Saborea la libertad: ¿qué ocurre cuando cogemos las riendas de nuestra vida?
El Águila nos invita a darle la vuelta a todo y decidir nuestra propia dirección.
¿Blanco o negro? ¿Izquierda o derecha? ¿Estudias o trabajas? ¿Peli o serie? La vida es aquello que sucede mientras nos decidimos: según un estudio psicológico, tomamos una media de 35.000 decisiones al día y eso, que de la gran mayoría, no nos damos ni cuenta. ¿Acaso sería tan malo si en lugar de hacernos tantas preguntas, simplemente nos dejáramos llevar a ver qué pasa? Como le dijo Nora Ephron a las alumnas del Wellesley College, en un mordaz discurso de graduación, «siempre podéis cambiar de opinión. Lo sé porque he tenido cuatro carreras y tres maridos».
Darle la vuelta a todo y decidir nuestra propia dirección es también la invitación que nos lanza la marca de cerveza El Águila. Un guiño al espíritu valiente y bohemio de su fundador, que a principios de 1900 decidió abrir en el madrileño barrio de las Delicias una fábrica como las que había descubierto en sus viajes por Europa, en la que produciría bebidas con esa misma actitud inconformista.
El primer ejemplo lo encontramos en El Águila Sin Filtrar, su receta más icónica, inspirada en los métodos de elaboración de cerveza de principios del siglo XX en los que se conservaba toda su levadura. Para disfrutar de todo su sabor, debemos dar la vuelta a la botella antes de servirla (sin agitar), y así despertar las levaduras en suspensión. Una cerveza que nos impulsa a cambiar de perspectiva.
El Águila Dorada es otro emblema de ese espíritu audaz y atrevido. Una lager especial de color brillante y espuma blanca y consistente, gracias a una perfecta combinación de maltas caramelizadas con una refrescante mezcla de lúpulos cuidadosamente seleccionados, a la que se añade su exclusivo Lemondrop®. El resultado es un sabor con un inesperado toque cítrico.
Porque la cerveza El Águila están pensadas para conectar con la autenticidad de los pequeños momentos e inspirarnos a seguir nuestro propio camino, abrazando la belleza que hay en la incertidumbre. Porque siempre hay alguna razón para brindar y celebrar.