La ceramista Marta Bonilla: “Lo esencial es lanzarse. Si te instalas en el ‘me gustaría’ nunca conseguirás nada»
Sus piezas reivindican la belleza de lo imperfecto. Así consiguió dejar su trabajo como profesora para dedicarse por completo al mundo de la artesanía.
Marta Bonilla tenía 34 años y se dedicaba al sector de la educación cuando su atracción por el arte y la decoración le empujó a apuntarse a un curso de cerámica. “Necesitaba salir de la rutina y los horarios tan marcados. El barro me llamaba la atención y sentía curiosidad por producir los objetos que me rodeaban en casa. Fue probar y quedarme obsesionada con el material”, explica a S Moda desde el otro lado del teléfono.
Desde entonces su vida dio un viraje hasta convertirse el barro en su actividad principal. En un primer momento...
Marta Bonilla tenía 34 años y se dedicaba al sector de la educación cuando su atracción por el arte y la decoración le empujó a apuntarse a un curso de cerámica. “Necesitaba salir de la rutina y los horarios tan marcados. El barro me llamaba la atención y sentía curiosidad por producir los objetos que me rodeaban en casa. Fue probar y quedarme obsesionada con el material”, explica a S Moda desde el otro lado del teléfono.
Desde entonces su vida dio un viraje hasta convertirse el barro en su actividad principal. En un primer momento compaginaba su trabajo en las aulas y la producción, hasta que dos años más tarde decidió dar el salto. “Sabía que, si no le dedicaba más tiempo, no iban a suceder algunas cosas. Me pedí una excedencia y pensé: vamos a probar. No fue una decisión fácil, la cerámica era un sector inestable y arriesgado”. Se sumergió de lleno en el material con la misión de pulir la técnica y el estilo cuando llegó la oportunidad. “Empecé a trabajar en Cobalto Studio, con el que más adelante realizaría mis primeras colaboraciones con Mango. Desde hace un año produzco en mi propio taller en Gracia (Barcelona)”, señala.
Sus piezas clásicas y funcionales se caracterizan por un diseño elegante, sobrio y atemporal. Comprometida con la máxima de menos es más; busca aunar funcionalidad y diseño, cubrir una necesidad real del día a día sin desprestigiar su carácter estético. “Mi objetivo es producir piezas decorativas sin dejar de lado su función principal”, señala. Sus diseños a partir de barro y diferentes esmaltes fueron evolucionado de manera orgánica desde jarrones y fruteros hasta lámparas y murales. Reivindican sus creaciones tradición y artesanía al tiempo que respiran sencillez y minimalismo. “Me siento muy conectada con la naturaleza y un estilo de vida más sencillo. Tiendo a buscar esa forma de evasión. Siempre sentí atracción por lo tradicional: la losa y las piezas más folclóricas”, añade. En el alma de sus creaciones encontramos la influencia de ceramistas de los años 40, “me gusta mucho el trabajo de Valentine Schelegel o Salvatore Glume, la manera en la que utilizaban los esmaltes es maravillosa“. Confiesa su admiración innata por corrientes artísticas como el surrealismo y el cubismo “entre mis referencias señalaría los murales de Joan Miró o la obra de Picasso”.
La ceramista explica que a la hora de producir no persigue una estética perfecta ni un acabado impoluto. “Busco que se aprecie la mano en la cerámica, no algo perfecto, más bien rehúyo de ello. Por supuesto la pieza debe estar bien hecha, pero sin abandonar la naturalidad”. Quizá por ello deja parte a la improvisación y el azar. “Puedes partir de una idea muy clara que has visualizado con anterioridad, algo que te ha inspirado. Pero en el momento que empiezas a trabajar, nunca se sabe. El resultado puede ser esa imagen o algo totalmente diferente, pero que funciona”, resume.
Las piezas de cerámica no solo se han convertido en el último objeto de deseo por parte de toda adepta a las últimas tendencias deco. Denominada como “el nuevo yoga”, esta actividad a la que se han sumado personalidades como Brad Pitt, Emily Ratajkowski o Leonardo Dicaprio, se desvela como un camino hacia la desconexión y la paz mental. “Trabajar con las manos resulta terapéutico y requiere un alto nivel de concentración. Además, estás en contacto con tierra: estás tocando tierra y eso tiene un beneficio”, reconoce.
En una actividad arcaica y recuperada del pasado como la alfarería, la artista reconoce el papel indispensable de la tecnología y las redes sociales en su proyecto personal. “Instagram es una de las herramientas más eficaces, se ha convertido en un portfolio globalizado y gracias a él podemos alcanzar una mayor visibilidad. Ahora, en el confinamiento vivido por el Covid-19, lo hemos podido comprobar: desde nuestro sofá tenemos una mirada global”, concluye.
¿Pero realmente valoramos el trabajo del artesano y las piezas made in Spain? Marta reconoce que si bien el grosso de sus clientes proceden del extranjero (EEUU, Australia y Europa), esta realidad podría situarse en un punto de inflexión. “Algunos países valoran más el trabajo del artesano que otros, pero hay una tendencia al cambio. Cada vez se tiene más en cuenta lo manual, existe una necesidad creciente por rodearse de estos objetos. Después de estos meses de confinamiento la gente ha pasado mucho tiempo en casa, tiene ganas de adquirir nuevas piezas e invertir más en lo que les rodea. Vivimos a un ritmo demasiado rápido y necesitamos un cambio: reconectar con nosotros mismos y volver la mirada a lo realmente esencial”.
Si miramos al futuro Marta sostiene la posibilidad de adentrarse en nuevos escenarios y dirigir su producción hacia la decoración y el mobiliario. “Mi idea es continuar produciendo piezas en la línea actual pero también de mayores dimensiones, trasladarme al mundo del diseño enfocado al interiorismo: llevarlo más al campo de la arquitectura y el mobiliario. Las lámparas de gres en las que combino el barro con otros materiales como la rafia han sido un descubrimiento, de ahí nace el deseo de continuar por este camino”, explica.
Para los futuros emprendedores la artista aconseja apostar (y quien sabe, quizá ganar). “Lo esencial es lanzarse: hay que hacer. Si te instalas en el “me gustaría” nunca vas a conseguir nada. Nos hacemos demasiadas preguntas, tenemos muchos miedos y no es fácil. Pero la acción es necesaria para que pasen cosas. Si siempre hacemos lo mismo, siempre estaremos en el mismo momento”.