¿Por qué las Olsen son las mejores diseñadoras del año?

Ashley y Mary-Kate, nominadas en 2011 como talento emergente, se alzan con el premio a mejor colección femenina en los premios CFDA. Analizamos su trayectoria.

Jamie McCarthy (Getty Images)

Ashley y Mary-Kate Olsen son la demoledora excepción a la regla que dice que cualquiera puede meterse a diseñador. En una era en la que el éxito comercial pasa muchas veces por asociar el nombre de una celebridad a una línea de lo que sea, estas rubísimas gemelas de 25 años que de pequeñas jugaban a turnarse ante la cámara en Padres Forzosos y pasaron gran parte de su infancia y adolescencia actuando en películas infestadas de anécdotas típicas entre hermanas idénticas, son una genuina fuerza de la industria a pesar de no cont...

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Ashley y Mary-Kate Olsen son la demoledora excepción a la regla que dice que cualquiera puede meterse a diseñador. En una era en la que el éxito comercial pasa muchas veces por asociar el nombre de una celebridad a una línea de lo que sea, estas rubísimas gemelas de 25 años que de pequeñas jugaban a turnarse ante la cámara en Padres Forzosos y pasaron gran parte de su infancia y adolescencia actuando en películas infestadas de anécdotas típicas entre hermanas idénticas, son una genuina fuerza de la industria a pesar de no contar con formación ninguna en diseño. Esa carencia la han suplido siempre con un olfato para los negocios que se les manifestó mucho antes que el habla y que empezó a gestarse en la cuna que compartían en casa de "los Tanner" mientras sufrían las monerías de tío Joey y se comían a besos a Jesse Katsopolis.

Cuando cumplieron 18 años despidieron a sus padres de la compañía que habían creado su descubridores –Dualstar– para gestionar en solitario su marca y tomar las riendas de una imparable máquina de hacer dinero (valorada en un billón de dólares) a través de licencias de perfumes, libros, muñecas, productos de belleza, objetos de decoración, bañadores y sí, ropa para niñas convertida ahora en moda para paladares educados, que las lleva colocando en los primeros puestos de la lista Forbes desde hace doce inventarios.

En 2008 a punto estuvieron de separar sus caminos tras unos tumultuosos años en los que además de florecer la individualidad estética de cada una -de sus estudiados descuidos nació el homeless chic– Ashley y Mary-Kate se formaron como individuos: ambas se mudaron a la Gran Manzana pero mientras la primera empezó a despuntar como la cerebral de la pareja, la hermana alfa, la segunda, que se tiñó de pelirrojo como ha hecho ahora pasándose al castaño oscuro, tuvo problemas de alimentación y adicción a las drogas y los amoríos -la muerte de Heath Ledger fue el detonante de su última recaída, ahora que se la relaciona con el hermano de Sarkozy, veremos qué es lo que éste le provoca- que atajó entrando y saliendo de rehabilitación bajo supervisión de su gemela.

Nadie daba entonces un duro por la continuidad de su especie pero a día de hoy las Olsen no solamente han hecho prosperar su imperio sino que se han ganado el reconocimiento y el respeto de los tecnócratas. A su primera incursión seria en el negocio textil con Olsenboye le siguió Elizabeth and James (línea de precios medios) y la marca con la que acaban de ganar el CFDA Award a mejor colección femenina frente a Marc Jacobs (a cuyos desfiles asistían de bien jovencitas) y Proenza Schouler: The Row, bautizada así por la famosa calle Savile Row de Londres.

Esta división que celebra el clásico sportswear americano con acabados de lujo y que nació como un proyecto en torno a una sencilla camiseta de cachemira, lleva paseándose por la Semana de la Moda de Nueva York desde el otoño-invierno 2010. Con una inesperada incursión en la escena parisina. En 2011 se lanzaron a la conquista de los complementos -desde 2009 ya producían gafas- con una partida de bolsos que se estrenó en exclusiva en los prestigiosos almacenes Barneys y cuya pieza estrella, la ya famosa mochila de 39.000 dólares, se agotó el primer día. Pero su actividad no cesa ahí. Las Olsen son además directoras creativas de Superga y sostienen un portal de e-commerce.

Ellas mismas son sus mejores embajadoras y eso que ejercen como tal prácticamente desde la sombra –su hermana Elizabeth les está pasando por delante-. Es curioso como sus ahora premiadas creaciones rulan entre estrellas de Hollywood y fashion insiders con la misma contundencia que esas logotipadas firmas que antes se aprovechaban de su tirón como estrellas mediáticas. Hoy por hoy las Olsen quieren curarse en sobreexposición a pesar de centrar sus esfuerzos de marketing en las redes sociales. Quieren ser (re)conocidas únicamente como diseñadoras.

Anoche se presentaron en el Alice Tully Hall del Lincoln Center con su talismán Lauren Hutton. Ella fue la primera persona en lucir unas mallas de piel de The Row en la portada de una publicación. Curiosa y significativamente fue en la revista Forbes.

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