Tiempos de parka

El movimiento ‘mod’ hizo suya esta prenda que hoy la pasarela engalana con pieles, bordados y lentejuelas.

Explorar los orígenes de esta prenda depara más de una sorpresa y confirma la capacidad que ha tenido este icono del casual wear a lo largo de la historia para adaptarse a la moda. A principios de los años 50, se coló en el guardarropa militar por partida doble. Por un lado, bautizada con el nombre de M-51 –sin duda, el modelo más codiciado por los puristas, capaces de pagar por él grandes sumas de dinero en subasta– acudió en ayuda del ejército norteamericano durante la guerra de Corea. Por otro lado, la versión snorkel o N-3B (acolchada y con capucha ribeteada con pelo) s...

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Explorar los orígenes de esta prenda depara más de una sorpresa y confirma la capacidad que ha tenido este icono del casual wear a lo largo de la historia para adaptarse a la moda. A principios de los años 50, se coló en el guardarropa militar por partida doble. Por un lado, bautizada con el nombre de M-51 –sin duda, el modelo más codiciado por los puristas, capaces de pagar por él grandes sumas de dinero en subasta– acudió en ayuda del ejército norteamericano durante la guerra de Corea. Por otro lado, la versión snorkel o N-3B (acolchada y con capucha ribeteada con pelo) se convirtió en el mejor aliado de los militares destinados en las estaciones meteorológicas del Ártico. Teniendo en cuenta estos orígenes castrenses, la pregunta es obvia: ¿cuándo se introduce la parka en el ámbito musical? A lo largo de la década de los 60.

Contrariamente a la teoría popular que sitúa su primera aparición en Londres dentro del circuito mod, hay que viajar antes hasta Jamaica para comprobar que esta prenda (combinada con pantalón de talle alto, camisa, tirantes, corbata estrecha y sombrero borsalino) ya formó parte del uniforme de los rude boys, el primer movimiento subcultural surgido en esta isla. Un estilo que emigró a la capital británica a través del ska y el reggae, para encontrarse con una escena en la que dos tribus urbanas comenzaban a dejar claro que lo suyo no iba a ser un ejemplo de cordialidad. Los ton up boys y los coffee bar cats no tardaron en llamarse rockers y mods, y la parka rápidamente escogió formar parte del segundo bando.

Parka de Maje (298 euros), cuerpo de COS (99 euros), falda de Carven (290 euros), collar vintage del siglo XIX de oro, plata, diamantes y esmeraldas de Bárcena (c.p.v).

Álvaro Beamud Cortés

Los elegantes y pulcros mods, con sus scooters y sus impecables trajes a medida, siguen siendo la referencia ineludible cuando se trata de parkas. El grupo The Who y su álbum Quadrophenia de 1973 (reeditado este otoño en una versión supervisada por Pete Townshend, que incluye 25 demos y descartes inéditos) consiguió que, a principios de los años 70, la cultura mod siguiera fiel a la parka como prenda de abrigo imprescindible. A finales de esa década, The Jam, con Paul Weller al frente, fueron los encargados de continuar defendiendo el bastión mod frente a la actitud punk de sus más directos competidores, The Clash. En los 80, el sello discográfico Two Tones permitió que este estilo continuara vigente sobre los escenarios gracias a dos bandas que, recientemente, se han vuelto a reunir para salir de gira en Inglaterra con gran éxito: Madness y The Specials. Y, finalmente, en la década de los 90 la estética mod encontró en el britpop el caldo de cultivo perfecto para continuar su andadura. Oasis, Blur, The Verve, Ocean Colour Scene… Todos ellos –y cada uno a su manera– llevaron la parka hasta lo más alto de las listas de éxito europeas.

Cambio de género. Este invierno, la parka vuelve a ser protagonista de la moda y muestra, por primera vez, su cara femenina. ¿El resultado? Sorprendente por dos motivos. En primer lugar, porque se confirma la flexibilidad de este básico, que se engalana con pieles, lentejuelas, plumas y bordados; y en segundo, porque se demuestra que puede formar parte tanto de estilismos de día como de noche, combinada con prendas retro estilo college o con elegantes vestidos de cóctel.

Diseñadores neoyorquinos como Joseph Altuzarra, Phillip Lim o Alexander Wang han sido los que más han reivindicado esta prenda como estupendo abrigo «comodín» con el que inyectar a los looks una buena dosis de rebeldía, la suficiente para transformarlos en algo más que el reflejo de todas y cada una de las tendencias de la temporada.