Profetas del orden: las Marie Kondo españolas ganan adeptos
La humanidad anda falta de armonía y estas mujeres trabajan para dársela. Las organizadoras profesionales son menos minimalistas en nuestro país que la súper ventas japonesa y dedican más tiempo a otros espacios como la cocina.
Amanda y Esther están en proceso de convertirse en organizadoras profesionales y ya tienen nombre para su empresa, Hogarnízate. Abordan a Alicia Iglesias, una veterana del sector, a la salida del taller que ofreció en el Espai René de Barcelona el sábado pasado para pedirle consejo. “Hay que llevarlo dentro”, les dijo en primer lugar Iglesias, que explica su método en el blog Orden y Limpieza en casa y el progra...
Amanda y Esther están en proceso de convertirse en organizadoras profesionales y ya tienen nombre para su empresa, Hogarnízate. Abordan a Alicia Iglesias, una veterana del sector, a la salida del taller que ofreció en el Espai René de Barcelona el sábado pasado para pedirle consejo. “Hay que llevarlo dentro”, les dijo en primer lugar Iglesias, que explica su método en el blog Orden y Limpieza en casa y el programa televisivo Vidas en Orden (Ten). No todo es clasificar prendas en vestidores fabulosos, lo más habitual para empezar es pelearse con trasteros. Además, se necesitan altas dosis de psicología, ya que se actúa en una esfera muy íntima: “Tienes que saber hasta qué punto puedes llegar con el cliente y cómo decir las cosas”, advirtió a las chicas. Y por último “trabajo, trabajo y trabajo”.
Hace unos días se celebró el I Congreso de Organizadores Profesionales de España, una profesión aquí inexistente hace apenas unos años: participaron 50 personas de 21 ciudades distintas. Una treintena viven de ello, según la Asociación de Organizadores Profesionales de España (AOPE) que montó el evento, aunque muchas lo compaginan con otra actividad. María Gallay, que presume de haber sido la primera del país, explica a S Moda que cuando empezó en 2003 como organizadora profesional le tocó “evangelizar”: sólo “la gente que viajaba” tenía cierta idea de qué podía y que no pedirle. Ella misma se dejó asesorar por la norteamericana NAPO (National Association of Professional Organizers), que nació en Los Ángeles en 1983 y hoy cuenta con 4.000 miembros. Tras ser madre y dejar su trabajo como redactora publicitaria, Gallay se planteó dedicarse a “algo relacionado con el orden”. Lo primero que se le ocurrió fue bibliotecaria o documentalista, pero una amiga que acababa de volver de Nueva York le dio la idea de convertirse organizadora profesional. “En Estados Unidos está muy extendido y existen muchas especializaciones. En España suelen reclamar nuestros servicios de forma más puntual, para la llegada de un bebé o una mudanza”. En su cartera de clientes, un ejecutivo que cambia de domicilio cada dos o tres años y la llama para “relocalizarlo”. Su encargo más peculiar, la familia de una persona con síndrome de Diógenes, que la llamó para vencer sus reticencias. Al cabo de dos años de conversaciones, consiguió que por fin la dejase entrar en casa.
Cloti Martínez Peinado disipa dudas en el apartado de ‘preguntas frecuentes’ de su blog Reorganízate. El trabajo de un organizador profesional no equivale en ningún caso a un servicio de limpieza, garantiza confidencialidad total y puede ofrecer tanto servicios de asesoría o coaching como mano de obra. Estos profesionales tarifican por horas –el precio por cada una suele rondar los 60 euros– tras una primera visita para conocer al cliente.
En 2015 arrasó el fenómeno súper ventas La magia del orden (Aguilar), de la japonesa Marie Kondo, que promete acceder a un mundo de maravillas, en su caso a través de unos armarios impolutos. Kondo se coló en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo de la revista Time, un año después su libro fue el más comprado de no ficción en Sant Jordi. Gracias a ella, las organizadoras profesionales de España comenzaron a ahorrarse explicaciones. “Es la base”, reconoce Alicia Iglesias, defensora a ultranza al igual que Kondo de tirar sin manías todo aquello que ya no utilicemos y clasificar los objetos por categorías. También del doblado de ropa vertical –en su canal de You Tube tiene tutoriales– y de “cajonizar” los armarios para tener todas las prendas a la vista en vez del tradicional doblado horizontal, con la ropa colocada en baldas, tradicional en España. Con el que se te «desmonta toda la pila» cuando coges una camiseta que está debajo, ironiza Iglesias.
“Es minimalista, aquí los hogares suelen tener más metros cuadrados y más cosas”, resume María Gallay. De acuerdo con su experiencia, “es complicado decirle a alguien que revise en un día, o en una semana, todo lo que tiene en casa y tire lo que no necesite, la gente se bloquea, se frustra”. La fórmula del orden sigue siendo la misma en todos los sitios: para mantenerlo, el número de objetos acumulados ha de ser directamente proporcional al espacio del que se disponga. Pero su aplicación en los países latinos requiere menos rigor, opina Gallay.
Alicia Iglesias defiende que, contra lo que postula Marie Kondo, hay que hacer sí o sí cambio de armario. En su blog y sus talleres también dedica mucho tiempo a la cocina, un espacio importante de la casa en los países latinos. Propone elaborar menús mensuales y mantener la encimera despejada de cualquier electrodoméstico que no se use más de dos veces a la semana. En esta línea una italiana, la crítica gastronómica Roberta Schira, ha dedicado un libro entero –La alegría del orden en la cocina (Aguilar)– a los pormenores de este espacio. Saber qué hay en la nevera y la despensa y mantenerlas en orden mejora nuestra relación con la comida, postula.
¿Puede el orden en sí mismo cambiar la vida de una persona? “Tener una vida organizada te hace más feliz”, defendió Alicia Iglesias durante su taller. Ahora bien, “si te cambia la vida Marie Kondo es probable que te haya pasado algo más”. Otra organizadora profesional, Adelaida Gómez, también reconoce en su blog haber llegado a esta profesión tras un “cambio de rumbo” vital. Al fin y al cabo, buscar la paz de espíritu a través de los espacios no es nada nuevo.