Qué es un ‘Trunk Show’
Privadas y exclusivas, estas presentaciones a puerta cerrada ponen al alcance de los clientes más privilegiados las prendas que se han visto en pasarela antes incluso de que lleguen a las tiendas.
Apenas dos semanas después de su desfile a principios de octubre en los suntuosos salones del hotel Crillon de París, quedamos con Andrew Gn en el trunk show que organiza el diseñador en su showroom de Madrid. Un modelo privado de ventas exclusivas que, durante 10 días, permite a un pequeño grupo de clientes privilegiados comprar prendas de la colección antes de que estas lleguen a la tienda. «Es un concepto muy americano», asegura el creador. «El término trunk (que significa baúl en inglés) remite a los inicios de este tipo de presentaciones, cuando los diseñadores todavía no tenían boutiqu...
Apenas dos semanas después de su desfile a principios de octubre en los suntuosos salones del hotel Crillon de París, quedamos con Andrew Gn en el trunk show que organiza el diseñador en su showroom de Madrid. Un modelo privado de ventas exclusivas que, durante 10 días, permite a un pequeño grupo de clientes privilegiados comprar prendas de la colección antes de que estas lleguen a la tienda. «Es un concepto muy americano», asegura el creador. «El término trunk (que significa baúl en inglés) remite a los inicios de este tipo de presentaciones, cuando los diseñadores todavía no tenían boutique propia y literalmente metían sus diseños en arcones, para ir de una ciudad a otra y mostrar así sus colecciones temporada tras temporada». Este tipo de eventos a puerta cerrada se popularizaron en Estados Unidos en los años 80 y 90. «E incluso hoy, creadores como Carolina Herrera, Oscar de la Renta o Donna Karan todavía viajan», explica Andrew.
Homenaje a la alta costura. Como en un atelier parisino de los años 50, en las perchas de este íntimo salón itinerante cuelgan vestidos de noche espectaculares. Como los que lucen sobre la alfombra roja Beyoncé, Jennifer Lopez o Eva Mendes… «o el diseño palabra de honor fucsia de Andrew que llevé a la ceremonia inaugural del presidente Obama», explica Tiana Everitt del Castillo, una clienta estadounidense que vive en España desde hace ya 15 años.
«No es difícil imaginar la agenda social de una mujer que se viste con una de las gabardinas de lino bordadas con cristales de Andrew Gn», insinúa Nicole Phelps de Style.com. «Cenas en los restaurantes más lujosos, asientos en la Ópera, entradas para el ballet…». Para las clientas de su lista secreta –prohibido mencionar nombres–, comprar en un trunk show se convierte en un acto social. Pruebas a medida, almuerzo con el diseñador… ¿Lo mejor? «Ver a Andrew y a mis amigas», asegura Tiana. «Es lo más parecido a visitar un taller de alta costura», dice Camino Villa, asesora de moda y cliente del modisto desde hace ocho temporadas. «Para mí, es un privilegio contar con la presencia del diseñador y que él mismo me cuente la colección».
«No solo hablamos de moda. En este tipo de presentaciones se crea una relación muy especial con las clientas. Algunas incluso se convierten en buenas amigas», asegura Andrew Gn. «Es muy divertido»… y también muy rentable –si tenemos en cuenta que el 20% de las ventas de la firma se facturan a través de trunk shows–.
«En un mundo cada vez más industrializado, en el que casi todo se fabrica con máquinas, la artesanía y el trabajo hecho a mano se han convertido en el lujo del futuro», afirma el diseñador, que trabaja con artesanos franceses para confeccionar cada uno de los bordados de sus diseños de prêt-à-porter. Ricos tejidos, incrustaciones de pedrería, intrincados bordados, paillettes tintineantes… Sus colecciones se alejan de las propuestas minimal de casas como Jil Sander o Céline. «Mis patrones son siempre sencillos, pero me gusta recrearme en los detalles», cuenta. «Piensa en H&M o Zara. Hoy todo lo que vemos en la pasarela se copia en apenas dos días. Mi principal objetivo es dar forma a piezas que no se puedan fusilar en 24 horas». ¿Y si le pidieran diseñar una colección cápsula para una firma lowcost? «Aceptaría, pero se trataría de una línea totalmente distinta».
El circuito de la moda. «Hoy uno de nuestros principales mercados es Medio Oriente. Japón no está viviendo un buen momento económico. Tampoco Europa. La línea que separa las clases ricas de las pobres es cada vez más amplia. Pero Corea está respondiendo muy bien… Y también China, Taiwán y Hong Kong». Confirmado: los mercados emergentes de Asia son la nueva gallina de los huevos de oro del lujo. De hecho, más importantes que las estrellas que eligen sus creaciones para asistir a un estreno en Hollywood son sus pudientes clientes anónimos. «Nuevos ricos de países como China con una refinada tradición y una cultura estética que se remonta a la dinastía Thang», cuenta Andrew. Billonarios que escapan de los flashes y prefieren comprar sin que nadie vea el dinero que gastan. Por eso precisamente triunfan los trunk shows: «La privacidad está totalmente asegurada».
Su fascinación por el gigante asiático y la chinoiserie inspira sus colecciones, la decoración de su apartamento –en el que las piezas de porcelana se mezclan con diseños rococó– y el ambiente de su atelier en el barrio parisino de Le Marais. Un exquisito boudoir de paredes ricamente forradas con tejidos adamascados que recrea casi al milímetro en su salón madrileño. «Su imaginario combina la tradición oriental con la elegancia francesa», explica Camino. «Es Madame Butterfly y Madame Pompadour. Oriente y Occidente. Dos visiones que se dan la mano en un mundo globalizado; como yo, que nací en Singapur, crecí en Inglaterra y, desde hace años, vivo en París», resume el diseñador. «De niño aprendí a soñar con los quimonos de seda de mi abuela japonesa, y los vestidos de Chanel y Valentino de mi madre», concluye.
Mirta Rojo
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