios, titulares y redes sociales, hasta el punto de tener sus propios perfiles, el verano pasado ...
Desde que la famosa chaqueta amarilla de Zara se convirtiera en la primera prenda viral de Internet, muchas otras piezas han ido tomándole el relevo en popularidad. Del mismo modo que la cazadora más famosa de Inditex invadió armarios, titulares y redes sociales, hasta el punto de tener sus propios perfiles, el verano pasado un vestido de la misma marca acaparó toda la atención. Con un patrón amplio, mangas tres cuartos y pequeños lunares negros estampados sobre fondo blanco, el diseño empezó a avistarse de forma espontánea dentro y fuera de nuestra geografía hasta alcanzar cotas de viralidad insospechadas. En Reino Unido incluso surgió una cuenta de Instagram encargada de inmortalizar cada nuevo avistamiento.
Zara, consciente del éxito, ha incorporado el patrón a su catálogo de vestidos y, desde entonces, lo ha ido renovando en distintos estampados y colores manteniendo su precio: 39,95 euros. Un año después de haberse convertido en el vestido del verano de 2019, indagamos si seguirá presente este 2020. ¿Cuántas de las que lo compraron se lo seguirán poniendo?, ¿qué han hecho con él quienes prefieren no llevarlo?, ¿causa cierto rubor dejarse ver con una prenda low cost que tiene todo el mundo? A continuación recopilamos siete testimonios de mujeres que en su día decidieron comprárselo. Spoiler: si bien la mayoría de las dueñas de la chaqueta amarilla renegaron de ella poco tiempo después, el vestido de lunares aún tendrá recorrido este verano.
Esther Bolaños, trabaja en Inditex (45 años)
“Decidí comprarme el vestido porque me encantan los lunares, creo que siempre están de moda. Además me pareció que tenía un patrón muy cómodo y una combinación de colores muy básica. Lo más curioso fue que intentaron comprármelo mientras lo llevaba puesto ofreciéndome el doble de su precio (risas). Ahora mismo la verdad es que no me lo pongo muy a menudo, pero cuando lo hago la gente siempre me pregunta por él, así que sigue siendo viral”.
Rosa de la Lombana, directora de Compras y Diseño en el grupo Tendam (40 años)
“Compré el vestido cuando aún no sabía que iba a ser tal boom. Tenía un viaje con amigas a la feria de Jerez y, como no iba a vestirme de flamenca, me pareció un vestido idóneo para la ocasión por los lunares y porque es muy fácil de combinar. Una vez allí vi que no era la única que lo pensó: ¡Estaba por todas partes! Lo mejor fue cuando me paró una pareja que estaba contando el número de personas que lo llevaban ese día en la feria. Yo era la número nueve. Fue muy gracioso, siguieron la búsqueda por el recinto y seguro que encontraron alguna más. Después empecé a verlo un montón en redes sociales, en la calle y también lo tenían varias personas de mi entorno. Hoy día lo sigo usando mucho porque me encanta. De hecho, vendo mucha de mi ropa, pero creo que de este vestido no me desharé porque ya es un fondo de armario. Hay prendas que si se hacen virales también tienen su encanto, sobre todo, si son fast fashion. Otra cosa diferente es una pieza más especial o de mayor valor económico, de la que siempre esperas un poco de exclusividad”.
Pilar Ibáñez, ama de casa (40 años)
“Tardé mucho tiempo en conseguir el vestido porque estaba agotado. Entraba todos los días en la web de Zara a ver si estaba y la verdad es que cuando lo conseguí me cansé de él demasiado rápido. A día de hoy, de hecho, ya no lo tengo. Lo vendí en una plataforma de venta de ropa, que es algo que suelo hacer cuando me aburro de una prenda y así me puedo comprar otras nuevas. Siempre compro lo que me gusta, si algo viral no me gusta no lo compro. Pero es cierto que si se trata de una prenda que lleva mucha gente, al final, me canso antes”.
Paola Blasco, directora en una clínica dental (38 años)
“Cuando lo compré lo hice creyendo que era la supercompra. Las primeras veces iba como un pavo real pensando que llevaba un vestido divino, favorecedor en cuanto a forma y color, y combinable tanto con unas Converse como con zapatos. Sin embargo, después de cruzarme con un batallón de ‘flamencas’ decidí apartarlo un poco de mi vida. Recuerdo un día ir en el metro y cruzarme con tres o cuatro chicas con el mismo vestido. Cuando llegué al trabajo, ¡zasca!, otra compi iba como yo y parecíamos gemelas. Al principio pensé: ‘¡Maldito vestido!’ Luego ya me lo tomaba a risa e incluso nos hicimos fotos. A día de hoy debo confesar que lo sigo teniendo y de vez en cuando lo saco a pasear, no sin antes tunearlo. Le coloco una camiseta por encima y un cinturón para que parezca una falda o me lo pongo con un vaquero y un fajín, por ejemplo. Pese a la viralidad de las prendas de Zara seguiré comprando allí. Eso a veces me lleva a no ser demasiado original, pero la variedad de prendas y su precio económico hacen que siempre peque”.
Pilar Urzaiz, pensionista (69 años)
“Me lo compré trasteando por Zara. Lo vi y me pareció muy mono. Era distinto a la ropa que llevo normalmente y cada vez que me lo ponía todo el mundo me decía que me hacía más joven y más delgada, así que yo encantada de la vida. Mi hija fue la que me avisó de que el vestido era tendencia, yo no tenía ni idea. Hasta entonces no lo había visto mucho, al menos en Tarragona no era plaga. Luego es verdad que lo empecé a ver en revistas y redes sociales y hasta me di cuenta de que lo tenía Tamara Falcó. Ahora he aprovechado los días de confinamiento para ordenar la casa, así que ya lo he vuelto a sacar, lo he lavado y lo he planchado para ponérmelo otra vez. No me importa que lo tenga mucha gente porque me siento bien con él. A mí una prenda me tiene que entrar, si me gusta, me gusta. Eso sí, no todo lo que es tendencia me convence”.
Almudena Calzada
«Me compré el vestido para la comunión de mi sobrino Juan. Lo combiné con unos salones granates y un cinturón, sabiendo que después me iba a encantar ponérmelo con Converse o Vans. Con lo que no contaba era con llevarlo a una boda. Hace un par de semanas se casaba mi prima Elena y, aunque debido al Covid-19 tuvo que aplazar la fecha, algunos invitados hicimos una videollamada vestidos para la ocasión y decidí ponérmelo. Este verano lo seguiré usando porque, aunque el año pasado se hiciera tan viral, puedo llevarlo con mi estilo propio. Además, seguro que mucha gente se habrá cansado de él y lo dejará en el armario, así que pienso que se verá menos”.
María Álvarez, @miss_lady_marie, administrativa (44 años)
«Me lo compré porque tenía ganas de un vestido largo, pero que no fuese muy ‘de vestir’. Al verlo en la tienda me encantó, le vi muchas posibilidades. Es cierto que cuando me lo he puesto siempre había alguna compañera en la oficina que me decía que también se lo había comprado. Por la calle también me he topado con varias chicas que lo tienen y el intercambio de miradas es inevitable. El verano pasado me lo puse en una pequeña y no muy concurrida ciudad costera cercana a Oporto e incluso allí me encontré con otra chica que lo llevaba. Aunque esta primavera no he tenido muchas ocasiones de lucirlo debido al confinamiento, tengo claro que lo volveré a llevar; lo quiero de fondo de armario. Tengo otras prendas que se hicieron virales como la camisa blanca de organza y plumeti de Zara. La compré en cuanto la vi y aunque sabía que podía ser un fenómeno viral no me importó. Cada una tenemos nuestro estilo. Aunque vistamos la misma prenda no siento que vaya uniformada».