El caso de las merceditas de Elche más buscadas en plena pandemia: el milagro de los zapatos Augusta
Fundada por las hermanas Paloma y Cristina Rato, la joven marca que fabrica en Elda pero con alma asturiana apuesta por diseños divertidos, muy cómodos y con un toque retro.
Sobrevivir a una pandemia mundial coincidiendo con el primer año de vida de una marca es un inicio realmente prometedor. De esto pueden presumir desde la firma de calzado Augusta The Brand. Capitaneada por las hermanas asturianas Paloma y Cristina Rato, no solo ha superado sus primeros meses conviviendo con el coronavirus; sino que sus vibrantes diseños se han convertido en un fenómeno en Instagram.
Con carreras distintas –Paloma, licenciada en ADE y con un máster en gestión de empresas de moda, y Cristina, ing...
Sobrevivir a una pandemia mundial coincidiendo con el primer año de vida de una marca es un inicio realmente prometedor. De esto pueden presumir desde la firma de calzado Augusta The Brand. Capitaneada por las hermanas asturianas Paloma y Cristina Rato, no solo ha superado sus primeros meses conviviendo con el coronavirus; sino que sus vibrantes diseños se han convertido en un fenómeno en Instagram.
Con carreras distintas –Paloma, licenciada en ADE y con un máster en gestión de empresas de moda, y Cristina, ingeniera de obras públicas– y tras vivir en diferentes puntos del globo, las hermanas volvieron en 2019 a España para fundar Augusta The Brand con el objetivo de ofrecer una alternativa en el mercado de calzado español. “Nos costaba encontrar marcas españolas que, sin ser lujo, fueran de calidad y mantuvieran el sentido de moda. Yo había trabajado en el departamento de compras de diferentes multinacionales y siempre había querido emprender un proyecto”, revela Paloma por teléfono.
A finales del 2019 irrumpían en el sector del calzado con una primera colección limitada protagonizada por unos botines en cuatro acabados diferentes. Con una cálida acogida por parte del mercado nacional, en marzo salía a la luz un segundo lanzamiento coincidiendo con el estallido del coronavirus y el consiguiente estado de alarma. “No teníamos ninguna foto de producto porque no habíamos hecho aún la campaña”, confiesa. Ante tal escenario y sin ninguna certeza de que la situación se solventara a corto plazo, las hermanas se adaptaron a la nueva realidad convirtiendo sus propios hogares en estudios de fotografía con la misión de salvar las ventas. Y lo consiguieron. “Nos hicimos las fotos a nosotras mismas en casa y fue realmente bien. A la gente eso le encanta: conocer la vida de la persona que hay detrás de la marca. Era algo que siempre habíamos separado, pero que funcionó perfecto para el momento”, reconoce.
Con diseños “coloristas, divertidos y con un toque vintage”, las hermanas apuestan por una producción de proximidad y artesanal que diversifican entre Elche y Elda (Alicante). “Elegimos producir en España por su experiencia en la fabricación artesanal, desde aquí se hace calzado de una altísima calidad a muchas firmas del mundo”, apunta Rato. Pero al tratarse de un proyecto joven que requiere cantidades más limitadas, no fue tarea fácil encontrar fabricante. “Nos costó muchísimo (y todavía nos cuesta) localizar talleres que no exigieran un pedido mínimo de 1000 unidades por diseño, están acostumbrados a trabajar con grandes empresas y es muy complicado”.
Fieles a su máxima de crear zapatos “para toda la vida”, a la hora de diseñar se empapan de aquello que les rodea: una película, un viaje e incluso una mujer que se cruzan por la calle. “Nos inspiramos en el día a día porque es el tipo de mujer al que nos dirigimos”, explica. Diseños ideados para mujeres que salen de casa a las 8 am y desconocen cuando volverán, con una clara apuesta por la comodidad confirmada en su huida de los tacones imposibles. “Yo misma lo he experimentado: cuando salía de casa a primera hora y llegaba por la noche era impensable ir con tacones todos los días”, aclara.
Bajo el nombre Augusta The Brand, elegido por su fuerza y personalidad, sus zapatos ya cuentan con clientas al otro lado de las fronteras. “Estamos empezando a abrir mercado fuera de España, sobre todo en EE UU, Inglaterra y en los países nórdicos”, señala. Objetivo que situaban como prioritario por la cultura de consumo más consciente y responsable fuera de nuestro país: “A un extranjero le cuesta menos gastarse dinero en un producto artesanal que a un español, lo valoran más”, admite. Una realidad que ahora podría estar cambiando (el confinamiento nos ha empujado a conocer pequeñas marcas nacionales y su historia) pero a un ritmo más ralentizado que en nuestros vecinos europeos. “Es un proceso largo y también un poco cuestión de educación. Somos los creadores de las mejores marcas de fast fashion del mundo y estamos muy mal acostumbrados en cuanto a tema precio”, añade.
En estos primeros (y acelerados) meses de vida, para Augusta las redes sociales se han posicionado como herramienta prioritaria para alcanzar futuros clientes. “Tamara Falcó publicó el pasado noviembre una foto con las merceditas negras de charol en Instagram y fue un bombazo”, recuerda. Tras la aparición de la marquesa de Griñón en la red social, en cuestión de unas pocas horas el producto estrella de la firma colgaba el cartel de sold out. Pero, para la emprendedora asturiana, la señal de que las cosas van por el buen camino reside en las ventas reincidentes: “Cuando una clienta vuelve a comprar los zapatos significa que algo estamos haciendo bien”.
Entre sus planes de futuro, las hermanas Rato no descartan la apertura de un punto de venta físico propio. Un concepto mixto entre oficina y showroom en el que recuperar la venta tradicional al tiempo que se inclinan por un formato más dinámico y multidisciplinar. “Nos gustaría abrir un espacio donde poder acercarnos al cliente, pero también que sea nuestro lugar de trabajo y apto para hacer eventos o presentaciones”, detalla. Y trasladar el alma de Augusta The Brand a otros sectores. “Hemos empezado con calzado, pero no descartamos ampliar Augusta con complementos e incluso algo de ropa, no una colección como tal pero sí prendas sueltas. No queremos cerrarnos puertas, sino ir haciendo cosas según lo que nos apetezca en cada momento”, concluye.