Se busca artesanía

Empresas, pasarelas e iniciativas solidarias salen en busca de nuevos mercados en Latinoamérica, Oriente y África. Encuentran una moda que se rige por valores como la identidad, la artesanía y la tradición.

Explorar lugares desconocidos y lejanos nunca fue sencillo. «Ahora se encuentra en Kenia, poniendo en marcha un proyecto de moda para el desarrollo, no regresará hasta el próximo fin de semana, siento la demora», se disculpa la asistente ejecutiva de Bisila Bokoko, consultora y filántropa española de origen ecuatoguineano, exdirectora de la Cámara de Comercio de España en Nueva York. «Seguiré enviando imágenes más adelante, ahora estamos en el desierto de Atacama [Chile], en una travesía creativa que une a diseñadores italianos y brasileños con artesanos chilenos», comenta la codirectora de ...

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Explorar lugares desconocidos y lejanos nunca fue sencillo. «Ahora se encuentra en Kenia, poniendo en marcha un proyecto de moda para el desarrollo, no regresará hasta el próximo fin de semana, siento la demora», se disculpa la asistente ejecutiva de Bisila Bokoko, consultora y filántropa española de origen ecuatoguineano, exdirectora de la Cámara de Comercio de España en Nueva York. «Seguiré enviando imágenes más adelante, ahora estamos en el desierto de Atacama [Chile], en una travesía creativa que une a diseñadores italianos y brasileños con artesanos chilenos», comenta la codirectora de la consultora Blink Design, la chilena Laura Novik. De no ser por los satélites y los teléfonos inteligentes, este reportaje no habría salido nunca a la luz. Isabel Berz, directora del departamento de Moda del Istituto Europeo di Design (IED) de Madrid, acaba de regresar de otra gran aventura. Tampoco ella lo pone fácil. De igual modo que Bokoko y Novik, sus pasos no la han llevado a ninguna de las capitales del triángulo de la moda (Europa, Japón y Estados Unidos). «Hemos estado en la región sur de Puno [Perú], en la frontera con Bolivia, a más de 4.000 metros de altitud. Hasta los habitantes de esta zona dicen vivir en un lugar olvidado por el mundo», comenta.

Algo está cambiando en el horizonte de la moda para que una serie de emprendedoras con brillante currículo empresarial comprometan distintas causas con la creación. Su labor es la muestra de una nueva realidad que está despertando en África, Oriente y América Latina, un incipiente interés por el sector que incluso adopta formas diferentes en sus manos. «Lo que se considera moda desde el punto de vista occidental y todo lo que la rodea es relativamente nuevo en África», comenta Bokoko. Sin embargo, la poderosa estética africana sí ha formado parte de la moda occidental, con grandiosos homenajes por parte de creadores como Yves Saint Laurent, Roberto Cavalli, Tom Ford o John Galliano. La aventura real, hoy más que nunca, con la mayor crisis de valores –y no solo económica– que hemos conocido, reside en girar el prisma y observar al mundo de la moda desde estos lugares. Entender que la estética africana no es igual de norte a sur, sino que «en un mismo país conviven tribus completamente distintas y que cada una entiende la vestimenta de un modo distinto», explica Bokoko.

Uno de los mejores barómetros para calibrar el buen estado de salud de un país en cuestión de moda es analizar sus pasarelas. Más aún si estas plataformas defienden la identidad e independencia de sus raíces ante cualquier modelo exterior a imitar. «Nuestro estilo es principalmente africano, con una especial influencia de la cultura swahili que inspira a los diseñadores de África Oriental; aunque estamos abiertos a otras propuestas», explica Benbella Washington, directora de proyectos de la Swahili Fashion Week (SFW), radicada en Tanzania, cuya primera edición se celebró en 2008. En el polo opuesto del continente, el diseñador marroquí Said Mahrouf reconoce que la moda contemporánea se ha desarrollado en su país tan solo en los dos últimos años, y que iniciativas como Festimode Casablanca Fashion Week y la apertura de la primera academia de moda en la ciudad han jugado un papel clave: «Es fundamental que en mi país se entienda la importancia de la creatividad para poder desarrollar una industria sólida». A pesar de haberse formado entre Ámsterdam y Nueva York, afirma que ha sido mucho más sencillo para él organizar su firma en la capital marroquí que en Europa, «donde el mercado está saturado y la competitividad es extrema».

Cartel de la última edición de África Fashion Week en Nueva York.

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Pero dar el salto a pasarelas occidentales es aún hoy en día uno de los objetivos principales. South 36.32N The New Fashion Latitude, por ejemplo, celebrada el pasado julio en Cádiz, concibe a esta ciudad y a este certamen «como el punto de encuentro estratégico entre creadores europeos, latinoamericanos y africanos», comenta su codirectora, Ana Sánchez. Más ambiciosa y global es la plataforma África Fashion, dirigida por Adiat Disu, con certámenes propios en las principales capitales de la moda (especialmente Nueva York, París y Milán) y con fuertes vínculos con firmas y creadores como Lanvin, Burberry Prorsum, Donna Karan y Michael Kors. «África siempre ha tenido una fuerte influencia en la industria de la moda desde sus inicios y continúa floreciendo. La reciente conferencia que hemos celebrado en Roma confirma la riqueza de sus recursos, de su talento y el interés que despierta», explica Disu.

La creciente permeabilidad tanto de los mercados locales como internacionales puede ser una explicación para este fenómeno, pero no debe ser la única. «¿Para qué hacer diseño en Latinoamérica? ¿Qué sentido tiene nuestro trabajo en este contexto particular?», se preguntó Laura Novik durante el proceso de creación de la Pasarela Raíz Diseño (PRD), de la que es directora e ideóloga. Su proyecto quiso reforzar el vínculo entre diseño, cultura e identidad: «Pude conocer diversas prácticas [textiles y artesanales] a lo largo de América Latina y comencé a pensar en la identidad como un modo de dialogar o de responder a los desafíos del entorno». Pero el otro gran reto, que no se puede olvidar, es contribuir al desarrollo económico. «India, África y América Latina comparten tradiciones textiles y culturales ancestrales que se trasladan a los oficios y a la imaginería del diseño. Pero también compartimos una pobreza estructural que nos obliga a plantearnos fórmulas que nos permitan salir de este estado», añade Novik.

Desde la perspectiva occidental, dar tanta responsabilidad a la moda se ve más como una utopía que como una realidad. Por suerte, personas como Bisila Bokoko creen que los sueños se pueden materializar. Cuando unió a Pikolinos con la ONG Adcam lo hizo para producir y promocionar la colección Maasai del próximo verano de la firma de calzado española. Gracias a este proyecto «se han creado 1.600 empleos para mujeres, se ha fundado un colegio para 150 niños en Masai Mara (Kenia) y se ha logrado contribuir a frenar la desaparición de una de las tribus más vulnerables de África», explica Bokoko, quien gestiona su propia fundación dedicada a la alfabetización en África, Bisila Bokoko Africa Literacy.

Una de las creaciones de Laura Novik en denim reciclado.

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Otro caso. Lo que en principio se planteó como un proyecto temporal de ayuda al desarrollo y de docencia entre Economistas sin Fronteras, el movimiento Manuela Ramos de Perú y el IED de Madrid, pronto amplió sus expectativas. «Nos propusieron colaborar en la realización del diseño de una colección en punto de alpaca para dar trabajo a centenares de mujeres de la zona sur de Puno», cuenta Isabel Berz, directora del departamento de moda del IED de Madrid. Emocionada con la propuesta pidió como única condición poder viajar con un grupo de alumnas para trabajar con las artesanas: «Pensaba que era necesario redefinir el trabajo del diseñador, construir el proyecto desde la raíz, desde las necesidades reales». Al llegar, entendieron que ellas también se llevarían una lección a Madrid: «Comenzamos a cuestionarnos por qué tenía que ser siempre el profesional occidental quien realizara el diseño, por qué el diseño se antepone a la manufactura y si sería posible invertir el proceso», comenta. Tal ha sido el debate interno abierto en el IED, que lo que se planteó como una acción puntual se ha convertido en una futura marca de ropa, Las Manuelas.

«Cuando un sistema se colapsa comenzamos a ver la realidad con una mirada nueva. Por eso creo que ahora nace una gran oportunidad para descubrir a los considerados como desconocidos u olvidados», dice Novik. Cuando en South 36.32N abrieron sus puertas a los diseñadores latinos y africanos buscando nuevas estéticas y estilos, observaron una sinergia perdida en occidente. «Cada uno de estos creadores tenía su propio estilo, pero todos mostraron, de forma más evidente o latente, sus raíces y orígenes», señala Ana Sánchez. Incluso cuando emigrar es una obligación, conservar la tradición cotiza al alza. Es el caso de la iraquí Reem Alasadi. «Realicé mi colección Recycled con materiales añejos y prendas vintage tradicionales, que luego transformé en piezas de look europeo», explica. Cuando llegó en los 80 a Londres encontró en el glam, el rock y el punk nuevas estéticas que casi desconocía, sin embargo siempre ha sabido que sería de la colisión visual entre su herencia cultural y las tendencias europeas donde iba a encontrar un lugar diferente en el mundo.

Hay quien aún piensa que estas iniciativas pertenecen a un espacio alternativo, impenetrable para la primera división de la moda. Pero el tiempo, la lógica y la ética están empezando a calar en el sector. Renzo Rosso, presidente de Diesel, acaba de anunciar el lanzamiento de una línea en colaboración con Edun, firma de carácter social fundada por el cantante Bono y su mujer, Ali Hewson. El resultado es un denim que se nutre y produce enteramente en África y se distribuye en todo el mundo. «Pero hay mucho más», añade Rosso, «con este proyecto queremos demostrar tanto a los consumidores como a la industria, que es posible abastecerse, producir y generar un comercio sostenible en el continente africano».

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