Tavi Gevinson, la niña prodigio de la moda: «Le he regalado demasiadas horas gratis de mi vida a Instagram»
Con 15 años ya editaba ‘Rookie Magazine’, un medio de tendencias que marcó a toda una generación de mujeres jóvenes. Se convirtió en una ‘celebrity’ a la que querían conocer desde Johna Galliano hasta Karl Lagerfeld. Y un buen día decidió que se había acabado. Tavi Gevinson, la niña prodigio de la moda, es ahora una actriz respetada que prepara su primer libro. Charlamos con ella para intentar entender el increíble viaje que emprendió hace 10 años.
Recuerda Tavi Gevinson (Chicago, 25 años) que cuando comenzó a tener éxito con su blog Style Rookie, sus padres se sintieron abrumados por la situación. No es de extrañar que su padre, un maestro de instituto, y su madre, una profesora de hebreo, tuvieran ciertas dificultades para afrontar que, con solo 11 años, su hija se había convertido en un referente para la industria de la moda. Todo había comenzado de un modo espontáneo. La niña, tras hablar con unas amigas de sus hermanas mayores, hab...
Recuerda Tavi Gevinson (Chicago, 25 años) que cuando comenzó a tener éxito con su blog Style Rookie, sus padres se sintieron abrumados por la situación. No es de extrañar que su padre, un maestro de instituto, y su madre, una profesora de hebreo, tuvieran ciertas dificultades para afrontar que, con solo 11 años, su hija se había convertido en un referente para la industria de la moda. Todo había comenzado de un modo espontáneo. La niña, tras hablar con unas amigas de sus hermanas mayores, había decido que ella también quería un blog de moda en internet. Era 2008 y nunca sospechó que aquellos modelos nada convencionales, que colgaba a la salida del colegio, iban a impactar tanto a la comunidad fashionista de la época. Su popularidad creció tanto en tan poco tiempo que, con 13 años, ya aparecía en The New York Times y se sentaba en la primera fila del desfile de alta costura de Christian Dior, invitada por John Galliano. También charlaba animadamente con Karl Lagerfeld, tras viajar a París para disfrutar de los desfiles de Chanel. Los grandes eventos de moda a nivel global se convirtieron en sus actividades extraescolares. “En aquellos años hubo pequeñas discusiones con mis padres, sobre todo cuando yo proponía, por ejemplo, irme a un evento sola a Nueva York. Para ellos todo era nuevo: el mundo de la moda e internet. No les quedaba otra que tener los ojos bien puestos en mí. No había ninguna situación precedente parecida a la mía en la que apoyarse para decidir qué tipo de independencia podía tener y cómo se podía equilibrar con mis estudios”, reflexiona, vía Zoom, desde una habitación pintada de rosa bebé y repleta de libros. La atmósfera no puede ser más acorde a su personalidad, naíf en lo visual pero intelectualmente sofisticada.
Todas estas hazañas ocurrieron hace más de una década y ahora, convertida en ensayista y actriz de la serie Gossip Girl, recuerda sin nostalgia cómo fueron esos años de su infancia y adolescencia. En aquel tiempo acudía a clase con estilismos que tan pronto mezclaban el grunge con complementos románticos. Había días que se teñía el pelo de gris y se ponía vestidos de viejecita. “Es cierto que mis looks alguna vez recibieron la atención no deseada. Pero yo también era un poco abusona. ¿Conoces esa película que se llama Broadcast News? Pues el personaje de Albert Brooks decía: ‘No has tenido un pensamiento original en toda tu vida’. Yo era ese tipo de voz y solía decir esas cosas a los demás para defender mi posición”.
Tavi Gevinson conserva intacta la belleza aniñada de aquellos días en los que los diseñadores más importantes del mundo la querían tener cerca. Entonces era habitual que cada semana recibiera peticiones de todo tipo para acudir a eventos de moda nacionales o internacionales, a los que iba acompañada de su padre o su madre por ser menor de edad. “Uno de los recuerdos más especiales que tengo fue una vez que viajé a Dakota del Sur con mi madre para documentar para mi blog cómo las hermanas Mulleavy (Rodarte) fotografían su colección para Target. En otra ocasión, me invitaron a Tokio para ver las oficinas de Comme des Garçons y entrevistar a Rei Kawakubo”.
A través de sus palabras y sus silencios –se toma su tiempo para pensar cada frase que va a pronunciar– explica por qué cree que su figura generó tanta fascinación. “No todo el mundo estaba a mis pies. Pero sí hubo diseñadores que se interesaron por cómo una niña pequeña vivía su interés por la moda y creaba un universo entorno a ella, cuando salía de clase. También pienso que mucha gente, que trabajaba en la industria, se sintió identificada conmigo porque pensaban que, en cierto modo, ellos también habían sido esa niña”. Cuando uno intenta tirarle de la lengua para conocer algún episodio que no deje en buen lugar al mundo de la moda, Gevinson permanece callada unos segundos y dice: “Nada muy específico. Sacado fuera de contexto quizá podría parecer que me quejo. Pero puedo decirte que definitivamente tuve interacciones con gente muy maleducada y pasivo agresiva”.
Cuando su blog estaba en lo más alto, sintió que se quedaba pequeño y se convirtió, con 15 años, en la editora de Rookie Magazine, un medio que marcó para siempre a toda una generación de mujeres que abrazaron a través de sus historias el feminismo, la sororidad, la cultura pop y, por supuesto, la moda. Por aquel entonces Lady Gaga dijo de ella que era el “futuro del periodismo” y empezó a forjar amistades con celebrities como Taylor Swift, Willow Smith o Kiernan Shipka. Rookie Magazine siguió creando una gran comunidad de seguidores con artículos, que todavía hoy se comparten: ‘Cómo estructurar tus días cuando estás deprimido’ es uno de los más populares. Más tarde, sufrió, como le ha pasado a tantos buenos proyectos de internet, para ser viable económicamente. Aunque ofertas no le faltaron, incluso por parte de grandes corporaciones, tomó la valiente decisión de cerrarlo para que nadie destruyese su esencia. Rookie Magazine dejó, en 2018, un joven y bonito cadáver que todavía hoy visitan cientos de miles de personas cada mes.
Cerrar Rookie Magazine fue una decisión complicada. ¿Cómo se sintió tras comunicar que ponía fin al proyecto?
Sentí mucho alivio. Después de años peleando porque pudiera ser rentable económicamente, me sentí mejor hablando de ello y no haciendo como que todo estaba bien. Fue precioso ver cómo nuestros lectores se volcaron en compartir sus recuerdos y todo lo que Rookie había significado para ellos. Eso me hizo recordar por qué lo había creado y me reconectó con la parte que me gustaba. Ayer mismo me metí en la web a arreglar una cosa y vi que el mes pasado tuvimos 220.000 usuarios únicos, sin haber publicado nada nuevo desde 2018.
¿Por qué cree que los lectores peregrinan a Rockie si no se publica nada nuevo?
Hay muchas piezas atemporales que se siguen compartiendo. Algunas de nuestras lectoras ahora tienen hermanas adolescentes y les pasan el contenido. También tengo entendido que hay gente hablando de Rookie en Tik Tok. Espero que haya suficientes piezas que la gente quiera revisitar y nuevos lectores que las encuentren.
¿Se ve a sí misma en el futuro como una editora de otra revista?
No se me pasa por la cabeza. Me veo actuando, me veo escribiendo o incluso enseñando, pero no editando una revista.
Trabajar en un medio de internet puede ser muy adictivo, adrenalínico y motivador, pero también puede ser extremadamente cansado y decepcionante. Así que cuando Gevinson cerró Rookie, cerró también de alguna manera su presencia perpetua en internet, esa que había convertido a una chiquilla del suburbio blanco de clase media de Oak Park, en Chicago, en una celebrity internacional. Ella había inventado el negocio de los blogs realmente influyentes y había sido una de las primeras blogueras del mundo en ser considerada por las grandes marcas. Pero sobre todo había cambiado las reglas del juego del negocio editorial de la moda: por primera vez muchas firmas le daban el mismo peso en un desfile a una niña con un blog que algunas directoras de revistas de moda. Ahora estamos más acostumbrados a ver a adolescentes con millones de seguidores en las redes, pero en 2007 ella fue una pionera. También se había convertido en editora de un medio de comunicación que solo recibía halagos. Sin embargo, todo eso la asfixiaba y tenía la necesidad hacer algo nuevo. Decidió que se iba Nueva York.
Después de años curtiéndose en los escenarios de Broadway, acaba de terminar el rodaje de la nueva versión de Gossip Girl (HBO Max), una serie sobre las aventuras de los alumnos de uno de los colegios más elitistas de Manhattan, donde la moda siempre ha sido un protagonista más. En la serie interpreta a una profesora de inglés que le recuerda a ella, porque también es “un poco outsider”. “En realidad mi vida no ha cambiado mucho, pero lo peor de ser un personaje público es que a veces me ha costado hacerme a la idea de que la gente me ve solo como una abstracción. Tienes que aceptar que hay imágenes de ti en la tele y que, cuando has elegido este tipo de exposición, no puedes esperar que la gente sepa mucho sobre ti o sobre tu humanidad”. Sin embargo, volver a estar en el ojo del huracán esta vez parece que sí ha merecido la pena. “Mi papel en Gossip Girl ha sido un sueño de trabajo. Es genial trabajar en algo que tanta gente conoce y consume”.
Gevinson cambia de tono y es rotunda cuando asegura que ya no se siente un icono de estilo. Su relación con la moda va y viene, pero no está en el centro como antes. “Ahora lo que me importa es cuidar mucho lo que tengo y comprar solo cosas que realmente me apasionen, me traigan alegría”. Donde sigue depositando ilusión es en su faceta de escritora. Mientras prepara la publicación de su primer libro, ha escrito un par de ensayos para The Cut, que se han hecho virales. En uno de ellos, titulado Quién sería yo sin Instagram, disecciona cómo la red social ha influido en su vida al crear imágenes que no se correspondían con la realidad y ser su sustento económico, hasta el punto de vivir un año en entero gratis en un apartamento en Nueva York, gracias a un acuerdo publicitario con una inmobiliaria. El tiempo le ha hecho ver que todo eso era un negocio perverso en el que ya no tiene interés en participar.
En su ensayo sobre Instagram contaba que buscaba ahí una medicina para su estado de ánimo. ¿Cómo se lleva ahora con esta red social?
Me meto una vez a la semana. Pero no vivo ahí. Creo que es porque he aceptado que no hay una representación real del mundo en Instagram. Hay otros sitios para ser creativo. Intento extraer lo bueno, dejar lo malo y salirme 20 minutos después.
¿Tiene la sensación de que las redes sociales nos hacen más infelices?
En Instagram hay activistas y hay ONG que son una estupenda herramienta para diseminar ideas complejas en una forma más accesible. También se están produciendo conversaciones sobre feminismo, que antes solo podías escucharlas en círculos académicos. Por otra parte, tenemos los efectos deshumanizantes. El verdadero problema de todo no es que la gente se sienta mal. Aquí el riesgo es que Facebook está grabando todo nuestro comportamiento y vendiendo toda nuestra información en una nueva era de capitalismo de vigilancia. Esto es lo que a mí me aterroriza. Creo que tenemos que analizar el negocio que hay detrás. Yo lo utilizo por trabajo y me voy. Bastantes horas gratis de mi vida le he dado a esta corporación horrible.
En su ensayo Britney Spears nunca tuvo el control contó su experiencia de vivir una relación de desequilibrio de poder a los 18 años con un hombre mayor que usted. ¿Se da cuenta de que ha ayudado a muchas mujeres con esas palabras?
Creo que en todo lo que he vivido ha sido clave la devoción que siente la cultura por las chicas jóvenes. Es muy difícil ofrecer conclusiones para todos los casos, cada mujer tiene que encontrar el lenguaje con el que se sienta cómoda. Me hubiera gustado no tener ninguna razón para haber escrito sobre esto, pero al menos conocí a tiempo toda la teoría feminista.
Usted alza la voz por muchas causas. ¿Se considera también una activista?
No, para nada. Hay cosas con las que puedo ayudar como ciudadana y es mi deber cívico. Lo creamos o no, todos tenemos una visión política de las cosas.