Los bolsos del momento tienen 200 años y no habías oído hablar de ellos
Mark Cross no es la última marca de turno. Detrás de las cajitas de colores a las que han sucumbido Rihanna o Alexa Chung se esconde una enseña con una historia asombrosa.
Nació antes que Louis Vuitton y es considerada la primera marca americana de bolsos de lujo. Pero seguramente creías que Mark Cross era una firma de reciente creación o, lo que es más probable, ni siquiera sabías de su existencia. El best seller de la enseña, una cajita cuadrada y rígida que cuesta entre los 1.500 euros en el acabado más simple hasta los 16.000 machacantes que desembolsan quienes lo prefieren en piel de cocodrilo, ha llamado la atención de celebrities como Rihanna, Alexa Chung, Suki ...
Nació antes que Louis Vuitton y es considerada la primera marca americana de bolsos de lujo. Pero seguramente creías que Mark Cross era una firma de reciente creación o, lo que es más probable, ni siquiera sabías de su existencia. El best seller de la enseña, una cajita cuadrada y rígida que cuesta entre los 1.500 euros en el acabado más simple hasta los 16.000 machacantes que desembolsan quienes lo prefieren en piel de cocodrilo, ha llamado la atención de celebrities como Rihanna, Alexa Chung, Suki Waterhouse o Diane Kruger hace solo unos pocos meses. Pero su historia se remonta a muchos años atrás.
Mark Cross fue una de las firmas de lujo más valoradas de Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Una casa americana de culto con alergia a las estridencias y nulo interés en la logomanía que llegó a hacer cameos en la gran pantalla de la mano de la mismísima Grace Kelly. Puede que la sabiduría popular solo alcance a enumerar un bolso bautizado con el nombre de la actriz (el de Hermès, claro), pero lo cierto es que Mark Cross también cuenta en su catálogo con un tributo a la intérprete reconvertida en princesa. Lisa Freemont, el personaje al que dio vida en La ventana indiscreta (Hitchcock, 1954) no se separaba de un bolso negro con pinta de maletín creado específicamente por la marca para la película. Ese mismo diseño, reversionado y diversificado en unos 30 modelos, se ha convertido a día de hoy en hit indiscutible de la marca y objeto de deseo del que no se separan las insiders de pro en las semanas de la moda.
Con tantos éxitos a sus espaldas, ¿por qué la firma quedó en el olvido durante tanto tiempo? Lo cierto es que aunque sus colecciones hayan logrado volver a hacer las delicias de las más exigentes compradoras en Net-a-Porter, Barneys, Moda Operandi, Matches Fashion o Farfetch –templos del lujo online en los que se agotan una y otra vez– el parón que la marca sufrió entre 1990 y 2011, año en el que resurgió de sus cenizas y volvió a estar en activo, le ha pasado factura.
Al igual que Hermès, uno de los máximos exponentes del lujo actual, Mark Cross nació para vender sillas de montar y otros artilugios ecuestres. Puede que para un ojo no iniciado estos bolsos no sean más que una cajita coqueta y llamativa, pero su historia, plagada de altibajos, trasciende los límites de la moda y se convierte en un relato apasionante. Después de la muerte de su homónimo fundador, la empresa acabó en manos de una de las parejas más interesantes de los años 20: Gerald Murphy y Sara Sherman Wiborg, dos expatriados estadounidenses recordados por sus fiestas en la riviera francesa. Él, que heredó la marca de bolsos de su padre, tuvo una breve pero significativa carrera como pintor que le hizo merecedor del título de ‘precursor del pop art’. Ella, una niña bien de la alta sociedad norteamericana, dedicó su vida a criar a sus tres hijos, organizar eventos de postín y posar para el mismísimo Picasso. Fue a su regreso a Estados Unidos, después de sus correrías en la Costa Azul en las que no faltaron el pintor español o el mismísimo Hemingway, cuando el matrimonio tomó las tiendas de la marca de bolsos y diversificó su oferta incluyendo maletas, pitilleras y bolsos joya.
Después de que el pintor se retirase al frente de la firma en 1955, Mark Cross cambió de manos varias veces y terminó cerrando en 1990. Tras más de veinte años desaparecida y denostada, la enseña resurgió de sus cenizas presentando una colección para Barneys hace algo más de cuatro años. Desde ese momento sus bolsos han ido recuperando la popularidad de la que gozaron en su día. La reputada diseñadora británica Emilia Wickstead apostó por ellos como complemento perfecto a sus diseños para la primavera de 2014 y las cajitas de colores de la maison volvieron a situarse en el mapa de la industria. La estética de sus colecciones bebe de los archivos de época pero ha sabido actualizarse a los tiempos que corren. Tanto es así que algunas versiones están coronadas por sonrientes labios de regusto pop, juegan con las más inesperadas mezclas de color o se rinden a la creatividad de una adolescente AnnaSophia Robb que lo customizó a su gusto en The Carrie Diaries, la precuela de Sexo en Nueva York.
A pesar de que son muchas las mujeres influyentes que han sucumbido a sus encantos, Mark Cross sigue manteniendo un perfil discreto alejado de las grandes campañas publicitarias y de los diseños que gritan a los cuatro vientos que han costado un riñón. Sus piezas se elaboran exclusivamente en Italia, en las mismas fábricas que los originales, y apuestan por una calidad sobria con escasas concesiones a la excentricidad. «Hemos tenido la reproducción exacta del bolso que Grace Kelly llevó en La ventana indiscreta y se agotó en un par de días”, explicaban desde el portal de lujo online Matches Fashion a The Telegraph. Sara Redwood, buyer de Net-a-Porter, confirma que es el modelo clásico y su historia el que mejor funciona en ventas: “Compramos la colección otoño-invierno 2014 cuando vimos el renacimiento de su cajita cuadrada y las ventas han ido viento en popa temporada tras temporada a medida que esta microtendencia ha ido creciendo. El modelo más vendido es el ‘Grace box’ en negro”, confiesa al diario británico.
Así, reinventando su propio icono y rodeándose de cierto misterio, la firma no deja de acumular acérrimos seguidores sin necesidad de más publicidad que su propia historia (eso y un empujoncito extra de la mano de las celebrities que no se los quitan y que la marca recopila en su cuenta de Instagram). Sus bolsos se han convertido en piezas de colección que algunos de sus fans acumulan en varios colores como el que se dedica a compilar llaveros o postales. El ejemplo perfecto de que es posible mantener la tradición y estar de rabiosa actualidad.