La creadora de Pale Swimwear: «Nunca hay malos momentos ni malas ideas si tú estás convencida del negocio que quieres montar»
Desde el Mediterráneo Marta San Martín traslada a la moda de baño un estilo retro y contemporáneo bajo líneas minimalistas. Así consiguió su sueño de montar su propia marca de moda.
Parece que existe una inclinación incuestionable por rescatar el pasado y trasladarlo a hoy, el presente. Y eso es lo que evoca Marta San Martín en sus diseños de baño con alma mediterránea: un estilo retro pero actualizado.
Nos trasladamos diez años atrás. Por entonces Marta estudiaba diseño de moda en Barcelona y una oportunidad en el grupo Women’ secret le introdujo en el mundo del baño y la corsetería casi por casualidad. Desde entonces pasó por diferentes firmas hasta tres años más tarde lanzarse con su propia línea de baño: ...
Parece que existe una inclinación incuestionable por rescatar el pasado y trasladarlo a hoy, el presente. Y eso es lo que evoca Marta San Martín en sus diseños de baño con alma mediterránea: un estilo retro pero actualizado.
Nos trasladamos diez años atrás. Por entonces Marta estudiaba diseño de moda en Barcelona y una oportunidad en el grupo Women’ secret le introdujo en el mundo del baño y la corsetería casi por casualidad. Desde entonces pasó por diferentes firmas hasta tres años más tarde lanzarse con su propia línea de baño: Pale Swimwear. “Nació un poco como una necesidad. Por un lado fue la cantidad de propuestas interesantes que se quedaban en un cajón, diseños que no llegaban a producirse y a venderse en las tiendas”, confiesa Marta San Martín a S Moda desde el otro lado del teléfono.
Con una inapelable inquietud latente por emprender su propia línea con unos diseños menos comerciales, tras una reestructuración de la empresa se quedó sin trabajo. Y saltó al vacío. “Todo coincidió. Hacía tiempo que estaba pensando en montar algo por mi cuenta pero me faltaba ese empujón. Cuando tienes un trabajo “seguro” es muy difícil dejarlo todo. Y pensé: “ha llegado el momento y lo voy a intentar”.
Desde el primer momento decidió producir en Cataluña, lo que vivió como algo muy dispar a su experiencia anterior. “Cuando trabajaba para empresas más grandes prácticamente todo se producía en China”, señala la diseñadora. Descubrió que la producción local no solo permitía estar más presente a lo largo del proceso de fabricación, sino establecer una relación más cercana con los proveedores y talleres. “Los proveedores pueden aportarte soluciones ya no solo a la hora de confeccionar o mejorar una prenda, sino también a nivel creativo. La parte práctica de la producción te lleva a hacer cambios en la parte estética, en el diseño…”, añade. Quizá por ello defiende su producto como “local y de calidad” y reconoce el trabajo de todo un equipo invisible que hace posible la producción. “El producto que vendo es el resultado del trabajo de muchas personas. Aunque la marca sea la “cara visible” del producto, hay una sinergia entre un gran equipo que consigue que esto salga adelante”.
El momento vital en el que se encontraba a la hora de proyectar su marca fue fundamental para germinar esa esencia que aún caracteriza sus diseños. “Yo tenia 30 años. A esa edad ya eres consciente de lo que te queda bien: por mucho que algo sea tendencia si no te encaja, no lo vas a comprar”. Instalada en la treintena fue consciente que su forma de comprar había cambiado: “te empieza a apetecer invertir más en prendas que vayan a ser duraderas”, explica.
Su marca iba dirigida en un primer momento a “mujeres con carácter que se salieran de lo establecido”, perseguía satisfacer el ánimo de aquellas clientas que buscaban diseños menos comerciales. “El tipo de persona a la que quería dirigir mi marca eran personas dedicadas a sectores creativos, diseñadoras gráficas, gente que estaba dentro del mundo del arte”, explica. Pero a lo largo de los últimos años de evolución y desarrollo reconoce abarcar un target más heterogéneo. “Me gusta que mi producto alcance a un tipo de clientas que antes no se hubieran planteado comprar en marcas más pequeñas y con una producción local”, señalaSan Martín.
Si bien la mayor parte de su clientela se encuentra al otro lado de las fronteras, Marta recalca que el apoyo de ventas a nivel nacional supone una parte importante de la facturación. Su crecimiento “ha sido algo muy orgánico” e incide en la necesidad de visualizar hasta donde quieres crecer. Desmitifica que la ausencia de un anhelo por convertirse en una gran marca sea sinónimo de fracaso. “Parece que estás en la obligación de crecer. Si no creces es un fracaso o el proyecto no va bien. Pero yo estoy convencida que tienes que crecer hasta el punto que tú estés cómoda y hasta el punto de que tú puedas abarcar”, añade. Un aspecto claro que debemos sopesar a la hora de proyectar nuestro negocio. “Si creces demasiado luego vienen los problemas. No puedes controlar el producto como lo hacías antes, e inevitablemente tu producto cambia”.
Define su estilo como “un retro contemporáneo: una actualización del pasado”. Desde su primera colección sus diseños se caracterizan por una fusión de dos épocas. “Siempre he tenido como referentes el estilo retro de los años 50 y la década de los 90, porque es una estética muy limpia pero muy estudiada”. La fusión de ambos bajo un filtro minimal se visualiza en sus diseños de líneas mínimas aptos para resistir al paso del tiempo y las tendencias. En su misma esencia distinguimos el origen del nombre de la marca Pale Swimwear: “buscaba algo sencillo que reflejara la estética de la marca, las líneas limpias y una carta de color tenue”, afirma el alma máter de la firma.
A la hora de diseñar no se inspira en un concepto preestablecido: el proceso lo vive como algo más flexible y versátil. “Parece que siempre tienes que tener una inspiración muy concreta. Pero yo soy un poco más caótica. Voy recopilando información de aquí y allá de diferentes cosas que me inspiran e intento encajarlo todo. En realidad, hago como un puzzle”. Insiste que, si bien la tradición aconseja crear bajo un concepto preestablecido, no significa algo apto para todos los públicos. “Es la manera más ortodoxa de hacer una colección, pero cada uno tiene que buscar lo que le funciona. La norma es para una parte de los diseñadores, pero para otra no tiene mucho sentido”, concluye.
Lanzarse a la piscina y emprender no es fácil, pero para aquellos con la inquietud de llevar a cabo un proyecto personal San Martín aconseja que “si creen en su proyecto, lo hagan. Nadie mejor que tú sabe lo que tienes en la cabeza, lo que quieres proponer y aportar a tu sector”. Aunque confiesa que ante esta situación uno tampoco se libra de los haters. “Siempre vas a encontrar a gente que te va a decir que no es una buena idea o es un mal momento a nivel económico”, añade. Ante esta realidad, la diseñadora recalca: “Creo que nunca hay malos momentos y creo que nunca hay malas ideas si tú estás convencido y estás seguro”.