“Me ha supuesto más estrés añadido”: la dificultad de empezar un nuevo trabajo en remoto

Aunque el teletrabajo tiene cosas positivas, es una situación compleja para quienes se incorporan a un nuevo puesto. Hablamos con trabajadores de distintos sectores que lo han vivido en primera persona.

Siempre es difícil incorporarse a un nuevo trabajo pero en remoto es un estrés añadido.Getty (Getty Images/Tetra images RF)

El primer día en un nuevo puesto siempre supone un extra de nervios y tensión. Queremos empezar con buen pie y causar una buena impresión a nuestros compañeros o jefes. Así que si este trance ya resulta de por sí complejo en persona, la cosa se complica cuando toca hacerlo a través de una pantalla.

En España, aunque el paro sigue al alza, el pasado mes de febrero 20.000 personas volvieron a estar ocupadas. ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El primer día en un nuevo puesto siempre supone un extra de nervios y tensión. Queremos empezar con buen pie y causar una buena impresión a nuestros compañeros o jefes. Así que si este trance ya resulta de por sí complejo en persona, la cosa se complica cuando toca hacerlo a través de una pantalla.

En España, aunque el paro sigue al alza, el pasado mes de febrero 20.000 personas volvieron a estar ocupadas. De ellas, un gran número ha tenido que incorporarse al nuevo puesto a distancia. Una situación que hace que muchos trabajadores recién llegados tengan que hacerse un hueco en la nueva organización sin poder comprobar, de primera mano, su idiosincrasia y la cultura de trabajo que impera en su equipo. 

Trabajadores más inseguros

Ante este panorama es habitual que la gente tienda a sentirse, en sus primeros días, más nerviosa e incómoda. La frialdad de las videollamadas, el no saber cómo comportarse con naturalidad delante de una pantalla o la imposibilidad de preguntar las dudas en persona condicionan la forma en que se producen las primeras tomas de contacto cuando se teletrabaja.

Así le ha ocurrido, por ejemplo, a la fotógrafa y diseñadora gráfica Cristina de Diego en un puesto al que se ha incorporado recientemente en Reino Unido y que realiza desde casa. En su caso, tanto el proceso de selección como la posterior organización de las tareas se ha realizado a través de videollamadas. “En la primera reunión que tuve con el equipo para conocernos yo estaba más tensa que en un encuentro cara a cara porque se pierde la naturalidad del trato en persona”, recuerda. “El hecho de no poder separar el entorno doméstico del laboral con personas que acabas de conocer, las distracciones y ruidos que llegan de los vecinos o de la casa, la imposibilidad de apreciar el lenguaje corporal más allá de lo que se ve en pantalla, que todo sea más frío… Son cosas que a mí, sobre todo al inicio, me han supuesto una mayor tensión y cierto estrés añadido”.

Sergio, que es periodista, se ha sumado durante la pandemia a un nuevo equipo en el que tiene que manejar herramientas y temáticas con las que no había trabajado antes. Al tener que hacerlo sin un contacto directo con el resto del personal, lo que más ha notado es la inseguridad que le genera no saber si va progresando correctamente. “Cuando estás rodeado de tus compañeros o jefes y planteas una duda o preguntas si lo estás haciendo bien, además de recibir una respuesta, puedes percibir su tono de voz, su mirada… Son situaciones en las que hay incluso lugar para una broma o un feedback más distendido”, indica. “Mi formación, además, se produjo por teléfono, así que los primeros días me sentí bastante perdido. En un contexto así, cuando te surgen dudas, todo se hace mucho más complicado al perder esa referencia visual o física”.

El reto de crear equipo

Para las empresas, en esta situación, resulta fundamental poner a disposición de los nuevos empleados las herramientas y estrategias necesarias para fomentar una comunicación sana y un ambiente de trabajo fluido, amigable y productivo. Eso que suelen tener los managers tan presente de que sus trabajadores hagan equipo, es ahora más necesario que nunca.

El infografista Artur Galocha se incorporó en remoto, el pasado mes de diciembre, a la redacción del periódico The Washington Post. “En mi caso no solo estoy cambiando de trabajo, también de país y de idioma, así que a la complejidad de dar ese salto se une la de teletrabajar. Y se nota”, explica. “Lo bueno es que puedo quedarme un tiempo más en Madrid y en mi casa. Pero estando en una redacción al final vas hablando con todo el mundo, tomando un café con este, yéndote a comer con otra gente, viéndote las caras, y construyes relaciones que después te ayudan a trabajar mejor y con más confianza. Desde casa eso se anula y hay que hacer un esfuerzo mayor por crear relaciones”.

Mario, que reside en Cantabria, lleva tres meses trabajando como ingeniero de software en una nueva empresa. Él, según nos cuenta, se ha adaptado mejor de lo que pensaba porque no partía de cero y ya tenía experiencia previa en puestos similares. “Lo que sí veo casi imposible es hacer equipo”, señala. “A través de Zoom u otras herramientas similares tengo contacto diario con los compañeros directos y, cada 15 días, hacemos una reunión de departamento, pero ese es el único trato que tengo con ellos. En un trabajo al que puedes acudir presencial puedes tener conversaciones más distendidas, conocer a gente de otros departamentos… En remoto es muy complicado porque los contactos sociales apenas existen”.

La importancia de una buena acogida

Es habitual que los departamentos de Recursos Humanos de las grandes empresas cuentan con un proceso de onboarding para dar la bienvenida a los nuevos empleados y equiparles material y personalmente con todo lo necesario para empezar a trabajar en buenas condiciones. En los casos en los que esto está ya instaurado bastaría con adaptarlo a la nueva realidad que impone el teletrabajo.

Hacer que los recién llegados se sientan bien e integrados en su nueva casa no es una cuestión menor. Según datos facilitados por la plataforma de búsqueda de empleo Linkedin, una buena política de onboarding puede “mejorar la tasa de retención de los nuevos empleados hasta un 82% y la productividad de los mismos en más de un 70%”.

La experiencia de Elsa, que trabaja en el departamento legal de una empresa, es un ejemplo de esas buenas prácticas. En su caso, los primeros días recibió la bienvenida y tutorización del departamento de Recursos Humanos y de su responsable directo: “Estuve un par de semanas trabajando de forma muy cercana con mi jefe. Prácticamente teníamos reuniones diarias en las que me iba contando y explicando todos los procedimientos”, recuerda. “A mí también me ha resultado muy útil la política flexible de la empresa, que ofrece la posibilidad –previa reserva de los espacios de trabajo y respetando los límites de aforo y protocolos de seguridad– de acudir puntualmente a la oficina”, indica. “Así he conocido un poco mejor al equipo y el nuevo puesto. Es cierto que quizás empezar así no es la mejor situación, pero si la gente está dispuesta a ayudar, a hablar contigo por videollamada, hay una mayor cercanía”.

Galocha también ha tenido una buena experiencia en ese sentido. Aunque reconoce que no ha sido lo mismo que empezar en un trabajo presencial, lo ha llevado bastante bien porque se lo han puesto muy fácil. “El día que empezaba a trabajar me llegó el portátil perfectamente configurado”, recuerda. “Y las dos primeras semanas fueron de formación en los diferentes aspectos del trabajo, desde el uso de los sistemas hasta el uso de fotos y copyright. Así que se hizo llevadero”. Al igual que en el plano organizativo también ha recibido un respaldo importante por parte de sus nuevos compañeros: “La gente es consciente de que es difícil empezar en un trabajo de esta manera y a tantos kilómetros, así que las primeras semanas me escribían para tomar un café virtual e irnos conociendo”.

*Algunos de los nombres de las personas que han participado en este artículo se han modificado para preservar su intimidad.

Sobre la firma

Archivado En