Tamara Vázquez, de Romancera: «Me diseñé mi propio vestido de boda y ahora visto a novias de todo el mundo»

Hablamos con Tamara Vázquez sobre cómo surgió la idea de montar un marca de vestidos de novia a medida y cómo consiguió convertir su empresa en un negocio internacional.

Uno de los diseños de Romancera.Pilar Hormaechea

Dicen que de una boda siempre sale otra boda, pero en esta ocasión fue en una boda donde prendió la chispa de Romancera, la firma de vestidos de novia localizada en Madrid que recupera la artesanía en diseños románticos que fusionan tradición y moda. “El primer vestido de novia fue el mío y a partir de ahí creé todo lo demás”, nos explica su fundadora Tamara Vázquez a S Moda por teléfono.

Tamara estudió derecho y trabajó durante años en Madrid en el área de desarrollo de negocio, pero su admiración por el arte de la costura, el diseño y el savoir faire, le redirigió a formarse en el Lon...

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Dicen que de una boda siempre sale otra boda, pero en esta ocasión fue en una boda donde prendió la chispa de Romancera, la firma de vestidos de novia localizada en Madrid que recupera la artesanía en diseños románticos que fusionan tradición y moda. “El primer vestido de novia fue el mío y a partir de ahí creé todo lo demás”, nos explica su fundadora Tamara Vázquez a S Moda por teléfono.

Tamara estudió derecho y trabajó durante años en Madrid en el área de desarrollo de negocio, pero su admiración por el arte de la costura, el diseño y el savoir faire, le redirigió a formarse en el London College of Fashion y en la escuela de alta costura de Javier Barroeta en Bilbao. Con “el gusanillo” de emprender un camino en el sector, fue en plena búsqueda de su propio vestido de novia cuando se sembró la semilla de Romancera. “Empecé a mirar diseñadores para hacerme un vestido a medida y nada me emocionaba. No era lo que me esperaba y no cumplían mis expectativas en cuanto a calidad”, recuerda. Tras una ardua búsqueda sin éxito, tomó la decisión que daría un giro a su vida: hacer ella su propio vestido de novia junto a Lola Piña y la patronista Nuria García, quienes se convertirían meses más tarde en el pilar de Romancera.

Así, en junio de 2017, sonaban campanas de boda y Tamara Vázquez daba el “si quiero” con el que se convertiría en el primer vestido –y punto de partida– de su colección. “Fue una experiencia tan bonita y enriquecedora que me abrió un universo nuevo muy emocionante,”, nos cuenta. En septiembre y tras volver de su luna de miel, decidió dar el salto: dejar su trabajo y empezar a gestar el universo de Romancera. “Me parecía que todavía había un nicho en el sector de las novias, un hueco para crear algo que fuera más moda”.

“Siempre me había atraído la novia, para mi es el último resquicio de la costura que sobrevive en este mundo de moda tan rápida”, confiesa.  Con diseños que aúnan los patrones clásicos con las tendencias actuales, sus creaciones románticas persiguen situarse en un plano atemporal construyendo puentes entre pasado y futuro. “Para nosotras el diseño es un elemento diferenciador. Hay cosas que deben hacerse como toda la vida y otras como nunca se habían hecho”, revela. Una de las máximas de Romancera es partir desde cero en el patrón de cada vestido. “Cada patrón es único y parte del cuerpo de cada novia, por eso funciona”, explica. Y como denominador común a sus vestidos, confeccionados a partir de sedas procedentes de Italia y Francia, señala la mezcla de texturas. “Parecen diseños muy sencillos a primera vista, pero en realidad existe un gran trabajo detrás. Cada vestido tiene tres o cuatro capas y es todo una sola pieza”, apunta.

“Nosotras hacemos muy poquitos vestidos al año, no más de 30”, explica. Una producción limitada desde su taller en Madrid que no podrían incrementar debido a la involucración personal con cada una de sus clientas. “Si queremos hacer las cosas como nos gusta a nosotras, no podemos hacer más novias por la energía emocional y el tiempo que invertimos en cada vestido”. En el momento de comenzar a diseñar y en consonancia con su propia filosofía, para Tamara es sustancial no olvidarnos de quienes somos. “Analizamos los diferentes estilos de la novia, cómo suele ir vestida, con lo qué se siente cómoda; para después aunarlo con su otro mundo de referencias, el plano más aspiracional de moda”, desvela.  Una minuciosa mezcla entre ambos mundos de referencia como garantía de éxito y que las novias en ocasiones olvidan. “Hay novias que llevan algo exclusivamente de tendencia porque se han instalado en el mundo aspiracional y se han olvidado de quienes son. Tienes que llevar la moda a tu terreno, pero no al revés”, aconseja. En este proyecto el nombre tampoco es algo casual: hace eco de la esencia de la firma y se inspira en uno de los referentes literarios de la creativa. “Romancera está ligado a nuestra cultura y al mundo más onírico de Federico García Lorca. Me recuerda al personaje de la novia en la obra Bodas de sangre; porque tiene un punto suave y dulce, pero es muy visceral. Y Romancera es una mezcla parecida”, añade.

A la hora de dar los primeros pasos en su proyecto, Tamara priorizó crear una identidad de marca potente como paso previo a diseñar un vestido ad hoc para cada novia. Presentó una colección cápsula con ocho diseños (entre los que se encontraba su propio vestido de novia) con un fin más cercano a la comunicación que a las ventas, llamando la atención de diferentes medios de comunicación y prescriptoras de moda. “Tenía clara la esencia de Romancera y quería transmitir ese mensaje. No pensábamos vender esos vestidos y he sido muy reacia, pero nos contactaron de Printemps Paris y estamos allí a la venta”, reconoce.  Sus diseños, que emanan un  estilo clásico-moderno, no solo han despertado la atención de las novias de nuestro país: Guatemala, Texas o Nueva York son algunos de los lugares del globo donde los reclaman, y si algo nos sorprende, es su éxito a distancia porque estas creaciones también son a medida. “No es fácil, pero nos sale bien. Les mandamos una tabla y les enseñamos a tomarse las medidas a través de zoom y hacemos muchos meetings para que ellas sean parte del equipo”, nos cuenta.

Tamara Vázquez.Antonio Thiery

En su última colección, en la que abundan tejidos como la organza, la tafeta y el gazar de seda, Romancera bebe de nuestras raíces inspirándose en la naturaleza y la vegetación. “El coronavirus ha puesto en jaque mucha de nuestras certezas. Al salir del confinamiento queríamos recuperar nuestros referentes, lo que considerábamos la base de nuestro ser”, afirma. Para realizar la editorial se trasladaron a La Coruña, Bergantiños, de donde procede parte de su familia. “Hicimos una sesión muy especial influenciados por el anhelo del mar, esa visión que teníamos desde la ventana del cielo. En un momento nuestras mangas se funden entre las olas y las nubes, es todo muy esponjoso”, detalla.

“Dicen que para emprender hay que tener valentía, yo hablo más de inconsciencia”, bromea. Si queremos abrirnos un nuevo camino, para la creativa es sustancial ser fiel a tu instinto y diferenciarse. “La autenticidad vende, engancha y atrae. Hace poco veía una Masterclass de Anna Wintour en la que hablaba con diseñadores y les decía que no se fijaran en los demás. Hagas lo que hagas tienes que ser fiel a tu visión y hacer lo que tu quieras, no lo que te digan que vas a vender”, recalca. Y atrevernos a dar el salto. “Yo no sé si otras diseñadoras antes pensaron en hacer vestidos como estos, pero quizá les dio miedo que no hubiera un público para ellos”, añade. Con el sueño de vestir a la cantante Florence Welch por ser “un alma libre y auténtica”, si dirigimos la mirada hacia el futuro señala como preferencia continuar su expansión en el escenario internacional. “Me encantaría seguir con las novias a medida -que son el corazón de Romancera- pero también consolidar mi presencia internacional en EEUU, Francia e Inglaterra”, concluye.

Uno de los diseños de Romancera.Pilar Hormaechea

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