Por qué la mayoría de las mujeres que asistieron al funeral de Isabel II llevaban la cabeza cubierta
La etiqueta para el acto, marcada por la difunta reina, especificaba que las invitadas debían acudir con traje de cóctel negro y sombrero. Cada una imprimió su estilo: se vieron diademas, tocados con tul y sombreros de distintos tamaños.
¿Tradición, decisión estilística, una cuestión de decoro o reminiscencias de una costumbre destinada a ocultar a la mujer? Casi todas las invitadas que asisitieron este lunes al funeral de Estado de Isabel II en la abadía de Westminster de Londres acudieron con la cabeza cubierta. Ya fuera con una pamela de ala ancha, como Meghan Markle, duquesa de Sussex; con una diadema, como la primera dama estadounidense, Jill Biden; con un pequeño bon...
¿Tradición, decisión estilística, una cuestión de decoro o reminiscencias de una costumbre destinada a ocultar a la mujer? Casi todas las invitadas que asisitieron este lunes al funeral de Estado de Isabel II en la abadía de Westminster de Londres acudieron con la cabeza cubierta. Ya fuera con una pamela de ala ancha, como Meghan Markle, duquesa de Sussex; con una diadema, como la primera dama estadounidense, Jill Biden; con un pequeño bonete como la nueva primera ministra británica, Liz Truss, o con un tocado acompañado de un tul, como la reina Letizia. Incluso la pequeña princesa Carlota de Gales, a sus siete años de edad, lució un sombrero negro con una cinta de terciopelo del mismo color. Las elecciones fueron personales, pero la etiqueta la había fijado la difunta homenajeada. «¿Por qué las mujeres tienen que ir de esa manera? Porque lo estableció Isabel II, es el código de vestimenta que está indicado en la invitación: las mujeres tienen que ir con traje de cóctel negro y con sombrero. La reina fue quien revisó todo el protocolo del acto de su entierro, hasta las flores que tenía que llevar en el ataúd. Todo estaba medido», explica Dolores del Mar Sánchez, catedrática y directora del Máster de Protocolo de la Uned.
Coincide que ha sido un funeral de Estado, pero también el de la cabeza de la religión anglicana, y la costumbre de cubrir la cabeza de las mujeres ha sido una constante en el cristianismo. «Hasta hace poco en España entrábamos en la iglesia con un pequeño velo en la cabeza», recuerda la catedrática, que en este caso cree que lo que ha pesado no ha sido tanto la religión como la pompa británica: «No hace falta que hablemos de funerales, también en las carreras de caballos de Ascot se llevan sombreros y tocados, forma parte de los usos sociales». Pero en esta ceremonia, exclusivamente de los usos sociales femeninos, dado que pocos hombres acudieron con la cabeza cubierta; solo lo hicieron los jefes de Estado que además son jefes supremos de las Fuerzas Armadas de sus países, como el rey Felipe o el rey Carlos III, que acudieron con sus uniformes militares, acompañados con las gorras de plato de los mismos, o soberanos como Abdalá II de Jordania, que llevó turbante.
Según destacaba un artículo de Business of Fashion, una de las principales dudas sobre la vestimenta en el funeral iba a ser si las mujeres adultas de la familia real, como la reina consorte, la princesa de Gales y la duquesa de Sussex usarían velos completos para la ocasión. En el último funeral de un monarca británico hasta la fecha, el del padre de Isabel II, Jorge VI, celebrado en 1952, la reina y su madre llevaron esos símbolos de luto, más opacos y largos, casi hasta la cintura. Recordaban a las tocas de las monjas, porque los velos y tocados de hoy pueden verse como reminiscencias de la costumbre de ocultar el cabello femenino, asociado en varias religiones a la sedución o la falta de pudor. De hecho, en el siglo XIX, otra longeva monarca británica, la reina Victoria, estableció las normas del luto occidental asociándolo al color negro y llegó a popularizar una pieza para cubrir la cabeza en señal de duelo, el denominado ‘gorro de viuda’, que marcaba el estatus de quien lo llevaba.
La antepasada de Isabel II definió durante generaciones las normas del luto tras el fallecimiento de su marido, el príncipe Alberto, en 1861, con solo 42 años. Pero en el funeral por la Reina Madre, celebrado en 2002, Isabel II ya desterró costumbres de aires victorianos, como el velo completo, y acudió al sepelio por su madre con un sombrero negro adornado con una sencilla lazada lateral. En el funeral de Estado del primer ministro Winston Churchill, en 1965, la reina también había recurrido al sombrero, sin velo, definiendo así la etiqueta que ha querido instaurar en su propia ceremonia.
«Es una etiqueta acorde con el legado de la persona a la que se está homenajeando, desde luego», recalca Marina Fernández, directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de la Escuela Internacional de Protocolo. La experta ve en estos complementos que lucieron las invitadas un homenaje a la imagen mental que la reina de Inglaterra, convertida en icono pop, dejará como parte de su legado: «Ella era el pilar fundamental de la marca UK [Reino Unido en inglés]. Y la etiqueta, su imagen, era lo que ayudaba a construir esa marca UK. Si cierras los ojos y te pido que la describas lo que estás viendo es a una mujer pequeñita, de edad avanzada, con un abrigo de algún color, probablemente en tono pastel, y el sombrero a juego. Ella era la marca UK. Pero no por casualidad o por capricho, es que las mujeres británicas de su generación no se imaginan la vida sin un sombrero».
De hecho, aunque a muchos les haya llamado la atención la cabeza cubierta de la pequeña princesa Carlota, en su país no resulta poco común que una niña lleve sombrero. «La cultura británica es muy de sombreros, de hecho hay uniformes de colegio que lo incluyen, es simplemente un reflejo dela cultura, de la tradición, de la manera de entender la forma de vestir británica», añade Fernández. Tanto es así, que el funeral de Isabel II ha provocado un aumento de la demanda de sombreros y tocados negros tal que incluso Beatriz de York, nieta de Isabel II, se ha visto afectada por la escasez antes del funeral, según ha recogido el tabloide británico The Daily Mail. El diario relata que la princesa acudió a Fenwick, en Bond Street, para adquirir uno pero en la tienda no quedaban.
No le pasó lo mismo a la reina Letizia, que la semana pasada ya buscó el tocado estilo Jackie Kennedy con velo que lució en el funeral. «Le cedí algunas piezas, pero esta vez no eligió una mía», comenta Isabel Terroso, de la firma madrileña de sombreros y tocados de lujo Balel. La reina sí recurrió a esta marca para asistir a las exequias de Felipe de Edimburgo a principios de año. «Llevar un tocado a un acto así es el mayor gesto de respeto que se puede tener. Y más en Inglaterra, donde esta tradición se sigue manteniendo y el sombrero es la pieza máxima de respeto», subraya la diseñadora. Pero, confirma, no existe una etiqueta determinada que defina el tipo de sombrero o tocado con el que se tiene que acudir a un acto como el funeral de Isabel II. «Los tocados de un funeral son más sencillos, con pocos adornos, de materiales mate como el fieltro. Se ha visto de todo, pamelas, ala ancha, ala corto, velos, no velos… A mí personalmente me parece más bonito aún con velo, porque es un acto de recogimiento», indica. Aunque, apostilla, respecto al velo también hay normas: «Hay que saber colocarlo. No puede estar pegado, cuando ves a una persona de perfil tiene que haber una distancia entre el velo y la cara, no ir pegado como si fuera una máscara de esgrima. Para mí, Kate Middleton ha llevado el más rotundo, el más solemne, la pieza más potente».
Pero en el funeral no solo se han visto tocados relacionados con la etiqueta. «Además, hemos visto a mujeres cuya cultura entiende el cubrirse la cabeza no con un fascinator, un tocado, que es lo que llevaban las mujeres occidentales, sino con un velo, que también las hemos visto, adaptando la etiqueta del evento a su etiqueta nacional. Porque Londres es una ciudad global y estamos viviendo una despedida global a un icono global», apunta la experta de la Escuela Internacional de Protocolo Marina Fernández.
Recuerda Terroso que los sombreros «han tenido muchos significados a lo largo de la historia de la moda, cuando a un esclavo se le daba la libertad era un gorrito frigio lo que simbolizaba que había sido liberado, y que no estén tan presentes ahora también tiene un significado». Y coincide Fernández en que la ausencia de cabezas femeninas cubiertas en el funeral de Westminster también ha podido tener un significado (más allá de la escasez de sombreros en Londres): «La propia Isabel II dejó establecida la etiqueta y todos los detalles protocolarios de este evento fueron diseñados y supervisados por ella. Pero la etiqueta no obliga a nada. No existen normas de etiqueta, existen recomendaciones. Tú mismo decides si las sigues o no las sigues. A ninguna mujer le iban a impedir el acceso si estaba invitada por no llevar la cabeza cubierta. Cuando a ti te invitan a un sitio y tu anfitrión solicita que lleves la cabeza cubierta tú en señal de respeto llevas la cabeza cubierta. No llevar la cabeza cubierta es una decisión protocolaria que envía un mensaje, eso es importante decirlo también».