«No sé venderme»: cómo sobrevivir en el mercado laboral si te cuesta ponerte en valor

El miedo al fracaso o a parecer arrogantes puede paralizarnos y limitar nuestras aspiraciones laborales. Una realidad que, indican los expertos, se puede cambiar 

Un fotograma de la serie 'Industry'.

“Además de ser bueno, hay que parecerlo”. Si eres de esas personas que suelen mantener un perfil bajo seguro que has escuchado esta frase en más de una ocasión. Y es que, en un mundo en el que todo pasa por construirse una marca personal, cuando los resultados no acompañan en el ámbito laboral es habitual que te pregunten si sabes “venderte bien”. 

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“Además de ser bueno, hay que parecerlo”. Si eres de esas personas que suelen mantener un perfil bajo seguro que has escuchado esta frase en más de una ocasión. Y es que, en un mundo en el que todo pasa por construirse una marca personal, cuando los resultados no acompañan en el ámbito laboral es habitual que te pregunten si sabes “venderte bien”. 

La mesura, sin embargo, no tiene por qué estar reñida con la capacidad. Y suelen ser los prejuicios, los estereotipos o los miedos culturalmente aprendidos los que no permiten avanzar. De esta forma, como suele recordar Paco Muro, presidente de la consultora Otto Walter, hay muchas personas discretas pero con excelentes cualidades agazapadas en las empresas: «Hay superestrellas anónimas, humildes, que no tienen una imagen especial que los distinga, e incluso pueden pasar a simple vista por personas de bajo nivel, pero resultan asombrosos en su trabajo».

Teresa Baró, experta en comunicación y desarrollo de la conducta no verbal en el trabajo, explica a S Moda que la dificultad que experimentan ciertas personas para “venderse” es una realidad a la que se enfrenta muy a menudo en su consulta y que se da incluso en “personas que no se han planteado nunca esta cuestión y que, de repente, descubren que podrían llegar más lejos si fueran capaces de poner en valor su trabajo, experiencia, talento o habilidades de todo tipo”. 

Pero ¿de dónde viene ese temor a destacar nuestra propia valía o a postularnos como candidatos para un proyecto concreto? Según Baró, las causas son varias. “Por un lado, tenemos miedo a parecer ambiciosos, interesados, competitivos… y esto afecta principalmente a las mujeres porque esta conducta no es la asociada habitualmente a nuestro género. Por otro lado, está el miedo a fracasar, a no dar la talla en el puesto. O, simplemente, tenemos miedo al «no». Muchas personas prefieren no arriesgarse. Y por miedo al fracaso, no avanzan como les correspondería”. 

Baró, que dirige la empresa Verbal no Verbal y es autora del libro Imparables: comunicación para mujeres que pisan fuerte ofrece algunas claves para mejorar nuestra proyección laboral en caso de necesitar un empujoncito. El primer paso para romper esa barrera mental es observar las dinámicas de la empresa en la que trabajamos y las posibilidades que nos ofrece, pues serán claves para definir “el estilo que debemos adoptar”. Baró también considera que este cambio “es prudente hacerlo de forma gradual e ir creando una ‘presencia’ que consiga que te tengan en cuenta. Incluso sin tener que reclamarlo”. 

Después, debemos hacer un ejercicio de autoevaluación. “Empieza por observar tu conducta y tus creencias sobre ti mismo”, indica la experta en comunicación. “Haz una lista de las cosas que has logrado, de tus cualidades, de la capacidad que tienes para aprender. Pídeles a otras personas que te digan qué valoran en ti como persona y como profesional”. 

Por último, una vez que están claros los objetivos y el grado de visibilidad que necesitamos conseguir, hay que pasar a la acción y, si no se tienen las habilidades necesarias para ello, tratar de formarse. Hoy en día, recurriendo a la ayuda de un profesional es posible aprender a “venderse bien sin ser arrogante, defender las ideas ante otras distintas, participar en las reuniones, proyectar una buena imagen, hablar bien en público o ante la cámara, etc”.

Al igual que ocurre con ‘el síndrome del impostor’ el miedo a venderse es más habitual entre las mujeres y, en muchas ocasiones, se ha convertido en un lastre para que mejoren su posición dentro de una empresa. Así lo ha observado Baró a lo largo de sus años de carrera: “Afecta más a las mujeres que a los hombres debido a la educación y a la presión del entorno. Es sabido que, en general, una mujer tiene que demostrar más que un hombre que merece un determinado puesto de trabajo. Y esto indirectamente nos está diciendo que no estamos tan preparadas”, recuerda. A ello se unen otros factores como el exceso de perfeccionismo o la sensación de que los logros obtenidos han sido una cuestión de suerte. Una creencia que, concluye, “no sólo hace que no nos postulemos sino que además evitemos la visibilidad, no sea que nos descubran”.  

De esta forma, tal y como explicaba a EL PAÍS Lina Gálvez, catedrática de la Universidad Pablo de Olavide, se entra en un círculo vicioso del que es muy difícil salir: «Los estereotipos de género hacen que las mujeres no nos postulemos para determinados ascensos, sectores o puestos porque sabemos que no nos van a coger, y a la vez, esos estereotipos hacen que los empleadores no se lo ofrezcan a mujeres». Según datos de 2020, en España, las mujeres ocupan tan solo el 16,4% de los puestos directivos. 

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