Un ‘jean’ para cada mujer
Dicen de él que es democrático, rebelde e incombustible. Su adaptación al cuerpo femenino es una larga historia de amor y desencuentro. Doce españolas comparten las verdades (y mentiras) de una prenda única, que sigue resistiendo el paso del tiempo.
Un pantalón vaquero, no nos engañemos, no es una simple prenda de vestir. El tejano es mucho más: es nuestro psicólogo, nuestro relaciones públicas, nuestro mejor amigo y, a veces, también, un amigo que dice demasiadas verdades. El blue jean se ha convertido a lo largo de estos 141 años, en los que ha pasado de ser un uniforme de trabajo a un imprescindible de moda, en un básico tan importante como llevar un buen bolso, unos zapatos adecuados o un corte de pelo favorecedor. Asimismo, ha sido un símbolo de estatus (y eso lo sabemos desde la preadolescencia, cuando pedimos a nuestras ...
Un pantalón vaquero, no nos engañemos, no es una simple prenda de vestir. El tejano es mucho más: es nuestro psicólogo, nuestro relaciones públicas, nuestro mejor amigo y, a veces, también, un amigo que dice demasiadas verdades. El blue jean se ha convertido a lo largo de estos 141 años, en los que ha pasado de ser un uniforme de trabajo a un imprescindible de moda, en un básico tan importante como llevar un buen bolso, unos zapatos adecuados o un corte de pelo favorecedor. Asimismo, ha sido un símbolo de estatus (y eso lo sabemos desde la preadolescencia, cuando pedimos a nuestras madres uno de determinada marca porque es el que mola entre nuestros colegas). Y, por supuesto, es nuestro dietista, la prueba del algodón para saber si estamos preparadas para afrontar la operación biquini o si deberíamos ir pensando en dejar de comer pan y de sustituir la cerveza del aperitivo por agua con limón.
¿Quién no ha dejado de ponerse ese vaquero que le quedaba como un guante hasta que un día se arma de valor y por fin intenta entrar dentro de él? Y ¿quién, después de cinco minutos de saltos y tres improperios, un instante antes de morir asfixiada de tanto aguantar la respiración, no ha reconocido que sí, que ha engordado y que su cuerpo no es el mismo que hace un año cuando ese trozo de tela le hacía un trasero perfecto? ¿Quién? Probablemente Kate Moss, aunque tampoco podríamos asegurarlo. ¡Ah! Y Pastora Vega: «De joven me tiraba al suelo para poder ponerme un jean que me cortaba la circulación. Pero ahora ya no estoy por la labor, ahora quiero comodidad». Ella y también la diseñadora e imagen de Violeta by Mango, Vicky Martín Berrocal, quien está feliz con sus curvas y no permite que le amargue la vida un tejano demasiado estrecho. «Yo voy viviendo», explica la creadora sevillana, «y lo que me apasiona es no perderme nada. Si un pantalón me queda pequeño, no me preocupa; ya veré si la vida me lleva de nuevo ahí. Porque mi peso ideal puede ser el que no es para otra. Y dentro de este cuerpo hay mil Vickys y eso es mucho más importante. Quiero vivirlas todas».
Tomemos ejemplo de Vicky y de su seguridad. Pero mientras llegamos a ese punto, reconozcamos que no todas somos como ella y que no es tan fácil sentirse libre de complejos. Por eso, elegir el modelo adecuado es tan importante. ¿Hay uno para cada mujer? Según los fabricantes, sí, y a la vista de las fotos que acompañan este texto, también. Incluso podemos ir más allá. Como bien apunta Vicky, la oferta denim es tan amplia que casi existe uno para cada etapa de la vida, según nuestra edad e incluso según cómo nos pille de humor o la situación en la que lo vamos a lucir. Definitivamente, no es lo mismo un vaquero a los 20, donde el skinny puede quedar gracioso incluso si se tiene algún kilo de más, que con 50, cuando es preferible llevarlo si una es realmente skinny y ha apostado por culo en vez de cara… ya saben el chiste. Ni vas a elegir ese ultraceñido con strass y push-up para ir a conocer a la anciana abuela de tu prometido (a no ser que seas Miley Cyrus) o el desteñido con rotos para una entrevista de trabajo, a no ser que optes a un puesto de camarera en un chiringuito de Formentera.
Casi todas las mujeres que han posado para este reportaje coinciden en que el único escenario en el que aún el jean parece vetado es la alfombra roja. Aunque ya la humanidad ha asumido su idoneidad como prenda para salir de noche, todavía no es capaz de vestir de etiqueta. Eso no quita que la actriz Ana Morgade esté deseando que dé el salto y finalmente llegue ese momento. «Fernando León ya hizo un intento en unos premios Goya y no le salió muy bien, pero creo que en un futuro será normal ver vaqueros en estos eventos. Además, cuando uno rompe las normas con estilo se gana el derecho a romper». La diseñadora de moda María Escoté parece estar de acuerdo: «El tejano, desde que nació, es cool. A mí no me importaría casarme con unos puestos».
De izquierda a derecha, Pastora Vega, Araceli Segarra y Alexandra Jiménez .
Pabo Zamora
Cuando el pantalón vaquero sienta bien puede alegrarte la vida. Los fabricantes lo tienen claro y por eso investigan sin cesar para mejorar sus patrones con el fin de que nos veamos favorecidas ante el espejo. Rebekka Bach, diseñadora de G-Star, apunta: «Una costura lateral en el sitio adecuado hace que la pierna luzca mucho mejor». Pero hay más factores que perfeccionan la prenda. «La evolución de los tejidos también ha jugado un rol importante. Ha habido un gran desarrollo en estos, lo que ha propiciado la aparición de diseños con una excepcional elasticidad y capacidad de recuperación. Ocurre, por ejemplo con nuestro denim Ultimate Stretch», afirma Bach.
Cierto, las firmas se esfuerzan para hacernos el estilismo (y la compra) más fácil. Cada mujer tiene, siente y vive su cuerpo de una forma diferente, por lo que las marcas han ampliado sus modelos para intentar adaptarse a todas ellas. Salsa es otro ejemplo: «Cada persona presenta unas necesidades», explica Michelle Quintao, marketing and brand director de la firma, quien apunta que también hay rasgos fisionómicos que caracterizan y distinguen a cada cultura: un problema bastante común entre las españolas es que somos de cintura estrecha y cadera más pronunciada. «Muchas chicas deben utilizar un cinturón para estrechar el pantalón en la cintura, ya que les va grande, y eso provoca una forma no deseada. Nosotros hemos creado el modelo Bliss precisamente pensando en solventar este inconveniente, que es bastante común. Para que si se quiere utilizar un cinturón, sea únicamente porque se desea añadir un accesorio estético», explica Quintao.
No vamos a descubrir ahora, gracias a los tejanos, que el cuerpo de una asiática es distinto al de una española o al de una sueca. Pero el mercado es cada vez más global y es normal que diferentes comunidades convivan en un mismo país, por lo que las marcas también han de amoldarse a estas nuevas circunstancias. Quizá el caso más llamativo en España sea el de las latinoamericanas. Basta con trasladarse a un barrio o calle con población latina y observar sus tiendas de ropa: es habitual ver vaqueros ultrastrech enfundados a la perfección en maniquís de traseros prominentes. Muy en la línea de los que firma la reina incuestionable –con permiso de Kim Kardashian– de este atributo físico, Jennifer Lopez. Su marca JLo es poco aconsejable, digamos, para chicas de pompis escurridos. En cambio, los superskinny de H&M causan furor entre las asiáticas que, por lo general, son menuditas y no les resulta fácil encontrar pantalones que se ajusten a sus medidas.
Aun así, y a pesar de las facilidades, parece que la manera de dar con el tejano ideal sigue siendo el método ensayo-error. «Cuando consigo uno que me queda bien, siempre repito. Pero a menudo dejan de hacer ese modelo y lo han sustituido por versiones que ya no me quedan igual, así que… vuelta a empezar», dice la actriz Alexandra Jiménez. «Es una tarea complicada. Cada una tiene sus manías y sus gustos, cada una quiere realzar unas cosas y disimular otras. Por eso es un dolor desprenderse de un pantalón que te va bien y solo puedes sustituir por otro igual», confirma Pepa Rus. ¿Cuál es entonces la mentalidad que debemos llevar a la hora de ir a la caza del vaquero perfecto? «Lo más importante es vestir tu propia personalidad, el jean es una prenda que puedes adaptar a las tendencias de la temporada si lo sabes combinar con las prendas adecuadas», aconseja Toni Sánchez, responsable de comunicación de H&M.
De izquierda a derecha, Pepa Rus, María Botto y Bárbar Santa-Cruz
Pabo Zamora
Otro de los fuertes del tejano es su versatilidad. Nadie la discute hoy en día. Pero no siempre fue así. Pastora Vega recuerda los tiempos en los que eso era impensable. «Hace años a nadie se le hubiera ocurrido llevar un ‘jean’ a una cena o ponérselo con tacones, eso nos parecía algo muy vulgar. Ahora los gustos han cambiado y ya se ve como una prenda estilosa. Es cierto que las tendencias varían y a mí me encanta usar vaqueros con zapato alto y con un top, pero también hay que tener cuidado y saber lo que le favorece a cada uno, porque a veces ves cosas por la calle de echar a correr, simplemente porque se supone que se lleva», matiza la actriz. Variedad hay suficiente para no equivocarse, pero sobre gustos no hay nada escrito. «Losjeans», afirma el responsable de Salsa, «siempre han tenido una gran capacidad de adaptación a las diferentes corrientes de moda que van surgiendo. Han conseguido saltar la barrera del looksport y ya se llegan a concebir como prendas sofisticadas para estilismos más elegantes. Nosotros diseñamos modelos como el Push In, con efecto barriga plana y ligero push-up, que se puede llevar tanto en el trabajo como en un look muy trendy. Y, para ello, solo hace falta cambiar de zapato o ponerse una americana».
Gastarse, por tanto, dinero en un tejano de calidad, ¿es una buena inversión? Marco Marci de Liu Jo lo tiene claro: «Es una apuesta segura. Sabes que vas a poder usar muchísimo y que lo vas a amortizar. Y además ha pasado de ser una prenda de trabajo, de sport absoluto, a ser un imprescindible, y eso es indiscutible. Por eso tiene razón de ser que se considere o pueda ser un artículo de lujo, un lujo accesible, equiparable a cualquier marca de alta gama». De hecho, los favoritos de María Botto son unos Karl Lagerfeld a los que al principio no hizo mucho caso. «Me los regaló mi madre y no me lo podía creer. Pensé: “Los vaqueros siempre los elijo yo y además el negro no me sienta bien”. Pero cuando me los puse me di cuenta de que mi madre me conoce más de lo que me conozco yo. Desde entonces tengo plena confianza en ella: todo lo que me compra acabo usándolo. Se adelanta a mis gustos y, generalmente, son piezas de las que no quiero desprenderme jamás». María Escoté también cree firmemente en el denim como inversión: «Tengo un tejano de Martin Margiela que debe tener unas ocho temporadas, también unos shortsde Versace de hace unas 10, unos Dolce & Gabbana de los 90 y, por supuesto, unos Levi’s 501. Para mí son auténticas joyas. Siempre digo a mis amigos que comprar determinadas prendas es comprar historia. Ellos lo siguen considerando una excusa perfecta para seguir gastando (ríe)».
El asunto del vaquero como artículo de lujo ha generado debate y ha llegado hasta The Wall Street Journal. Hace un par de años el diario publicó un artículo que titulaba: «¿Cómo una prenda de 50 dólares puede costar 300?». Dejando a un lado el coste de marketing, implantación especial en tiendas y otros asuntos ajenos a la producción del pantalón, el texto resaltaba el hecho de que muchas marcas punteras apuestan por la fabricación en Estados Unidos, por una cuestión de prestigio y casi de orgullo nacional. Y es que no debemos olvidar que el blue jean ha sido la prenda más representativa del estilo de vida estadounidense. Desde aquellos trabajadores que vistió Levi Strauss en sus orígenes o los cowboys que Hollywood se encargó de mitificar, pasando, por supuesto, por ese aire rebelde que le dio James Dean en los 50 o el look oversizede los raperos en los 80. Por no hablar de imágenes inolvidables que todos retenemos en nuestra mente como la de Marilyn con su vaquero y su camisa de cuadros fumando en el balcón, o el hombre de Marlboro o los sudores que nos producía Brat Pitt en Thelma y Louise.
Pero esa pasión por la fabricación local, en boga últimamente en Estados Unidos, las marcas la justifican también porque el material que se utiliza es extraordinariamente bueno (el algodón de las plantaciones norteamericanas) y los empleados de las cadenas de producción autóctonas, con un grado de especialización máxima, aseguran la calidad del producto. True Religion, una de las marcas que ha apostado por los tejanos premium, asegura que si fabricara en China podría vender sus pantalones por 30 euros en vez de 220 euros. Pero no serían iguales. Bien lo sabe Renzo Rosso, fundador de Diesel y quien desató la locura por los vaqueros de alta gama en los años 90.
De izquierda a derecha, Ana Morgade, María Escoté y Carolina Bang.
Pabo Zamora
No todas las mujeres de este reportaje están dispuestas a gastar tanto en un jean porque, actualmente, la oferta del low cost es tan amplia que no lo consideran necesario. La actriz Pepa Rus ve una ventaja añadida a que no sean excesivamente caros: «Cuando tienes que jubilar un vaquero, vas a por otro sin traumatizarte». Tanto por el coste como por el apego emocional que se llega a sentir por determinadas prendas. Por eso está a favor de comprar en grandes cadenas. «Este tipo de comercios», explican desde Salsa, «suele cambiar sus patrones cada temporada. En cambio, las marcas especializadas en denim acostumbran a trabajar sobre los mismos en cada modelo». Así, Alexandra Jiménez prefiere comprar en tiendas especializadas o grandes superficies. Desde que encontró su media naranja en lo que a tejanos se refiere, los cuida como oro en paño: «Es uno de J Brand y tendrá unos seis años aunque le he dado una vida como de 26. Me gusta tanto que no quiero tirarlo y lo llevo lleno de parches. ¡Pero es que hasta los parches le quedan bien!».
No es la única que ha visto envejecer en sus piernas uno de sus jeans. Incluso para algunas, el paso del tiempo es una virtud. Para la actriz Carolina Bang, el uso los hace perfectos. «Ganan con los años», afirma, «como el buen vino. De hecho, estos vaqueros que me he puesto para la foto los tengo desde hace una eternidad y me siguen entrando». A María Botto también le gustan «los que se gastan, no los que vienen gastados de serie. Pero debo reconocer que cuando están raídos se los regalo a otros que les apetece llevarlos así».
Las mayores de 35 años podrán recordar aquellos tiempos en los que el lavado a la piedra no era tan común, en los que no había tantos modelos ni tantos colores y una misma se daba al arte de la personalización, cortándolos o intentando que parecieran usados frotándolos en la orilla de la playa, en un intento de conseguir un efecto desgastado casero. Carolina Bang reconoce que el hecho de que los diseñadores ya se hayan encargado de diversificar los modelos ha sido todo un alivio. «De adolescente», señala, «yo misma les metía telas, les ponía cremalleras en el tobillo, los convertía en shorts en verano, con una chincheta les sacaba hilitos… la verdad es que todo este reciclaje permitía que duraran mucho más tiempo. Pero era laborioso».
Marta Vaquerizo, quien lleva adaptando la moda a su estilo toda la vida, también se alegra de la evolución creativa del jean. «Hace años», cuenta, «era mucho más difícil encontrar unos pitillos y yo me tenía que estrechar los pantalones con la máquina de coser de mi abuela. Era imposible encontrarlos tan ajustados como me gustaban a mí. Los quiero ultraceñidos y eso no significa que renuncie a la comodidad. Supongo que en mis gustos también influye lo que he visto en mi casa desde jovencita. Recuerdo que heredé unos Levi’s de mi hermano –Mario Vaquerizo– ajustadísimos. Para conseguir ese efecto, él se metía en la bañera para que se entallaran a su cuerpo. Con el tiempo, he aprendido cosas nuevas. Lo importante es comprar uno de tu talla, porque si no, al final te salen las carnes que no deben y te quedan fatal. Eso sí, lo de que me gusten ajustados a veces me ha traído problemas. Me acuerdo un día que fui a coger a mi perrita y al agacharme se me rajaron. Recomiendo precaución».
Cuidado también parecen tener a la hora de comprar los vaqueros online. Las hay que no tienen ningún problema. María Escoté sí se arriesga. «Debes conocer bien tu cuerpo, los tejidos, las marcas. Quizás sea un poco atrevido la primera vez, pero luego ya vas sobre seguro y es muy cómodo». Ana Goitia, del blog El Rincón de Anatxu, casi siempre acude a las redes para conseguir su talla: «Marcas como Dorothy Perkins o Asos Curve me han salvado. Es verdad que al comenzar no sueles acertar, pero luego empiezas a controlar el lenguaje de las firmas y es un éxito». Tanto que en breve abrirá una cibertienda, en la que comercializará su propia colección y las marcas que ella suele usar. En cambio, Vicky Martin prefiere llevárselos a casa: «Me los pruebo allí tranquila, necesito verlos bien».
En conclusión: encontrar el vaquero 10 produce tanta satisfacción como dar con la pareja ideal. Una vez se tiene no importan los remiendos, las arrugas o, incluso, que esté roto. Si se adapta a la piel, se ve como un amor para toda la vida. Pero antes de tomar la decisión, un último consejo: «Cuando estés en el probador, póntelo, agáchate como si se te hubiera caído algo al suelo y mírate al espejo. Si no te está humillando, ese es el modelo perfecto», sentencia la actriz cómica Ana Morgade.