Por qué alguien baja a la mina en busca de vaqueros

Se han llegado a pagar 88.000 euros por modelos vintage de Levi’s. Esta es la historia de Michael Allen, un buscador de estos tesores en explotaciones antiguas de Colorado, Nevada y California.

En la moda todavía existe el mito del botín escondido. Aún se sueña con descubrir vestidos de flapper en el ático de un familiar o con toparse con bolsos de Chanel en un ropavejero. Soñar es gratis. Pero Ebay y la demanda de vintage en los últimos años han arrasado con esos afortunados encontronazos.

El único modo de dar con esos hallazgos hay que literalmente ponerse a cavar. Esto es exactamente lo que hace Michael Allen Harris en desiertos de Californa, Nevada y Arizona....

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En la moda todavía existe el mito del botín escondido. Aún se sueña con descubrir vestidos de flapper en el ático de un familiar o con toparse con bolsos de Chanel en un ropavejero. Soñar es gratis. Pero Ebay y la demanda de vintage en los últimos años han arrasado con esos afortunados encontronazos.

El único modo de dar con esos hallazgos hay que literalmente ponerse a cavar. Esto es exactamente lo que hace Michael Allen Harris en desiertos de Californa, Nevada y Arizona. Este pintor y apicultor estadounidense pasa sus fines de semana husmeando por minas de plata abandonadas. Empezó buscando botellas antiguas de whisky pero un día descubrió un par de vaqueros viejos. Los llevó a casa, se puso a investigar y para su sorpresa, se enteró de que los coleccionistas pagaban pequeñas fortunas por los primeros modelos de Levi's. Ni que decir tiene que se olvidó de las botellas de whisky y empezó a rastrear tejanos del finales del siglo XIX.

Michael Allen enseñando uno de sus tesoros a una reportera.

Un coleccionista compró una de sus cazadoras por mil dólares, lo que en ese momento a Harris le pareció un triunfo. El coleccionista le aconsejó que no contara a nadie lo que hacía durante los fines de semana. Su propósito era evitar que se enterase de que esas piezas valían mucho más, incluso estando rotas o incompletas. Él mismo había vendido unos vaqueros a Levi’s por 100.000 dólares (unos 88.000 euros). Levi's sólo compra a un reducido número de marchantes, por lo que Harris se ha puesto por su cuenta y usado sus conocimientos en la mina para escribir libros dedicados a la historia de los vaqueros.

Las marcas suelen ser las principales compradoras de esta clase de reliquias. Las quieren para que sus archivos rivalicen con los de los museos y sirvan como inspiración para sus creativos. En Levi's tienen muy presente su legado y cuentan con una historiadora y una conservadora en plantilla. Los diseñadores, por su parte, estudian los pantalones antiguos para aprender cómo lograr un desgastado convincente. Parece ser que los mineros decimonónicos apenas lavaban sus tejanos y los surcos y pliegues del denim reflejan perfectamente qué tipo de trabajo físico desempeñaban. Los clientes actuales se mueven de diferente manera pero llevan el desgastado de un trabajador físico de hace más de un siglo.

El par de Levi's más antiguo, fabricado en 1879, se atesora en el archivo de la empresa en una caja fuerte a prueba de incendios, de la que sólo dos personas tienen la contraseña. Como era costumbre entonces, tiene sólo un bolsillo en la parte trasera y tres en la delantera, incluyendo uno pequeño que se usaba para el reloj de cadena. En lugar de trabillas para el cinturón, lleva cosidos botones para los tirantes. Otro par de pantalones, de 1890, incluye el símbolo de dos caballos para informar de que el material era tan duro que no se podría rasgar ni con dos caballos tirando cada uno de un lado. No mentían cuando promocionaban su resistencia.

El par de Levi’s más antiguo, fabricado en 1879, se atesora en el archivo de la empresa en una caja fuerte.

Cortesía de Levi’s

Los adoradores de jeans son sólo una fracción de los locos por los pedazos de tela. Kim Jones, el director creativo de las colecciones masculinas de Louis Vuitton está totalmente obsesionado con las vestimentas de la cultura de club de la década de los 80. En diez años ha amasado un centenar de piezas, entre las que hay vestuario del artista de performance Leigh Bowery y camisetas punk de Vivienne Westwood y Malcolm McLaren. Jones compra la ropa a viejas glorias del underground londinense o las cambia a otros coleccionistas por piezas de las primeras colecciones de Galliano. Así de poderosa es obsesión. El diseñador fumiga la ropa y las guarda en bolsas de plástico. Algunas están en el congelador para evitar los estragos de las polillas pero Jones se propone que no sea una colección intocable. La hace accesible a estudiantes de moda, Marc Jacobs ha consultado el relicario a menudo, Kate Moss pide un prestado un vestido de la hoy DJ y profesora de yoga Rachel Auburn y el museo Victoria and Albert de Londres organizó una exposición dedicada a esa edad dorada del clubbing.

Su veneración no le hace posesivo y se considera un mero custodio. Jura que si alguno de estos diseñadores le reclama alguna de estas prendas, se la entregaría sin pedir nada a cambio. Si Vivienne (Westwood) me pide algo, no se lo vendería. Ella es la propietaria, afirmó en un reportaje publicado en Another Magazine dedicado a sus tesoros noctámbulos.

Camisetas de Malcolm McLaren y Vivienne Westwood del archivo de Kim Jones.

Archivado En