La «separación consciente» de Gwyneth Paltrow no era una tontería (a ella le ha funcionado)

Para muchos fue una pantomima. Unas palabras bonitas que solo funcionaban bajo un filtro de Instagram, pero que no podían trasladarse a la vida real. Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón: divorciarse en armonía es posible.

Imagen idílica con la que Gwyneth Paltrow y Chris Martin anunciaron su divorcio.

El día que Gwyneth Paltrow anunció en Goop que su matrimonio con Chris Martin había terminado la web murió de éxito. Fue tal la avalancha de visitas que el sistema se cayó. Además de la conmoción por la ruptura de una pareja tan mediática y con una imagen tan perfecta, hubo algo que llamó la atención de todos los que seguían la información. La pareja no se refería a la situación como un simple divorcio, como hubiera hecho cualquier mortal, para ellos el reto al que se enfrentaban era una «desconexión consciente de pareja» también conocida como «separación consciente».

Los días siguientes se habló mucho de este concepto que no era nuevo, pero que los recién separados habían hecho universal. Para muchos esta separación amistosa anunciada desde el buen rollo no era más que una pantomima. Una excentricidad más de Paltrow y su medio dedicado al estilo de vida más elitista e inalcanzable. Algo que quedaba muy bonito bajo un filtro de Instagram, pero que era imposible llevarlo a la vida real. Un sueño para el que la humanidad todavía no estaba preparada.

Sin embargo, el tiempo ha terminado dando la razón a la actriz y el cantante de Coldplay: separarse conscientemente y mantener luego una relación de amistad de lo más cercana no es imposible. Ellos lo han conseguido.

Las últimas imágenes de la ex pareja demuestran que la separación consciente de los Martin Paltrow se ha llevado a la práctica con un resultado aparentemente más que satisfactorio. Hace unos días, veíamos a la actriz con su marido Brad Falchuk acompañados de Chis Martin y su novia, Dakota Johnson. Las fotos de la velada muestran a dos parejas disfrutando de un día de playa de lo más relajado. Una doble date en toda regla.

Esta no es la primera vez que comprobamos que detrás de aquel anuncio, que cambió para siempre nuestra imagen de un divorcio, había algo más que palabras bonitas. En un reportaje de The New York Times titulado Cómo los haters de Goop consiguieron que la compañía valga 250 millones de dólares, la periodista Taffy Brodesser-Akner viaja a California para comprobar cómo es la vida de la actriz metida a empresaria digital. En una parte del reportaje, Brodesser-Akner describe cómo de pronto Chris Martin irrumpe en la cocina de la casa de Paltrow y se apoya en la isla para dejarle claro, también desde la más absoluta amabilidad, que no quiere que nada de lo que diga aparezca en la historia. Luego se marcha tranquilamente a otra estancia de la casa. Pero solo con esa información nos queda claro que el músico campa a sus anchas en la residencia de Paltrow y que para él pasar tiempo con su hijos va mucho más allá del tiempo que dicte un juez. Parece evidente que si Chris quiere estar un rato con sus hijos va a casa de la actriz y ejerce de padre más allá de la rigidez propia de un régimen de visitas.

Aunque desde fuera parezca que esta familia ha resuelto todos sus problemas desde la más profunda armonía, la propia Gwyneth Paltrow ha confesado que compartir con el mundo el modo en el que planeaban separarse («a pesar de lo mucho que se querían y después de llevar un año tratando de arreglarlo») le había hecho sentirse muy agobiada. Como apunta The Cut en una pieza titulada Parece ser que la separación consciente funciona la actriz contó en el podcast de Dax Shepard Armchair Expert que los días del anuncio de la separación los vivió con inmensa tristeza. «Fue muy duro. Yo estaba muy preocupada por nuestros hijos. Parecía que el mundo se había vuelto contra nosotros solo por decir que queríamos portarnos bien el uno con el otro y seguir unidos como familia».

El talento de Paltrow como actriz o cómo gurú para crear webs que venden productos aspiracionales es indiscutible. Pero además de estas virtudes profesionales parece más que probado que tiene un don para buscar soluciones a situaciones personales aparentemente complejas. Hace días conocíamos que Paltrow y su marido Brad Falchuk solo dormían juntos cuatro días a la semana, que coinciden con el tiempo que Brody e Isabella (nacidos del matrimonio del empresario con Suzanne Bukinik) no están con él. Este sistema es posible porque las casas de ambos se encuentran muy cerca. Un acuerdo al que habrían llegado para no alterar la vida de sus respectivos hijos. No sabemos si el matrimonio de Gwyneth Paltrow será duradero y si su convivencia intermitente funcionará, lo que si parece claro es que si acaba en divorcio no llegará la sangre al río.

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