Cuando el jefe no respeta el derecho a desconectar

Son muchos quienes por la naturaleza de su trabajo o por disponer de conexión a internet 24 horas cada vez tienen más problemas para olvidarse de todo en verano.

Getty (Getty Images/iStockphoto)

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Pocas cosas resultan más perturbadoras que una llamada del trabajo para resolver un problema o una duda cuando se está de vacaciones. Aunque las vacaciones son un derecho fijado por ley, la realidad es que el acceso constante a internet y la omnipresencia del móvil cada vez hacen más difícil disfrutar de un descanso pleno. Según una encuesta realizada por el portal de empleo InfoJobs, una de cada cuatro personas asegura conectarse siempre que sea necesario durante sus periodos vacacionales y otros estudios apuntan a que casi el 40% de los trabajadores necesita dos semanas o más para olvidarse del trabajo.

Todo vale a la hora de dejar atrás las responsabilidades laborales: desde cambiar a un móvil que solo permite hacer y recibir llamadas, a eliminar temporalmente las apps de trabajo o silenciar todas las notificaciones. Sin embargo, nada de esto sirve si la otra parte no cumple también con su parte. Tan importante como querer desconectar es que tus jefes o tus compañeros te dejen hacerlo.

En entornos digitales o híbridos en los que la jornada se organiza en remoto, la desconexión es mucho más complicada. Lo normal es que los empleados tengan la sensación de estar siempre conectados. Y no solo es una percepción, ya que según la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound), las personas que teletrabajan habitualmente tienen más posibilidades de sobrepasar el máximo de horas semanales.

Por ello, algunas empresas apuestan cada vez más por establecer protocolos y herramientas que tengan un impacto positivo en la gestión laboral. Un ejemplo es la empresa Fresh People, consultora de Recursos Humanos de startups tecnológicas. Para José Burgos, cofundador y CEO, es fundamental “generar conciencia en el equipo a través de la formación y del entendimiento del impacto que tiene no respetar las vacaciones y el derecho al descanso de las personas.”, explica. “Tenemos estudios que demuestran con muchísima solvencia que tan importante es el tiempo dedicado a la completa conexión con el trabajo como el tiempo de descanso. Al igual que ya hacen los deportistas de élite que respetan al máximo los tiempos de entrenamiento, competición y descanso, nosotros tenemos que entender que con las personas ocurre algo similar”.

Por ello, Burgos invita a las compañías a realizar un trabajo de planificación previo a los meses en los que todo el mundo suele cogerse vacaciones. “No puedes estar dando soluciones a este tema en este momento del año, sino que esto tendría que haber sucedido mucho antes: cómo trabajas la cultura de empresa, la estructura de objetivos, los puestos de trabajo, los equipos… Todo eso tiene un impacto directo en la gestión de las personas. Sin hacerlo, probablemente te vas a encontrar con muchísimas más dificultades”.

Junto con las herramientas de trabajo digitales, otro de los hándicaps para no lograr desconectar ni delegar en los períodos de vacaciones es estar en un puesto de trabajo con cierta responsabilidad o en el que uno es su propio jefe. Según datos de InfoJobs el perfil de quienes menos desconectan ese el de un hombre, entre los 45 y los 65 años, autónomo o trabajador por cuenta propia y con cargo de responsabilidad. En el caso de los autónomos, además, una encuesta realizada en 2021 por la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA) revelaba que un 42% de ellos no podía irse de vacaciones en verano y que el 85% de quienes sí lo conseguían, no paraban más de 15 días. 

Claudia López, por ejemplo, que trabaja como autónoma al frente de una empresa de seguridad alimentaria, no sabe lo que es desconectar por completo. En su caso, aunque intenta avisar a sus clientes para que intenten respetar al máximo su descanso, no siempre es posible.

“Creo que si trabajara por cuenta ajena la desconexión sería total, pero para un autónomo es muy difícil. Al final, el ordenador y el móvil siempre van conmigo, es como llevar el trabajo a cuestas, y voy aprovechando distintos ratitos para ir haciendo cosas pendientes”, recuerda López. “En muchas ocasiones, lo prefiero así antes que pegarme una sobrecarga de trabajo días antes. Prefiero dosificar y alternar después días de descanso y trabajo.  Lo que sí intento, al menos una semana al año, es asegurarme un tiempo de desconexión total”.

Lo mismo le ocurre a Patricia Vicente, que trabaja en la administración pública en un cargo de responsabilidad. “Yo no puedo delegar mis funciones en otras personas, así que siempre existe la posibilidad de que tenga que solucionar alguna cuestión por teléfono desde mi lugar de vacaciones. Por eso, lo que hacemos es organizarnos para disfrutar de las vacaciones en el mes de agosto, que es cuando hay menor volumen de trabajo y todo está más tranquilo”, explica Vicente.

En estos casos, el psicólogo de ifeel, Rafael San Román, apunta que debe ser cada uno quien valore lo que supone contestar o no a esas llamadas. “Quizás, para las relaciones laborales o el clima de trabajo, puede ser peor no contestar en un momento puntual a una llamada que sí hacerlo. Porque si no contestas, a la vuelta vas a tener que enfrentarte a ese asunto de todas formas. Pero depende mucho de la situación y circunstancias de cada persona y del cargo que desempeña”.

No obstante, San Román también indica que, siempre que sea posible, hay que “tomar conciencia de que es fundamental descansar y desconectar para poder luego rendir bien. El descanso es una cuestión que debemos tomarnos en serio y con disciplina”.

Para las empresas, Héctor Mata, cofundador y CEO de Shakers —una plataforma que conecta a trabajadores freelance con empresas y que ha organizado varios encuentros sobre el futuro del trabajo y las claves para conseguir un equilibrio laboral— añade que lo aconsejable para garantizar un descanso óptimo para todos sería “definir un protocolo de actuación antes de que la persona se vaya de vacaciones para determinar qué es urgente y qué no es urgente y cómo traspasar esos asuntos calientes que tenemos entre manos. Una vez establecido esos límites de qué consideramos importante y qué no, hay que estar preparado para saber cómo actuar antes de que se ocasione un caos, y en el caso de que sea imprescindible, contactar con el compañero que está de vacaciones para que pueda actuar. Aunque esto será en un caso muy extremo. Pocos asuntos deberían ser tan urgentes como para tener que contactar con nuestro compañero”.

* Algunos de los nombres de las personas que han participado en este artículo se han modificado para preservar su intimidad.

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